No dio la talla
Los m¨¢s grave de Finito en su segunda comparecencia ante el p¨²blico de Las Ventas no fue que se quedara sin conseguir el triunfo esperado. Lo m¨¢s grave fue que no dio la talla. Un novillero que llega a Las Ventas ya con fama de figura, si va por el mundo de artista, ha de crear arte o, por lo menos, Intentarlo. Luego los toros acompa?ar¨¢n o no acompa?ar¨¢n, mas importa poco, pues la afici¨®n madrile?a sabe medir la calidad de los diestros en funci¨®n de los toros y, a veces, un somero detalle que en cualquier otro coso quiz¨¢ pasar¨ªa desapercibido, en este basta para reconocerle su categor¨ªa.Finito de C¨®rdoba, en ning¨²n momento pareci¨® torero especialmente artista. Entre los pases que lleg¨® a cuajar los hubo de buen corte, pero igualitos que esos (o mejores) los han dado docenas de novilleros esta misma temporada en Las Ventas, sin que nadie echara las campanas al vuelo. S¨ª pareci¨® Finito, en cambio, un torero muy pagado de s¨ª mismo, con desparpajo para encararse con un sector de aficionados -los del tendido siete, faltar¨ªa m¨¢s- simplemente porque protestaban la invalidez del torejo que le hab¨ªan puesto delante.
Fern¨¢ndez / Jim¨¦nez, Caballero, Finito
Dos novillos de Atanasio Fern¨¢ndez, bien presentados, 1? inv¨¢lido y 4? que dio juego; dos de Aguirre Fern¨¢ndez Cobaleda, 3? terciado e inv¨¢lido, 5? bien presentado y descastado; dos sobreros, en sustituci¨®n de sendos novillos del hierro titular, devueltos por inv¨¢lidos: 2? de Jandilla, con trap¨ªo, manso y noble, 6? de Caridad Cobaleda, impresentable y manso. Mariano Jim¨¦nez: pinchazo y se acuesta el novillo (silencio); pinchazo, estocada y rueda de peones (palmas). Manuel Caballero: bajonazo descarado (algunas palmas); estocada y rueda de peones (ovaci¨®n y salida al tercio). Finito de C¨®rdoba: pinchazo, estocada corta delantera -aviso- y descabello (aplausos); pinchazo, estocada corta delantera atravesada y tres descabellos (pitos). Plaza de Las Ventas, 27 de septiembre. Primera corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
El p¨²blico es soberano, deber¨ªan entender este y otros toreros que se encaran con quienes manifiestan su desacuerdo. No son las protestas del p¨²blico lo que molesta sino los toros inv¨¢lidos, y esas modernas trazas de toreo que alguien invent¨® en mala hora, consistentes en citar fuera de cacho, alargar el brazo, aliviarse con el pico de la muleta y todo lo dem¨¢s.
Con inv¨¢lidos de presencia m¨ªnima y practicando el toreo ventajista, resolvieron sus actuaciones los tres espadas, Finito tambi¨¦n. Finito, tras desacararse con el p¨²blico, quiso hacer faena al inv¨¢lido, y la hizo, pretendiendo enmascarar en la prosopopeya de los ademanes y los desplantes el escaso fuste de su toreo. Al sexto, un bichejo reserv¨®n, Finito no se lo pas¨® por delante ni una sola vez. Vamos, que ni lo intent¨®.
Interesante novillo, con trap¨ªo y casta, result¨® el sobrero de Jandilla, al que Manuel Caballero hizo una faena aseada en diversos pasajes, vulgarota en otros y para los naturales, con utilizaci¨®n abusiva de las trazas antes dichas. Al descastado quinto le instrument¨® meritorias tandas de redondos y luego se puso tremendista porfiando entre los pitones. Esto del tremendismo amplios sectores de aficionados se lo rechazaron, seg¨²n es habitual en Las Ventas. Mariano Jim¨¦nez, por su parte, instrument¨® buenas ver¨®nicas, que se jalearon; banderille¨® con mediocridad y hubo una respuesta benevolente del p¨²blico; no se acopl¨® en sus faenas de muleta, y quien ten¨ªa ganas, se lo dijo a gritos y por las buenas.
El p¨²blico de Madrid protesta m¨¢s que el de otros pagos, de acuerdo, pero hay razones para pensar que es santo. Lo ocurrido con el primer novillo, que ten¨ªa todos los s¨ªntomas de haberla cogido de an¨ªs y se desplom¨® despu¨¦s de recibir un pinchacito, o con varios de los restantes, que trastabillaban continuamente, era como para armar un esc¨¢ndalo y no se arm¨® ni esc¨¢ndalo ni nada. Unas protestas, cuatro voces, y acabada la funci¨®n se march¨® cada cual por donde hab¨ªa venido. O sea que si los toreros echan la culpa a este p¨²blico de su incapacidad para torear lo que es debido como Dios manda, ser¨¢ porque ellos lo digan. Lo malo es si, adem¨¢s, se lo creen.
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