Un guerrillero convertido diplom¨¢tico
El Mossad jam¨¢s le hab¨ªa perdonado su nunca bien probada participaci¨®n en la matanza de atletas israel¨ªes durante la celebraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de M¨²nich de 1972. La CIA le ten¨ªa entre ceja y ceja como presunto organizador del asesinato en 1973 del embajador norteamericano en Jartum. Salah Jalaf, m¨¢s conocido como Abu Iyad, casado y con seis hijos, era uno de los hombres m¨¢s amenazados del mundo, y lo sab¨ªa.Tras el asesinato por un comando israel¨ª de Abu Yihad en su residencia de T¨²nez, en 1988, la OLP hab¨ªa redoblado las medidas de precauci¨®n en torno al hombre que ese crimen hab¨ªa convertido en n¨²mero dos de la central palestina y brazo derecho de Yasir Arafat. La casa tunecina de Abu Iyad estaba protegida como la de un jefe de Estado, y el dirigente palestino nunca se desplazaba sin una media docena de fieles guardaespaldas.
Y, sin embargo, Abu Iyad fue el principal interlocutor durante m¨¢s de un a?o de Robert Pelletreau, embajador norteamericano en la capital magreb¨ª. Era la ¨¦poca en que obedeciendo a un ¨²ltimo deseo del presidente Ronald Reagan, respetado por su sucesor, George Bush, Washington sosten¨ªa un di¨¢logo con la OLP con vistas a sacar del atolladero el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo.
Numerosos sectores de la Administraci¨®n norteamericana eran reticentes a la idea de que el embajador Pelletreau se entrevistara con un hombre considerado un "ex terrorista" por el Mossad y la CIA. Bush, no obstante, terci¨® en la pol¨¦mica dejando a la discreci¨®n del diplom¨¢tico la definici¨®n de con qui¨¦n ¨¦l pod¨ªa o no hablar.
El Abu Iyad que se entrevist¨® en repetidas ocasiones con Pelletreau era un hombre de aspecto sonriente y relajado que en realidad estaba de guardia permanente. S¨®lo su extraordinario consumo de cigarrillos reflejaba la tensi¨®n que le recorr¨ªa. Como su amigo y patr¨®n Yasir Arafat, Abu Iyad hac¨ªa grandes esfuerzos para transformar su imagen de antiguo guerrillero -terrorista para los israel¨ªes y nortearriericanos- en la de un hombre de paz. Lo consegu¨ªa.
Abu Iyad lleg¨® a enviar un v¨ªdeo a la televisi¨®n israel¨ª explicando su aceptaci¨®n de la f¨®rmula de dos Estados coexistiendo en lo que hab¨ªa sido antiguo mandato brit¨¢nico en Palestina. Debi¨® de ser duro para un hombre que siempre hab¨ªa defendido la idea imposible de la desaparici¨®n del Estado de Israel y la creaci¨®n de un ¨²nico Estado palestino, donde todos, jud¨ªos, musulmanes y cristianos, vivieran en paz y democracia. El dirigente palestino siempre rechaz¨® su presunta participaci¨®n en la matanza de M¨²nich y en el asesinato de Jartum.
Con independencia de su participaci¨®n o no en hechos terroristas, Abu Iyad era ciertamente un hombre de acci¨®n. En septiembre de 1970, fue el responsable del movimiento armado palestino que intent¨® destronar al rey Hussein y tomar el control de Jordania. Pero la vida -el fracaso de los m¨¦todos guerrilleros de la OLP y el surgimiento espont¨¢neo de la Intifada- le hab¨ªa convertido en un diplom¨¢tico.
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