Euskadi, en Madrid
La danza como expresi¨®n de los lazos de solidaridad de una comunidad se muere en todas partes, pero el Pa¨ªs Vasco es probablemente el ¨²nico territorio europeo -quiz¨¢ del mundo occidental- donde a¨²n puede verse a concejales, alcaldes e incluso consejeros del Gobierno aut¨®nomo, a las once de la ma?ana y en perfecto estado de sobriedad, marcarse unos pasos de baile mientras participan en un acto oficial. Al mismo tiempo no cabe olvidar que algunas danzas tradicionales vascas han sido de fundamental importancia en la formaci¨®n del vocabulario t¨¦cnico de la danza art¨ªstica teatral de la era moderna -el ballet cl¨¢sico-, que lo reconoce oficialmente en su nomenclatura francesa a¨²n vigente en todo el mundo (pas de basque, saut de basque). Todo esto confiere un inter¨¦s y una importancia especial a cualquier manifestaci¨®n de danza vasca que pueda verse, lo que no es frecuente fuera de Euskadi.La deuda del ballet con la danza vasca va mucho m¨¢s all¨¢ de esos pasos se?alados, como pudo apreciarse en el espl¨¦ndido espect¨¢culo Zortziko, dirigido por Juan Antonio Urbeltz, que la Consejer¨ªa de Cultura del Gobierno vasco ha tenido la buena idea de traer este fin de a?o a Madrid: son decenas de pasos -pr¨¢cticamente todos los que configuran el repertorio de cualquier variaci¨®n cl¨¢sica de allegro-, pero sobre todo es un concepto de la individualidad y del virtuosismo, ajeno a las manifestaciones folcl¨®ricas de otras tierras, lo que pas¨® al ballet.
Zortziko (espect¨¢culo de danzas vascas)
Grupos Argia (San Sebasti¨¢n), Goizaldi (San Sebasti¨¢n), Haritz (Elg¨®ibar), Harkaitz (San Sebasti¨¢n y A?orga), Iturengo Zampantarrak (lturen, Navarra) y Laputarrak (Laburdi). Direcci¨®n musical: Mirian Arregui. Coreograf¨ªa y direcci¨®n art¨ªstica: Juan Antonio Urbeltz. Madrid, Palacio de Congresos y Exposiciones, 29 y 30 de diciembre.
El espect¨¢culo -en el que participan m¨¢s de un centenar de int¨¦rpretes entre bailarines y m¨²sicos de diversas localidades- logra un dificil equilibrio entre la admirable naturalidad del movimiento de los bailes populares y la teatralidad imprescindible para que el espect¨¢culo venza el fr¨ªo marco del escenario, pero a conveniente distancia de las f¨®rmulas estilo Moisseyev que han uniformizado y amanerado los espect¨¢culos de base folcl¨®rica de todo el Este y parte del Oeste europeos. Algunas danzas -como la irradaka que cierra la primera parte, en que las mujeres forman dos grandes c¨ªrculos que giran interminablemente- consiguen transmitir el sentido m¨¢gico del corro primitivo, mientras ilustran, mejor que ning¨²n core¨®grafo contempor¨¢neo de la escuela minimalista, la fuerza hipn¨®tica y regeneradora de la reiteraci¨®n concentrada.
La segunda parte -que com¨ªenza con una fantas¨ªa pantom¨ªmica sobre tema medieval morisco y termina con danzas de carnaval de Lapurdi y Navarra- es quiz¨¢ m¨¢s discutible, pero revela un indudable talento coreogr¨¢fico, adem¨¢s de una vocaci¨®n creativa en la labor investigadora y de preservaci¨®n de Urbeltz. El p¨²blico del Palacio de Congresos -parte del cual coreaba los temas musicales y no pod¨ªa ocultar su emoci¨®n- aplaudi¨® con entusiasmo todos los n¨²meros largamente al final.
Babelia
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