Salman Rushdie en la autov¨ªa
LAS EMPRESAS adjudicatarias de la construcci¨®n de la autov¨ªa que unir¨¢ Guip¨²zcoa y Navarra han comunicado que no iniciar¨¢n las obras porque las amenazas de ETA y las visitas de representantes de Herri Batasuna han provocado en ellas "una situaci¨®n de p¨¢nico generalizado". Los autores de las amenazas -avaladas por atentados que han supuesto p¨¦rdidas por un importe de 1.000 millones de pesetas y por un impresionante historial de cr¨ªmenes cumplidos- y sus enviados civiles estar¨¢n, as¨ª pues, de enhorabuena. Su satisfacci¨®n tiene que ser grande: comparable a la de los ayatatol¨¢s que condenaron a muerte, por imp¨ªo, a Salman Rushdie y pueden, dos a?os despu¨¦s, leer en la prensa la confesi¨®n de fervor isl¨¢mico del escritor. Una satisfacci¨®n comparable a la del atracador que consigue hacerse obedecer por aquellos a quienes enca?ona, a la del mafioso que es respetuosamente saludado en la calle por el tendero al que acaba de hacer objeto de su extorsi¨®n. ?sa es la victoria de los pistoleros de ETA y sus representantes en la tierra.En alarde de hipocres¨ªa, esos vicarios han alabado el buen sentido de los empresarios, afirmando que la decisi¨®n por ellos adoptada no obedece a las amenazas o presiones recibidas, sino a su "sensibilidad social", que contrasta, dicen, con la "cerraz¨®n y totalitarismo de las instituciones". Ocurre, sin embargo, que las instituciones concernidas llevaban a?os carg¨¢ndose de raz¨®n. La autov¨ªa, una iniciativa surgida en los a?os setenta, fue hace una d¨¦cada apoyada con entusiasmo por el nacionalismo radical, que ve¨ªa en ella un instrumento decisivo para facilitar la comunicaci¨®n entre Navarra y las provincias costeras vascas. Asumido el proyecto por las instituciones de esos territorios, sus ¨®rganos representativos debatieron en decenas de sesiones la forma de hacer compatible aquel objetivo con el m¨ªnimo impacto ambiental, invirti¨¦ndose fuertes sumas en estudios t¨¦cnicos que aconsejaron modificar el trazado previsto.
Algunos partidos s¨®lo otorgaron su apoyo cuando esas modificaciones fueron firmes y se ofrecieron garant¨ªas medioambientales complementarlas. Se exigi¨® un dictamen de la CE, y cuando lo hubo fue cuestionado por los mismos amigos de ETA que antes lo hab¨ªan solicitado y que pasaron entonces a reivindicar un refer¨¦ndum. En fin, los responsables de la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa y del Gobierno de Navarra accedieron a entrevistarse con los representantes de la coordinadora opuesta al trazado de la autov¨ªa y se acept¨® la moratoria de hecho por ellos planteada. Puede decirse que ninguna obra p¨²blica en Europa ha contado con una carga de legitimaci¨®n comparable.
Todo ello ha resultado in¨²til frente a la suprema instancia del terror. Si alguien necesitaba una prueba adicional de lo que Herri Batasuna entiende por respeto a la soberan¨ªa popular, ah¨ª la tiene. La lecci¨®n ser¨¢ ¨²til tambi¨¦n para quienes cada vez que se produce una nueva ofensiva terrorista repiten que las ra¨ªces del problema son pol¨ªticas y que, por tanto, hay que negociar pol¨ªticamente con ETA. Cuando lo que demuestra la experiencia es que esa forma de desestimiento s¨®lo sirve para estimular la paranoia de omnipotencia de los profetas armados. Si un d¨ªa fueran aceptadas las exigencias etarras para dejar de matar (la autodeterminaci¨®n, un refer¨¦ndum en Navarra, etc¨¦tera), poco tardar¨ªan esos profetas en descubrir que tales concesiones no ofrecen garant¨ªas verdaderamente democr¨¢ticas, por lo que el recurso a las armas seguir¨ªa siendo m¨¢s necesario que nunca.
Ni ETA ni sus amigos son capaces de resolver problema alguno de los vascos, pero s¨ª lo son de impedir que los dem¨¢s lo hagan. Su desesperada b¨²squeda de nuevas banderas que demuestren la vigencia y eficacia de la lucha armada los lleva a apuntarse a cualquier bombardeo, incluso si resulta manifiestamente contradictorio, como es el caso, con los intereses del nacionalismo. Pues lo importante no son los objetivos, sino demostrar que su intervenci¨®n ha resultado determinante en el desenlace. Las instituciones y los partidos democr¨¢ticos han reaccionado con firmeza. Lo que est¨¢ en juego, ha dicho el diputado general de Guip¨²zcoa, es la posibilidad misma de la libertad. Cuantas medidas propongan las instituciones deber¨¢n contar con el apoyo incondicional de los vascos porque, ciertamente, ninguna convivencia en libertad ser¨¢ posible en Euskadi si la sociedad vasca acepta pasivamente que una minor¨ªa violenta, escud¨¢ndose en cualquier tipo de argumento, venga o no a cuento, pueda anular mediante el p¨¢nico el juicio de las gentes, produciendo milagrosas conversiones. Tan milagrosas como la de Rushdie al islamismo.
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