"No tengo d¨ªas normales"
Los encuentros directos con el hombre siguen siendo infrecuentes y tortuosos. Si uno quiere encontrar al Minotauro, tiene que adentrarse en el laberinto de sus dispositivos de seguridad. No obstante. entre sus amigos son habituales algunos encuentros y visitas fugaces: Rushdie a medianoche proponiendo recitar las obras completas de Bob Dylan, viendo el pasado verano la Copa del Mundo por televisi¨®n (con sus implacables parodias de los comentaristas de deportes), cayendo mientras intentaba hacer una demostraci¨®n de una versi¨®n especialmente lenta del twist o comiendo pizza y escuchando atentamente a Jimmy Hendrix. La postura de Rushdie es realmente maniquea, pero ¨¦l no es ni bueno ni malo; es simplemente un escritor -c¨®mico, ir¨®nico y ardiente-. Para demostrarlo, Rushdie acaba de terminar una novela claramente alegre y honesta. un libro infantil para adultos titulado Haroun and the sea of stories (Haroun y el mar de los cuentos). Hay veces en que la situaci¨®n de Rushdie parece una divagaci¨®n sin sentido, un accidente ca¨®tico, otras veces la ves como algo b¨¢sico y ejemplarizante. Creo que los amigos de Rushdie deben pensar en ¨¦l todos los d¨ªas, pero tambi¨¦n sospecho que sus amigos escritores piensan en ¨¦l cada media hora ?l sigue con nosotros, y nosotros con ¨¦l."Cuando o¨ª por primera vez la noticia, pens¨¦ que era hombre muerto. Cuesti¨®n de un d¨ªa, dos d¨ªas". Este encuentro tuvo lugar en un lugar misterioso; nos reunimos a trav¨¦s de algo que Haroun llamar¨ªa P2C2E: un proceso demasiado complicado para poder explicarlo. "En tales momentos, uno piensa en todo lo malo. Se piensa en no poder ver crecer a los hijos, en no poder hacer la obra que se quiere hacer. Extra?amente, esas cosas duelen m¨¢s que la propia idea de estar muerto. En cierto modo, uno es incapaz de comprender esa realidad",
La realidad parec¨ªa escapar por todas partes ese d¨ªa, el 14 de enero de 1989 -el d¨ªa de la fatwa de Jomeini-. Recuerdo que incluso el cielo estaba extra?amente radiante. Rushdie se enter¨® de la noticia cuanido una emisora de radio le llam¨® por tel¨¦fono para pedirle su opini¨®n. "?C¨®mo se siente al haber sido sentenciado a muerte por el ayatol¨¢? ?Tiene algo que decir?". Consigui¨® expresar algo ("Dios sabe lo que dije"), y luego deambul¨® por la casa, corriendo las cortinas y bajando las persiar¨ªas. A continuaci¨®n paso. como en sue?os, por una entrevista para el programa matinal de la CBS y asisti¨® a la que ser¨ªa su ¨²ltima aparici¨®n en p¨²blico; el funeral de su ¨ªntimo amigo Bruce Chatwin.
A veces le digo que si el asunto Rushdie fuera, por ejemplo, el asunto Amis, ahora yo ser¨ªa una miseria andante y lloriqueante de 150 kilos, sin cejas ni pelos en la nariz, y cubierto de pinchazos y quemaduras producidos por diversos episodios con la jeringuilla y la pipa de crack. El ha engordado algo ("falta de ejercicio") y ha vuelto a fumar moderadamente; durante un tiempo padeci¨® algo de asma debido a la tensi¨®n. Pero Rushdie no ha cambiado, conserva su complex¨ª¨®n saludable, el hoyuelo en su labio superior cuando sonr¨ªe (que da una sensaci¨®n infantil), los ojos tan ex¨®ticamente cubiertos que est¨¢ pensando desde hace tiempo someterse a una peque?a operaci¨®n para evitar que los p¨¢rpados acaben ocultando el iris. Su invariablemente humor¨ªstico aspecto no ha cambiado, sigue inalterado. A veces, cuando se le llama por tel¨¦fono, su "Oh, estoy bien" no es convincente, pero por lo dem¨¢s es un milagro de equilibrio.
?C¨®mo vive ahora?
