La imposible sutura
Quien reclame para el Pa¨ªs Vasco un nuevo pacto social y exija que ¨¦ste sea plasmado en un texto ver¨ªdico deber¨ªa esforzarse en ser veraz ¨¦l mismo. V¨ªctor G¨®mez Pin (Qui¨¦n llora en el Pa¨ªs Vasco, EL PA?S, 19 de octubre) dice su verdad, pero no la verdad, acaso porque carece de palabras suficientes para decirla. Hay en su alegato algunos elementos de verdad y, sin duda, inmejorables intenciones. Sin embargo, calla o ignora -supongo que candorosamente- la mayor parte de la verdad.La verdad es que todos los habitantes de la comunidad aut¨®noma vasca hablan castellano. Ni la minor¨ªa vasco hablante, que una estimaci¨®n generosa situar¨ªa en torno a un cuarto de la poblaci¨®n, coincide con la comunidad nacionalista, ni los no nacionalistas son necesariamente inmigrantes o hijos de inmigrantes. Dudo incluso de que el porcentaje de euskaldunes sea abultado en aqu¨¦lla y de que el grueso del sector no nacionalista proceda de otras provincias espa?olas. G¨®mez Pin reproduce el estereotipo dualista difundido por el nacionalismo: una visi¨®n falsa, incluso deliberadamente falseada, de la realidad vasca.
Si por lengua nacional se entiende la hablada por todos o la mayor¨ªa de los nacionales, entonces la lengua nacional de los vascos no es otra que el castellano. Es cierto que el Estatuto de Autonom¨ªa de 1979 denomina al euskera lengua propia" de la comunidad aut¨®noma. Pero ello no significa que sea la lengua propia de todos y cada uno de los ciudadanos vascos. Por el contrario, la mayor¨ªa de ellos son sujetos traspasados, transidos o barrados por el castellano. Han nacido ling¨¹ist¨ªca y humanamente al aprender el castellano como lengua materna. No son pocos los casos de transling¨¹ismo -de abandono y hasta olvido del euskera para adoptar el castellano como primera lengua- que se han producido de modo voluntario y sin traurna alguno. Se puede deplorar estas circunstancias (yo mismo no dejo de hacerlo), pero nadie podr¨¢ refutar unos hechos sobradamente testarudos.
El principal responsable de la p¨¦rdida del euskera no ha sido la inmigraci¨®n ni el franquismo ni la burgues¨ªa vasca. Los dos primeros son las cabezas de turco preferidas por el nacionalismo vasco en general, y la tercera, por el nacionalismo radical en particular. Pero mayor responsabilidad les cabe a quienes en otro tiempo instrumentalizaron el idioma que dec¨ªan defender para mantener a las honradas masas vascongadas en la subalternidad y el embrutecimiento, y a quienes hoy lo instrumentalizan para crear una divisi¨®n entre vascos de primera y segunda categor¨ªa, entre vascos y antivascos. Ni unos ni otros ten¨ªan ni tienen nada que ver con Madrid. Eran y son vascos de pura cepa. Al menos, as¨ª se definen a s¨ª mismos, y no hay motivo para dudar de su sinceridad. Dif¨ªcilmente habr¨ªa podido el euskera llegar a ser instrumento de sutura, cuando los nacionalistas han sido incapaces de concebirlo de otra forma que como instrumento de divisi¨®n. Ya Sabino Arana sosten¨ªa que, si un vasco que desconoce el euskera causa un gran da?o a la patria, mucho mayor se lo inflige un maketo que llega a aprenderlo. No es cuesti¨®n ahora de citar otras observaciones m¨¢s sabrosas a¨²n de aquel que todas las ramas de la familia nacionalista reconocen como padre y fundador. Hay que ocuparse del presente.
Se equivoca G¨®mez Pin (prefiero creer que no miente) cuando afirma que el euskera es a¨²n artificiosamente acotado. La ense?anza primaria se imparte mayoritariamente en euskera; en los institutos y universidades se duplican los grupos para asegurar la ense?anza superior en las dos lenguas oficiales de la comunidad. Como no ignora G¨®mez Pin, en muchos departamentos de la Universidad del Pa¨ªs Vasco pesa m¨¢s el conocimiento del euskera, a la hora de contratar a un nuevo profesor, que los doctorados en Harvard o en Heildelberg. Cualquier euskald¨²n puede expresarse en vasco ante todas las instancias de las administraciones p¨²blicas del pa¨ªs, cuyos funcionarios est¨¢n siendo compulsivamente euskerizados. La rec¨ªproca ya no es posible en ciertos municipios que han decidido declarar al euskera no ya lengua propia, sino lengua ¨²nica. Es verdad que los etarras detenidos por las FOP suelen ser interrogados en castellano. No obstante, les queda siempre el recurso de entregarse antes a la polic¨ªa auton¨®mica, que les garantiza un respeto exquisito de sus derechos ling¨¹¨ªsticos. En el acceso a la funci¨®n p¨²blica auton¨®mica, provincial y municipal se privilegia el dominio de, la lengua vasca sobre cualquier otro m¨¦rito curricular. De los cuatro canales p¨²blicos de televisi¨®n, dos dependen de la Consejer¨ªa de Cultura y Turismo del Gobierno aut¨®nomo, en manos de los nacionalistas desde 1980. Como ha tenido que reconocer el propio consejero, ambos se hallan masivamente infiltrados por nacionalistas radicales. El primer canal de la televisi¨®n auton¨®mica, que emite exclusivamente en euskera, es, con todo, el de menor audiencia. Y para qu¨¦ hablar de las partidas presupuestarias destinadas a la promoci¨®n de editoriales, semanarios, diarios, euskaltegis (academias de euskera para adultos) y otras insaciables instituciones tan euskaldunes como abertzales. El ¨²nico cap¨ªtulo en que la Administraci¨®n no discrimina entre vascohablantes e hispanohablantes es el de la fiscalidad. Hay que reconocer que, efectivamente, tambi¨¦n los euskaldunes pagan impuestos.
