Un sargento israel¨ª muerto y dos soldados acuchillados en ataques palestinos
Los ataques contra el ej¨¦rcito israel¨ª continuaron ayer con el acuchillamiento de dos soldados en una encrucijada de la ciudadela hist¨®rica de Jerusal¨¦n y la muerte a tiros de un sargento destacado en un puesto fronterizo. El agresor, un palestino infiltrado desde Jordania, fue detenido mientras el asaltante de los soldados -herido levemente- hu¨ªa por las callejuelas del barrio musulm¨¢n de la Ciudad Santa.
De madrugada, un palestino de 16 a?os armado con una pistola, consigui¨® eludir varias patrullas m¨®viles y sorprendi¨® al sargento Pinhas Levi, de 37 a?os, en su puesto de guardia del paso de Adam, una de las fronteras con Jordania establecidas por Israel despu¨¦s de la guerra de 1967.Abatido el suboficial, el palestino, que declar¨® haber atacado impelido por su devoci¨®n isl¨¢mica, se adentr¨® en las dependencias militares de la aduana, donde fue reducido. El pasado d¨ªa 8, cuatro polic¨ªas jordanos vestidos de civil procedentes tambi¨¦n de Jordania y con el Cor¨¢n entre sus pertenencias fueron detenidos despu¨¦s de un enfrentamiento armado con un pelot¨®n israel¨ª. El Gobierno de Isaac Shamir comunic¨® su protesta al rey Hussein, de quien reclam¨® mayor control sobre sus fuerzas de seguridad.
El apu?alamiento de los dos soldados guardafronteras, francos de servicio y sin chalecos contra armas blancas, se produjo a primeras horas de la ma?ana bajo los arcos bizantinos de la calle Aqabat et Takiyeh, de una ciudadela tomada por el revanchismo y frente al domicilio de Adas¨ªn Jilah, una de las 18 v¨ªctimas de la matanza de las mezquitas Al Aqsa y Omar.
Cuando los dos militares dejaban atr¨¢s el portal de esa vivienda, donde alguien escribi¨®: "Matad a m¨¢s", con la estrella de David como r¨²brica, y encaminados sus pasos hacia el t¨²nel que conecta con la explanada del Muro de las Lamentaciones, un palestino que hab¨ªa vigilado sus movimientos desde el interior de una farmacia consum¨® el duod¨¦cimo acuchillamiento ¨¢rabe en menos de un mes. Su navaja abri¨® en canal el cuello de uno de los soldados e hiri¨® levemente el antebrazo de su compa?ero. Su r¨¢pida huida fue favorecida por los escondites y el enrevesado trazado del barrio musulm¨¢n.
Hamidi Jilah, a menos de cinco metros del reguero de sangre dejado por los militares heridos, confesaba que tras la ca¨ªda de su hijo, de 15 a?os, en la represi¨®n armada del d¨ªa 8 de octubre, no le quedaban hijos con edad suficiente para vengar la muerte de su hermano. "El mayor s¨®lo tiene 11 a?os. No sabemos qui¨¦n ha hecho esto".
Dos comunidades
Un soldado perteneciente a la emisora del Ej¨¦rcito se acerc¨® entonces y solicit¨® tambi¨¦n sus declaraciones. El padre de Adasin, con un gesto de profunda amargura, se quej¨® en su respuesta de que nadie se ocupaba de los palestinos "ni siquiera la ONU". Surgi¨® en ese momento la confrontaci¨®n de dos comunidades y acab¨® el di¨¢logo: un palestino se aproxim¨® al grupo y reproch¨® la disposici¨®n del padre a hablar con un soldado israel¨ª, y a su vez una patrulla armada cercana orden¨® la retirada del mil?tar en funci¨®n de periodista, al que increparon por no vestir el chaleco especial.
Los barrios jud¨ªo, musulm¨¢n, cristiano y armenio de la ciudadela sagrada, donde viven 30.000 personas, fueron aislados militarmente durante media hora. Se practicaron detenciones y los comercios cerraron. Reabiertas las puertas de un recinto amurallado de cuatro kil¨®metros de circunferencia, un ciclista entr¨® por ellas. En el cuadro de su bicicleta se le¨ªa: "Dios es sionista".
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