Examinarlo a fondo es comprometerlo, pero se puede decir algo de c¨®mo vive ahora. Vive como un agente secreto, es a un tiempo n¨®mada y recluso. "?Un d¨ªa normal? No tengo d¨ªas normales, porque siempre existe la posibilidad de tener que mudarme. Leo mucho. Hablo mucho por tel¨¦fono -dos o tres horas al d¨ªa-. Juego partidas en el ordenador. Ajedrez, Supermario. Soy un maestro de los Supermario I y II. Adem¨¢s de eso, hago lo que tengo que hacer. Empiezo a trabajar a las 10.30, nunca almuerzo, y acabo a eso de las cuatro". En general, un escritor est¨¢ m¨¢s vivo cuando est¨¢ solo. Entonces puede proseguir con la labor de imaginar otras personas. Pero detr¨¢s de la soledad suele haber un murmullo multitudinario que Rushdie ya no oye. "Lo que m¨¢s echo en falta. es no poder salir por la noche o por la tarde o por la ma?ana. No poder aclararme la cabeza dando un paseo".No es ninguna sorpresa enterarse de que una sentencia de muerte no es lo mejor para concentrar la imaginaci¨®n. Haroun an the sea of stories es el resultado de una lucha sin precedentes. "Las distracciones eran m¨¢s internas que externas. Cuando escribo, me sumerjo en esa parcela de m¨ª mismo de donde sale la novela. Pero ten¨ªa que abrirme camino por esa otra cuesti¨®n: la crisis. Cuando llegaba a ese punto ya estaba agotado". Haroun empez¨® como una serie de cuentos para dormir que Rushdie le contaba a su hijo Zafar -"o cuentos para el ba?o. Los escuchaba metido en el ba?o o envuelto en una toalla"- Cuando Rushdie estaba a punto de terminar Los versos sat¨¢nicos, Zafar le hizo prometer a su padre que se olvidar¨ªa un tiempo de los mayores y escribir¨ªa un libro para ni?os. "No hubiera podido escribir una novela para adultos. No ten¨ªa ni la concentraci¨®n ni la calma. Ten¨ªa que mantener esta promesa a Zafar, porque era la ¨²nica cosa que pod¨ªa hacer para ¨¦l. ?se fue el l¨¢tigo que utilic¨¦ para disciplinarme. Eso me dio la energ¨ªa para hacer algo tan extra?o como escribir un cuento de hadas en medio de una pesadilla. No hay nada m¨¢s absoluto que la promesa hecha a un hijo. No se puede romper".
El nuevo libro se puede leer, y as¨ª se leer¨¢, como un comentario fant¨¢stico a la situaci¨®n del autor. Tal lectura es sin duda ingenua, pero la pureza de la respuesta literaria es otro de los privileglos a los qe Rushdie tiene que renunciar -por ahora-. De pronto, todos sus libros parecen predecir y analizar su actual situaci¨®n, y partes de Los versos sat¨¢nicos son casi vulgarmente premonitorias ("Tu blasfemia, Salman, no puede ser perdonada... Poner tus palabras contra las palbras de Dios.. . "). En cualquier caso, Haroun es un cl¨¢sico menor de apasionada inventiva, En el cambio de g¨¦nero. despu¨¦s de todo, casi no se notan las costuras; qu¨¦ es el realismo m¨¢gico, sino la ilusionada amplitud de la imaginaci¨®n de un ni?o? Aqu¨ª est¨¢n las historias que Rushdie le quer¨ªa contar a su hijo. Hay m¨¢s que eso, sin embargo, tambi¨¦n se ve al ni?o que hay en Rushdie, sus ilusiones, su picard¨ªa, su inocencia, su coraz¨®n anhelante.
Palabra grande
Al preguntarle si tiene un plan para el futuro. Rushdie dice: "Un plan. Bueno, plan ser¨ªa una palabra demasiado grande para eso". Su supervivencia, lo mismo que su capacidad de esperanza, seguir¨¢ siendo una cuesti¨®n de improvisaci¨®n diaria. De vez en cuando se oye a un estadista de Teher¨¢n manifestarse en los siguientes t¨¦rminos: si Rushdie a) admite que estaba equivocado, b) renuncia a la edici¨®n en rustica. c) retira y destruye la edici¨®n en pasta dura, d) se compromete a grandes satisfacciones y, e) se convierte en un devoto musulm¨¢n, seguir¨¢ sin ser suficiente. ?Qu¨¦ ser¨¢ suficiente? El tono del reto hace pensar a uno en el herido de amor, en el adolescente moribundo. Podr¨ªa ser casi un Haroun menos benigno y compasivo. Llena el oc¨¦ano con tus l¨¢grimas. Llora el cauce de un r¨ªo.Una vez que Rushdie inici¨® su cuento de hadas, todas las dificultades desaparecieron. Escribi¨® la primera versi¨®n en dos meses y medio, y la segunda, en dos semanas. "A una velocidad tremenda. Un cap¨ªtulo por d¨ªa". El progreso no tuvo que ver con ning¨²n carribio en las circunstancias.Se debi¨® a la estructura de la primera fase, "que parec¨ªa tener una gran cantidad de energ¨ªa. Era como un diapas¨®n". Y Rushdie la cita: "Hab¨ªa en un tiempo, en el pa¨ªs de Alifbay, una ciudad triste, la m¨¢s triste de las ciudades, una ciudad tan desesperadamente triste que hab¨ªa perdido su nombre".
Pero el lector ya est¨¢ triste, ya est¨¢ conmovido y obsesionado por la dedicatcria del libro (un acr¨®stico), que hace referencia a una lejan¨ªa forzada, a una sensaci¨®n de b¨²squeda frustrada y a un tiempo perdido que ning¨²n final f¨¦liz puede reparar:
"Zembla, Zenda, Xanad¨²:
All our dream-worlds may come true.
Fairy lands are fearsome too.
As I wander far form view
Read, and bring me home to you".
Una traducci¨®n posible ser¨ªa:
"Zembla, Zenda, Xanad¨²:
nuestros mundos so?ados se har¨¢n realidad.
Los pa¨ªses de las hadas tambi¨¦n dan miedo.
Mientras estoy oculto, lee y ll¨¦vame a casa contigo".
Traducci¨®n: Leopoldo Rodr¨ªguez Regueira.
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