Cogida del debutante Juan Carlos Garc¨ªa

Deb¨² sangriento. La frase parece terror¨ªfica, y seguramente no ser¨¢ en absoluto exagerada, pues ha de resultar dram¨¢tico presentarse ante tan severa afici¨®n como la de Las Ventas -con los nervios que produce-, torear ce?ido por naturales en el centro del redondel -con el miedo que da- y sufrir dos cogidas, dos -con lo que duele- Eso le ocurri¨® a Juan Carlos Garc¨ªa, de Ja¨¦n, nuevo en esta plaza, y, claro, su deb¨² fue sangriento.Toreaba por naturales en el centro del redondel a un novillo con m¨¢s trap¨ªo que cualquiera de cuantos les echan a las figuras para su mayor gloria y lucro... Tiene importancia, naturalmente. En uno de los naturales el novillo meti¨® certero el pit¨®n y volte¨® al debutante, que se levant¨® maltrecho y reemprendi¨® la faena. Lo hizo como un jabato, pero en los tendidos no hac¨ªa ninguna gracia la gesta. En los tendidos, las buenas gentes le gritaban que se retirara a la enfermer¨ªa. Poco despu¨¦s, el toro volv¨ªa a empitonar a Juan Carlos Garc¨ªa y, a pesar de sus protestas, las-asistencias se lo llevaron en volandas.

"?Fuera del palco!", core¨® entonces parte del p¨²blico, responsabilizando del desaguisado al presidente de la corrida. ?Hombre, no! El presidente no era culpable. Ahora bien, como el reglamento concede al presidente facultades discrecionales, cuando un, torero est¨¢ herido y pretende continuar la lidia, deber¨ªa hacerle comparecer en el callej¨®n, requerir la presencia del m¨¦dico y que fuera ¨¦ste quien determinara si puede seguir toreando. Ning¨²n presidente procede as¨ª, es cierto, pero no estar¨ªa de m¨¢s que al guien empezara a introducir el sentido com¨²n en determinados aspectos de la fiesta.

Entre el pelot¨®n de banderi lleros, monosabios y matadores que rodeaban al herido, ayer cuando se retorc¨ªa de dolor en el centro del redondel, estaba otro debutante, Jos¨¦ Rodr¨ªguez, apodado El Puchi, que les dio la espalda, aprest¨® el capo te y permaneci¨® de guardia, por si se arrancaba el toro. Un detalle de torer¨ªa, ins¨®lito en quien apenas torea.

El Puchi se present¨® en Las Ventas habiendo toreando en dos a?os s¨®lo tres novilladas, y cabr¨ªa esperar, de su inexperiencia, nervios desatados e ?m portantes lagunas lidiadoras mas ni de lo uno ni de lo otro tuvo. Antes al contrario, El Puchi tore¨® relajado y sac¨® pases de buen corte. Que no redondeara faena es cuesti¨®n distinta. Tampoco sus novillos se prestaban demasiado. Le correspondieron uno tardo y otro gazap¨®n, y ya es sabido que los toros gazapones son muy dif¨ªciles de dominar, incluso para muleteros consumados.

El sobrero (y alg¨²n otro tambi¨¦n) estaba inv¨¢lido. Quiz¨¢ fruto de su flojera, embest¨ªa a medias, se revolv¨ªa, y volte¨® a Javier V¨¢zquez, que le estaba toreando muy aseadamente. Javier V¨¢zquez, a despecho de volteretas, estuvo animoso, valiente y variado. Vulgar e inseguro en banderillas, en los restantes tercios, en cambio, tir¨® de repertorio e instrument¨® lances de infrecuente uso. Por ejemplo, faroles de rodillas, gaoneras, largas afaroladas -eso, con el capote-, y el afarolado con la izquierda, manoletinas al estilo Bernad¨® rematadas con la arrucina -eso con la muleta-, adem¨¢s del toreo que llaman fundamental, consistente en redondos y naturales ligados al de pecho, de los que ejecut¨® buenas muestras en el transcurso de sus tres faenas.

Muchos espectadores acudieron a la plaza por pura afici¨®n, pues los diestros no les sonaban de nada. Algunos cre¨ªan que los nombres del cartel estaban sacados del censo de pensionistas de la Seguridad Social. Y se encontraron con una interesante novillada, en la que hubo toros serios, toreros pundonorosos y un debutante empe?ado en salir por la puerta grande o por la enfermer¨ªa, y como de cancerbero de la puerta grande hab¨ªa un toro, fue y se inmol¨® heroicamente. S¨®lo por eso tiene ya ganado un puesto en esta plaza, y habr¨¢ de ocuparlo con todos los honores, en cuanto se ponga bueno.