El triunfo de Eduardo Mendoza
La gente no sal¨ªa de su asombro el pasado viernes en el estreno en Barcelona de la primera obra de teatro escrita por Eduardo Mendoza. "No es posible", dec¨ªa uno, "que ¨¦sta sea la primera pieza teatral que escribe Eduardo Mendoza; hay demasiado teatro, ?y qu¨¦ teatro!, para tratarse de un autor novel". "Hac¨ªa muchos a?os que no se escuchaba un catal¨¢n tan rico en el Romea", dec¨ªa otro; "Jurar¨ªa que su amigo Gimferrer le ha echado una mano".Pues mira por donde se trata efectivamente de la primera obra teatral que escribe Mendoza. Eduardo Mendoza es un autor novel, pero un novel muy especial. Normalmente, cuando se empuja a un novelista hacia el escenario se hace despu¨¦s de sopesar la calidad de sus di¨¢logos o la originalidad de sus historias. Se va, descaradamente, a rellenar un pollo de tristes carnes, un pollo que el trujim¨¢n del director, que es el gran chef de la nouvelle cocina teatral, sabr¨¢ luego, con la ayuda de su pinche, el dramat¨²rgico, presentarnos debidamente disfrazado.
No es ¨¦ste el caso de Mendoza. Eduardo Mendoza sabe m¨¢s teatro que muchos directores y muchos dramat¨²rgicos. Con ello quiero decir, para empezar, que se sabe su Shakespeare, su Moli¨¨re, su Goldoni, su Chejov. .. y que se los sabe muy bien. Y que adem¨¢s de saber dibujar personajes, hacerles dialogar, crear situaciones, sabe mirar y escuchar, sobre todo escuchar, esa criatura que ha salido de su cabeza, con los ojos y los o¨ªdos de un espectador, y ese es un arte que muchos noveles desconocen.
Suele decirse que una cosa es la literatura dram¨¢tica y otra el teatro, que la literatura dram¨¢tica no se convierte en teatro, hasta que no llega al escenario. Pues bien, si se lee Restauraci¨® -el t¨ªtulo la verdad, no mata- en la edici¨®n de Seix Barral, se comprobar¨¢ f¨¢cilmente que un 80% de ese posible teatro ya est¨¢ ah¨ª, en el texto, sabiamente desplegado.
En mi opini¨®n, los personajes de Mendoza podr¨ªan ser perfectamente chejovianos, postchejovianos, con esa mezcla de ternura e iron¨ªa del que hace gala el sovi¨¦tico Slavkin; con alg¨²n tinte gogoliano y algunas pinceladas del veneciano, de Goldoni, sobre todo en el juego teatral, y todo ello servido en un catal¨¢n de retorta y alambique, con un ligero perfume carneriano, manipulado por el barman, un tal T. S. Elliot, de un bar de c¨®micos del West End. Para decirlo m¨¢s claramente: se trata de una obra de Eduardo Mendoza. Lean ustedes las novelas de Mendoza y ver¨¢n que ese humor, esa iron¨ªa, esa vertiente esperp¨¦ntica ya est¨¢n ah¨ª, y que lo que hace Mendoza con el catal¨¢n ya lo ha hecho antes con el castellano.
Restauraci¨® es una obra escrita para Rosa Novell. La actriz interpreta el personaje de Mallenca, una mujer con una historia oscura, novelesca, mejor, folletinesca, que vive retirada en una mas¨ªa y, en una noche de tormenta y de guerra (carlista), recibe la visita de tres hombres. La mujer, que no sabemos si en realidad es tal. Mallenca (su nombre de guerra) o Maria Teresa (como ella afirma llamarse) o Madame Butterfly, debe escoger, como la viuda gol doniana, entre los tres hombres. Mendoza, que en esa noche de truenos y disparos oficia de Puck, abre puertas y ventanas, cambia unos disfraces por otros y hace que todo se encamine ha cia una restauraci¨®n: Mallenca volver¨¢ con su hombre, Bernat. Claro est¨¢ que esta restauraci¨®n va mucho m¨¢s all¨¢ de la peripecia borb¨®nica protagonizada por el joven antepasado del actual monarca, y debe entenderse de una rrianera mucho m¨¢s amplia y actual. Es todo un pa¨ªs, toda una sociedad que se restaura y se res taura op¨ªparamente, hasta el punto que la obra culmina con una nov¨ªsima Oda a Barcelona recitada con verdadera unci¨®n por Rosa Novell.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.