Miserias
Durante dos a?os, este pa¨ªs se ha divertido a costa de la ropa interior de una muchacha, de cuyo nombre no quiero acordarme, y de la s¨²bita y un tanto chapucera prosperidad del hermano del m¨¢s letrado de los pol¨ªticos espa?oles de todos los tiempos. En el primer caso no hab¨ªa otra finalidad que poner en la picota la honorabilidad de la jet, estamento entre la ociosidad y la falsa utilidad, conver tida en chivo expiatorio de un siste ma corrupto, corruptor y jaleado desde las m¨¢s altas instancias pol¨ªticas y ¨¦ticas del poder. En el segundo caso se trataba de exigir honradez a la democracia, y Juan Guerra se convert¨ªa en el ¨¢rbol que no dejaba ver el bosque del canibalismo neo capitalista. De pronto aparecen cuestiones de las que dan sentido o se lo quitan a la democracia misma, y ninguna tan grave como esa cruzada al golfo P¨¦rsico porque tras ella aparecen valores fundamentales como son paz o guerra. Est¨¢ tan desintegrada la conciencia social de este pa¨ªs que esa gran cuesti¨®n ha quedado enmascarada de mercanc¨ªa informativa, una m¨¢s de las que van y vienen y duran lo que tienen que durar, probablemente hasta que la guerra signifique muerte; entonces nos sacaremos las eleg¨ªas de la bragueta y podremos todos salir desnudos en un gigantesco desplegable colectivo de miserables...
?D¨®nde est¨¢ el debate sobre los valores democr¨¢ticos a defender en el golfo P¨¦rsico entre un bandido local y un frente unido de mercaderes de armas y gasolinas? ?D¨®nde el debate sobre la eticidad de un Consejo de Seguridad que declara la guerra a Irak por la misma causa que en el pasado recient¨ªsimo no fue suficiente para declar¨¢rsela a Estados Unidos, la URSS brezneviana, la Sur¨¢frica o el Israel de siempre? Que al menos lo sucedido y lo por suceder sirvan para a?adir un estudio sobre belicismo al frondoso Programa 2000.
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