El pacifismo como ¨¦tica humana
Hace ya algunos a?os, cuando se debat¨ªa lo de la OTAN, compr¨¦ en uno de los puestos de propaganda cercano a una reuni¨®n anti-Alianza un llavero que en su anverso tiene impresa en blanco la paloma de la paz y en su reverso la siguiente frase an¨®nima: "La paz no es la ausencia de tensiones, sino la pr¨¢ctica de la justicia".Desde que le¨ª por primera vez esta frase que a diario tengo entre mis manos, nunca he encontrado una definici¨®n tan correcta y profunda de esta breve palabra, que resume en cada lengua las esperanzas y anhelos de todos los hombres y pueblos de buena fe a lo largo de la historia, al tiempo que ha sido y es utilizada para justificar agresiones imperialistas, atroces persecuciones y toda clase de guerras y dictaduras por quienes entienden la paz como sometimiento, agresi¨®n o cualquier otra forma de explotaci¨®n. Desde la pax romana hasta la paz made in USA, pasando por la paz hitleriana o la paz franquista, entre otras, guerreros de todos los tiempos enviaron a sus soldados a la batalla o a la guerra en misi¨®n de paz. La paz ha sido y es la justificaci¨®n para la pr¨¢ctica de la opresi¨®n, el colonialismo y la violencia en todas sus formas; la paz, en definitiva, ha sido y es hoy m¨¢s que nunca la excusa para sembrar el belicismo m¨¢s agresivo en la sociedad; es la aceptaci¨®n del recurso a la guerra como soluci¨®n para aniquilar al contrario, ya sea ¨¦ste el enemigo del islam o el perturbador del modo de vida de Occidente.
Y as¨ª, nuestra sociedad se militariza consciente o inconscientemente y la violencia se adue?a de las relaciones humanas a todos los niveles, al tiempo que la angustia, la impotencia y tambi¨¦n el escepticismo se reflejan en los rostros de quienes parecemos condenados a aguantar una vez m¨¢s los ¨ªmpetus belicistas de los se?ores de la guerra y a esperar, como siempre, el regalo magn¨¢nimo de una paz chamuscada, fruto del miedo de unos a otros y no de la justicia y la solidaridad entre los pueblos. La inmensa mayor¨ªa de los hombres, unos con fusil y otros desarmados, somos simples mu?ecos manipulados al antojo de los intereses armamentistas multinacionales; hoy nos preparan para la guerra; ma?ana, quiz¨¢, nos regalar¨¢n su transitoria paz; por un tiempo nos dejar¨¢n en paz.
Ayer, el objetivo era conseguir el ingreso en la OTAN, como salvaguarda de la paz frente a un enemigo invisible; era la justificaci¨®n del armamentismo, del militarismo, del gasto en la preparaci¨®n de la guerra. El enemigo no exist¨ªa; desde el no as¨ª lo apunt¨¢bamos, pidiendo el destino del inmenso aumento del gasto militar a necesidades sociales urgentes. Ten¨ªamos raz¨®n; la historia as¨ª lo ha confirmado. Pero la lecci¨®n no ha sido aprendida. Hoy se env¨ªan barcos y hombres a preparar la guerra, aunque, eso s¨ª, con la ya conocida misi¨®n de paz; se interviene activamente en un conflicto de consecuencias imprevisibles, frente a un enemigo que no nos ha atacado ni nos ha declarado la guerra, pero que, seg¨²n proclama nuestro amigo americano, puede poner en peligro nuestro modo de vida occidental.
Y yo me pregunto, como ya han hecho voces m¨¢s autorizadas, ?qu¨¦ modelo de vida occidental puede estar en peligro por la actitud de Irak en el conflicto del golfo P¨¦rsico? ?Acaso est¨¢ en peligro el modelo de vida occidental cimentado sobre el esquema Jur¨ªdico y pol¨ªtico del Estado de derecho y sobre el reconocimiento y garant¨ªa de los derechos humanos y de las libertades p¨²blicas? Al margen de la vergonzosa e injustificable utilizaci¨®n de personas inocentes como rehenes, los afanes hegem¨®nicos de Sadam Husein no parece que puedan ir m¨¢s all¨¢ de la tambi¨¦n condenable invasi¨®n de Kuwait con objeto de obtener para su pa¨ªs una salida directa al mar. Por ello, no cabe pensar que las democracias occidentales est¨¦n amenazadas de totalitarismo alguno, sin olvidar, adem¨¢s, que el mundo ¨¢rabe deber¨¢ resolver en su propia casa cu¨¢l es el papel que habr¨¢ de desempe?ar este nuevo l¨ªder en el futuro. Y, al fin y al cabo, su potencial militar ha dependido y depende de los suministros de pa¨ªses occidentales y de la URSS.
Por el contrario, lo que s¨ª molesta a nuestros paladines defensores del mundo occidental y quiz¨¢ nos afecte a todos, aunque desde luego a unos m¨¢s que a otros, es que nuestro bienestar econ¨®mico, cimentado sobre un modelo capitalista despilfarrador de los recursos y bienes materiales, depredador de la naturaleza y del propio h¨¢bitat del planeta, y que tiene como pilares esenciales el consumo desmedido y el individualismo m¨¢s feroz, pueda verse afectado por el intento de pa¨ªses como Irak de obtener una rentabilidad m¨¢s ajustada para su ¨²nica fuente de riqueza, aspecto que nadie ignora subyace en la presente crisis. Es la tensi¨®n entre pa¨ªses pobres y ricos, el llamado di¨¢logo Norte-Sur; en resumen, el derecho de los pueblos y pa¨ªses pobres y menos desarrollados a participar de la riqueza de los pa¨ªses m¨¢s avanzados, compartiendo solidariamente los recursos naturales y el bienestar social.
Frente a esta situaci¨®n, frente a esta escalada de la tensi¨®n y del belicismo social, los ciudadanos del mundo no podemos permanecer impasibles y ajenos, como si nuestra impotencia fuese el aval que garantizara la impunidad de quienes deciden sobre nuestra seguridad y nuestro futuro. Es preciso levantar ahora m¨¢s que nunca la bandera del pacifismo como una ¨¦tica humana basada en la solidaridad y en la pr¨¢ctica de la justicia entre los pueblos. Hay que reivindicar la paz y desenmascarar a quienes utilizan esta palabra como pretexto para la guerra desde cualquier ideolog¨ªa o confesionalidad. Si la moderna tecnolog¨ªa impide que la guerra pueda ser aceptada como soluci¨®n, dados sus efectos devastadores, la paz s¨®lo puede construirse sobre el desarme internacional y la colaboraci¨®n entre los pueblos y Estados.
La movilizaci¨®n de la sociedad en defensa de esta idea y la denuncia del belicismo generado por los gobernantes de uno y otro lado y por muchos medios de comunicaci¨®n debe ser tarea a asumir por todas las organizaciones sociales y pol¨ªticas y por todos los ciudadanos comprometidos con la defensa de la paz y de la solidaridad entre todos los pueblos. La crisis no nos es ajena, por muy lejano que est¨¦ el golfo P¨¦rsico. La incredulidad, el escepticismo o el simple silencio desgraciadamente legitiman el ambiente de guerra que nos invade. Por eso, el pacifismo activo quiz¨¢ sea lo ¨²nico que nos quede.
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