La Provenza de Lawrence Durrell
En su ¨²ltimo libro, el escritor da su visi¨®n del paisaje que le subyug¨® hasta la muerte
Mi visi¨®n de Provenza es necesariamente parcial y personal, advierte Lawrence Durrell al inicio de su ¨²ltimo libro, Caesar's vast ghost. Aspects of Provence (Faber and Faber), de reciente publicaci¨®n en el Reino Unido. Y es que el autor de El cuartelo de Alejandr¨ªa, fallecido el pasado 8 de noviembre, mantuvo con Provenza una historia de amor que se prolong¨® durante los ¨²ltimos 30 a?os. Caesar's vast ghost trata de la relaci¨®n del escritor con su Provenza, de la atracci¨®n que esta tierra despert¨® en un ingl¨¦s nacido en el Himalaya que renegaba del Reino Unido y que prefiri¨® vivir bajo la c¨¢lida luz del Mediterr¨¢neo, en Grecia, Alejandr¨ªa, Sicilia o Provenza.
Caesar's vast ghost (El vasto fantasma de C¨¦sar) es, en cierto modo, el testamento literario de Durrell. Y lo es no s¨®lo por tratarse del ¨²ltimo libro del escritor, sino porque era una deuda aplazada durante a?os. Provenza estaba presente en El quinteto de Avi?¨®n, pero el mismo Durrell era consciente de que deb¨ªa escribir un libro espec¨ªfico sobre Provenza, como lo hab¨ªa escrito sobre las islas griegas o sobre Sicilia. Deb¨ªa ser un libro descriptivo del lugar, puesto que, al fin y al cabo, los ingleses valoraban a Durrell como escritor topogr¨¢fico.Ya en la introducci¨®n, el libro contiene palabras premonitorias de una muerte que el escritor intu¨ªa cercana. Habla Durrell de los amigos fallecidos -Henry Miller, Giono, etc¨¦tera-, de los que le acompa?aron en su largo recorrido por el bello paisaje de Provenza, y escribe: "A veces siento que me han dejado aqu¨ª para terminar este libro antes de unirme a ellos". Y lo cierto es que la muerte casi coincidi¨® con la publicaci¨®n del libro.
Personal
"Mi versi¨®n de Provenza es necesariamente parcial y personal", escribe Durrell. Es una advertencia previa comprensible en alguien que, como ¨¦l, lleg¨® hace 30 a?os a la regi¨®n y qued¨® subyugado por un paisaje de perfiles suaves, luz mediterr¨¢nea y carreteras sinuosas y arboladas. Durrell se instal¨® primero cerca de Nimes, pero poco despu¨¦s se traslad¨® a Sommi¨¨res, a un caser¨®n de aspecto abandonado, cerca del cementerio, donde se convirti¨® en monsieur Durrell, un vecino un tanto estrafalario."Zigzagueando por esas largas y polvorientas carreteras, entre bosquecillos de olivos, bajo t¨²neles temblorosos de hojas verdes, llegu¨¦, sumergi¨¦ndome de penumbra en penumbra, sintiendo ese helado contraste entre el sol resplandeciente y la oscuridad bajo los pl¨¢tanos agitados, saltando como trucha en los r¨¢pidos de un estanque de sombras al siguiente; las sombras casi glaciales en comparaci¨®n con la luz del sol y el cielo azul metal". As¨ª describe Durrell su llegada a Provenza.
En las p¨¢ginas siguientes, salpicadas de poemas con referencias provenzales, habla el escritor de la personalidad de Provenza, de su historia, de la imborrable huella romana, de la fiesta de los toros, de la original cocina y del aceite de oliva, del vino, del pastis "como acompa?amiento ideal para las meditaciones de atardecer de los jugadores de petanca".
Durrell esquiva la autobiograf¨ªa de datos precisos y tampoco quiere hacer una gu¨ªa pr¨¢ctica para el viajero. Recuerda, por ejemplo, la primera casa que compr¨® cerca de Nimes -donde ahora reside su hermano Gerald-, pero no se detiene a precisar fechas ni pretende ser fiel a un orden cronol¨®gico. Dedica el libro a su compa?era, Fran?oise -fugitiva del Par¨ªs del 68-, pero no la cita en sus p¨¢ginas. El suyo es, ante todo, un paseo de enamorado por Provenza, un dejarse ir sin pretensiones de totalidad.
Proclama Durrell la especificidad del paisaje. "Aunque Provenza ha estado unida a Francia durante unos 400 a?os", escribe, "no hay parte de Francia que haya mantenido su individualidad como el Midi". Y a?ade: "Provenza es aproximadamente tan francesa como el Pa¨ªs de Gales es ingl¨¦s. En otras palabras, ?no lo es en absoluto! ".
En su recorrido por Provenza se detiene Durrell para expresar su admiraci¨®n por el pasado romano y por los numerosos monumentos que quedan del antiguo esplendor. "La ¨²nica vejaci¨®n para el visitante de Provenza", comenta, "es descubrir con consternaci¨®n que no tiene suficiente tiempo para hacer justicia a todo lo que el pa¨ªs tiene que ofrecer en cuanto a monumentos hist¨®ricos".
Al elegir un monumento se inclina por la armon¨ªa del Pont du Gard, y al aconsejar un punto de partida para explorar la regi¨®n no duda al se?alar Arles. El personaje favorito es C¨¦sar, el hombre que marc¨® la regi¨®n. "Provenza es una bella met¨¢fora nacida de la impaciencia de C¨¦sar con un corredor geogr¨¢fico en el que amontonaban ruinas de un centenar de culturas", escribe. Y a?ade: "El fantasma de C¨¦sar todav¨ªa planea por esas tierras".
Para terminar, Durrell deja un poema titulado Le cercle referm¨¦, donde asoma su simpat¨ªa por el budismo, que termina con la palabra adi¨®s. El c¨ªrculo se cierra. Durrell se fue, pero su Provenza sigue viva y afortunadamente, queda lo escrito como testimonio de una relaci¨®n intensa.
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