Los vascos no nacionalistas han sufrido con resignaci¨®n durante la ¨²ltima d¨¦cada estas y otras arbitrariedades de la Administraci¨®n nacionalista. Har¨ª consentido que los cuerpos docentes de la ense?anza p¨²blica se llenen de analfabetos funcionales especializados en improbables materias como la que algunos llaman Euskera Cient¨ªfico. Han tolerado que el nacionalismo imponga al conjunto de la comunidad aut¨®noma sus propios s¨ªmbolos: su bandera, su himno, su jerga neoeusk¨¦rica (Euskadi, lehendakari, Ertzaintza, etc¨¦tera). Han evitado reparar en el despilfarro p¨²blico en mala literatura, peor teatro, cine p¨¦simo y televisi¨®n insoportable, fabricados por y para abertzales. Han escolarizado a sus hijos en euskera, y muchos de ellos, como el propio G¨®mez Pin, lo han estudiado amorosamente. Han pasado por esto y por m¨¢s no por que esperaran que el euskera llegara alg¨²n d¨ªa a suturar desgarramiento alguno, sino porque les amedrentaba (y con raz¨®n) la violencia de esa minor¨ªa fan¨¢tica cuya amenazadora presencia en la emponzo?ada vida cotidiana del Pa¨ªs Vasco parece no advertir G¨®rnez Pin. ?sa y no otra es la ra¨ªz del problema: la causa ¨²ltima de la marginaci¨®n del hijo del guardia civil en la escuela, de la condici¨®n de apestado social del propio guardia civil o del funcionario del Estado. ?Qui¨¦n, si no tiene vocaci¨®n de m¨¢rtir o una sobrehumana entereza ¨¦tica, se acercar¨¢ a saludar al guardia civil o al polic¨ªa que entra en el bar del barrio a tomar un refresco? ?Qui¨¦n acudir¨¢ al funeral del polic¨ªa o del vecino asesinado por ETA, cuando el otro vecino, el de Herri Batasuna, puede ser un confidente de los pistoleros? Toda la comunidad no nacionalista se ha sentido situada en el punto de mira de los terroristas. A su manera, ha pagado con un hum¨ªllante silencio el impuesto revolucionario. Quiz¨¢ ha intuido confusamente que hab¨ªa que sobornar a los terroristas potenciales, permiti¨¦ndoles medrar a costa del erario. Pero ni con esta legi¨®n de h¨¦roes de retaguardia ha conseguido el euskera mejorar su condici¨®n. Porque -y aqu¨ª reside el error de G¨®mez Pin- al nacionalismo se le da una higa la salvaci¨®n de la lengua propia y a nada teme m¨¢s que a un refer¨¦ndum sobre la autodeterminaci¨®n, que intentar¨ªa diferir hasta las calendas griegas. La ¨²nica raz¨®n de ser del nacionalismo vasco, su objetivo t¨¢cito, no es otro que la perpetuaci¨®n de la l¨ªnea divisoria entre vascos y no vascos (l¨¦ase entre nacionalistas y no nacionalistas), de la fractura social y de la consiguiente asimetr¨ªa en la distribuci¨®n de bienes y valores.
Asimetr¨ªa hasta en la erogaci¨®n de las l¨¢grimas. El abertzale que sufre por envejecer en la c¨¢rcel podr¨ªa envejecer en su casa mediante el sencillo expediente de acogerse a las medidas de reinserci¨®n. Nadie podr¨¢ reinsertar a los guardias civiles y a los civiles a secas que han ca¨ªdo bajo las balas y bombas de ETA. Nadie suturar¨¢ los miembros mutilados a sus mu?ones. S¨®lo el rechazo y el aislamiento de los terroristas y sus c¨®mplices puede soldar entre s¨ª a las dos comunidades. Ya ha comenzado a hacerlo, aunque G¨®mez Pin no se haya enterado. Mientras tanto, nadie Hora en el Pa¨ªs Vasco por el euskera, o, si lo hace, es con l¨¢grimas de cocodrilo.
es profesor de la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
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