Europa se ampl¨ªa
CON EL ingreso de la Rep¨²blica de Hungr¨ªa en el Consejo de Europa se da un primer paso en la incorporaci¨®n de los pa¨ªses del Este a las organizaciones que, con el nombre de europeas, s¨®lo han acogido en su seno a pa¨ªses occidentales. Ahora se traspasa esa frontera, y de ah¨ª la relevancia de dicha incorporaci¨®n. Adem¨¢s, el caso h¨²ngaro no es ¨²nico: como ha anunciado el titular espa?ol de Exteriores -que asume este semestre la presidencia del Consejo de Europa-, en ¨¦l van a ingresar en los pr¨®ximos meses Polonia y Checoslovaquia. Se abre, pues, una nueva etapa en la historia del m¨¢s veterano de los organismos creados despues de la II Guerra Mundial para construir una nueva Europa, con el deseo de estrechar los lazos de los Estados que la compon¨ªan.Hay que tener en cuenta -y es un fen¨®meno comprensible para los espa?oles, que hemos vivido algo semejante- que en Varsovia, Budapest o Praga, la idea de recuperaci¨®n de la libertad y de la democracia va ¨ªntimamente ligada al anhelo de aproximarse a una construcci¨®n europea que, iniciada en Occidente, se presenta con rasgos seductores de garant¨ªas formales y de alto nivel de vida. Incluso se han despertado excesivas esperanzas a este respecto en las sociedades del Este: la integraci¨®n en la CE es inimaginable sin un proceso de homologaci¨®n econ¨®mica que ser¨¢ inevitablemente largo. Por eso mismo es fundamental que los pa¨ªses del Este, sobre todo los que tienen sistemas democr¨¢ticos asentados, sean acogidos en el Consejo de Europa, organizaci¨®n de relieve en la cual pueden participar junto con los pa¨ªses occidentales en aspectos importantes para la edificaci¨®n continental. El Consejo, por lo mismo que concentra su actividad en cuestiones culturales, jur¨ªdicas y, sobre todo, en la vigilancia de los derechos de la persona, tiene m¨¢s posibilidades para aceptar miembros orientales. El cr¨ªterio b¨¢sico para poder entrar en ¨¦l -sin la complejidad econ¨®mica inherente al ingreso en la CE- es precisamente el respeto de los derechos humanos. En ese terreno, el cambio en el Este ha sido profundo. Hungr¨ªa -como Polonia y Checoslovaquia- tiene los t¨ªtulos para ese ingreso.
Es preciso asimilar la decisiva contribuci¨®n para la estabilidad de las democracias nacientes -y que se enfrentan con enormes dificultades econ¨®micas- de un proceso en marcha de integraci¨®n en las instituciones europeas. Lo contrario, poner dificultades o congelar las aspiraciones sin plazo fijo para su resoluci¨®n, ser¨ªa desalentador. En la coyuntura pol¨ªtica interior de Polonia, Hungr¨ªa y Checoslovaquia hay signos preocupantes de divisi¨®n de las fuerzas democr¨¢ticas y de creciente presi¨®n derechista. En Polonia, Solidaridad est¨¢ rota en dos, y Walesa se ha lanzado a una campa?a presidencial populista en la que rebrotan matices de nacionalismo y autoritarismo, mezclados con recelos y desprecios hacia Occidente. En Hungr¨ªa, la abstenci¨®n en las elecciones municipales ha alcanzado casi el 60%, lo que indica una apat¨ªa inquietante del electorado, alimentada por el desabastecimiento. Incluso en Checoslovaquia, donde la tradici¨®n democr¨¢tica est¨¢ mucho m¨¢s arraigada y donde el Foro Democr¨¢tico parec¨ªa agrupar a todas las fuerzas partidarias de la libertad, el ala derechista checa, encabezada por el ministro de Finanzas, Klein, se ha impuesta en ladirecci¨®n desplazando a personas cercanas al presidente Havel. A la vez, el auge nacionalista en Eslovaquia amenaza con crear conflictos con las minor¨ªas, h¨²ngara y otras, que viven en esa regi¨®n.
De todo ello sedesprende que ser¨ªa err¨®neo ignorar las amenazas a un desarrollo democr¨¢tico en los pa¨ªses del Este. No pueden excluirse resbalones populistas o autoritarios. Para tratar de evitarlos es preciso que la Europa occidental refuerce su pol¨ªtica de ayuda y que facilite, como se ha hecho con el ingreso de Hungr¨ªa en el Consejo de Europa, otras integraciones ¨ªnstitucionales. Incluso, ante la gravedad que pueden revestir los conflictos entre minor¨ªas nacionales, ser¨ªa importante que el Consejo de Europa estudiase la creaci¨®n de comisiones de control sobre el respeto de los idiomas y las culturas de las citadas minor¨ªas. Es algo que ya ha existido en la Sociedad de Naciones entre las dos guerras mundiales.
Por otra parte, la CE no puede ser indiferente ante las demandas de aproximaci¨®n que plantean varios pa¨ªses del Este. Si una plena integraci¨®n es hoy inviable deben encontrarse formas originales que permitan a ciertos pa¨ªses del Este asociarse, sobre todo en los ¨¢mbitos pol¨ªticos, a la actividad de la Comunidad. La actitud de la C¨¢mara de Estrasburgo facilitando que parlamentarios de esos pa¨ªses tomen parte -como observadores- en las labores de sus comisiones es positiva. Pero existen adem¨¢s otras formas de acercar los pa¨ªses del Este y del Oeste en torno a problemas de pol¨ªtica exterior que nos son comunes.
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