Los avatares de una elecci¨®n
ANDR? FONTAINEPara el articulista y ex director de Le Monde, el candidato a su sucesi¨®n ten¨ªa que superar un list¨®n tan alto de confianza de la Redacci¨®n que, seg¨²n ese c¨®mputo, no se podr¨ªan elegir muchos presidentes, primeros ministros e incluso papas
Cuando, en enero de 1985, fui llamado para tomar la direcci¨®n de Le Monde, iba a cumplir 64 a?os. Me pareci¨® honesto, en estas condiciones, precisar que no contaba con finalizar el mandato de ocho a?os que acababan de confiarme. En el verano de 1989, me puse en contacto con la Sociedad de Redactores, que detenta un derecho de veto sobre todas las decisiones importantes, para proponerle el nombre de un candidato a mi sucesi¨®n, precisando que, tal y como deseaban, saldr¨ªa de sus filas.Me pareci¨® que el m¨¢s indicado era Daniel Vernet, a quien hab¨ªa llamado a mi lado cuatro a?os antes como redactor jefe y que, tras haber sido corresponsal en Bonn, Mosc¨² y Londres, hab¨ªa dado en este puesto la medida de su formidable capacidad de trabajo, de su rigor y de su dedicaci¨®n en todo momento al peri¨®dico. Pero la Sociedad de Redactores ha colocado muy alto el list¨®n de su confianza, ya que el candidato debe alcanzar, en la primera o en la segunda vuelta, m¨¢s de un 60% de los votos para obtener el puesto.
Seg¨²n este c¨®mputo, no se elegir¨ªan muchos presidentes, primeros ministros e, incluso, papas. Pero los periodistas de Le Monde han querido, con raz¨®n, que su jefe no pueda ser el producto de un clan o de una mayor¨ªa pasajera, sino que encarne verdaderamente el consenso m¨ªnimo sin el cual le ser¨ªa dif¨ªcil ejercer su autoridad.
Al no haber alcanzado este fat¨ªdico umbral, y a pesar de una mayor¨ªa que en otros escrutinios se habr¨ªa considerado m¨¢s que suficiente, Daniel Vernet no fue elegido.
Atravesamos muy serias dificultades t¨¦cnicas con la puesta en marcha de nuestros talleres de Ivry, que transtornan frecuentemente la distribuci¨®n, y nos preparamos a abandonar la rue des Italiens, sede de Le Monde desde su fundaci¨®n. Pareci¨® prudente en estas condiciones esperar un poco para reabrir el proceso electoral.
Desde que fue retomado de nuevo en julio de 1990, muchas cosas hab¨ªan cambiado en la empresa, adem¨¢s del hecho del traslado por separado de la administraci¨®n y la redacci¨®n en los nuevos y flamantes locales, luminosos, funcionales, en los que los periodistas, r¨¢pidamente, volvieron a sus art¨ªculos.
Bernard Wouts, nuestro admnistrador general, cuyo dinamismo hab¨ªa desempe?ado un papel considerable en la renovaci¨®n del peri¨®dico, nos hab¨ªa dejado al juzgar, un poco prematuramente, que su misi¨®n estaba cumplida. El diario popular Le Parisien, que imprim¨ªamos en Ivry, se hab¨ªa separado de nosotros tras un desacuerdo sobre la facturaci¨®n. Las condiciones de impresi¨®n tardaron en mejorar. La publicidad, cuyo crecimiento, rapid¨ªsimo durante los a?os precedentes hab¨ªa contribuido en gran manera al enderezamiento de nuestras Finanzas, se estanc¨®, como ocurr¨ªa desde hace tiempo en los pa¨ªses anglosajones.
El incremento evidente de la difusi¨®n, en contraste con un mercado generalmente moroso, no bastaba para impedir que los gastos no aumentaran m¨¢s r¨¢pidamente que los ingresos. Se impon¨ªa un plan de adaptaci¨®n si se quer¨ªa evitar que el ligero d¨¦ficit de explotaci¨®n previsible para 1990 no aumentara en el curso de los siguientes ejercicios.
Es en este clima poco favorable en el que la Sociedad de Redactores, teniendo en cuenta el punto de vista de una buena parte de sus miembros crey¨® actuar bien, con el fin de levantar de alguna forma una hipoteca, al pedir a los periodistas tentados en sucederme a que se pronunciaran.
La campa?a electoral que se desarroll¨® en septiembre condujo a la designaci¨®n de Daniel Vernet, que hab¨ªa sobrepasado esta vez el umbral requerido del 60'Yo. Todav¨ªa le quedaba franquear un obst¨¢culo: el acuerdo de la mayor¨ªa de los otros accionistas de la sociedad editora, es decir, los socios reagrupados en el seno de la asociaci¨®n Beuve-M¨¦ry, que detentan tambi¨¦n un derecho de veto colectivo, la Sociedad de Lectores, cuadros de empresa, trabajadores y yo mismo. Desgraciadamente no lo consigui¨®, aparentemente por no haber convencido a la gran mayor¨ªa de ellos de lo oportuno de una f¨®rmula de una gerencia tripartita. En estas condiciones la totalidad de los accionistas de la parte no periodista se vieron obligados a someter a la aprobaci¨®n de la Sociedad de Redactores el nombre de Jaeques Lesourne, miembro del Consejo de Administraci¨®n de la Sociedad de Lectores, al que yo hab¨ªa abordado unos meses antes para preguntarle si, en caso de derrota de una candidatura interna, aceptar¨ªa ponerse al frente.
Al principio, sorprendida por la idea de que un director de peri¨®dico pudiese, no s¨®lo no salir de sus filas, sino que ni siquiera fuese periodista, la redacci¨®n, cansada de una guerra de sucesi¨®n que hab¨ªa durado demasiado, se sinti¨® impresionada por la personalidad de Jacques Lesourne, y por la calidad de sus respuestas ante las cuestiones planteadas en el curso de muy numerosos encuentros informales. Y, finalmente, se pronunci¨® a su favor el 8 de enero, en segunda vuelta, con la confortable mayor¨ªa del 67%. Queda todav¨ªa que la asamblea general de la Sociedad Editoria ratifique esta elecci¨®n, cuesti¨®n que se plantear¨¢ en breve plazo.
Un director no periodista
Ajeno al esp¨ªritu de clan, pero dominando tanto la l¨®gica de la gesti¨®n como la de la informaci¨®n, Jacques Lesourne tiene muy desarrollada, a falta del carn¨¦ de periodista, la curiosidad universal y la inteligencia prospectiva que deber¨ªan ser la marca de todo buen periodista. Lo ha demostrado en numerosos libros y art¨ªculos que le han valido una gran reputaci¨®n en Francia y en el extranjero. Somos muchos, dentro y fuera de Le Monde, los que nos alegrarnos de su nombramiento y esperamos mucho de ¨¦l.
?Qu¨¦ esperamos? Le Monde, estos ¨²ltimos a?os ha consolidado su posici¨®n de primer peri¨®dico franc¨¦s y franc¨®fono: por su difusi¨®n en Par¨ªs, por el n¨²mero de sus abonados, por su difusi¨®n en el extranjero, por su imagen, que hac¨ªa decir recientemente a The Independent de Londres, que hab¨ªa pocos peri¨®dicos de su nivel en Europa y ning¨²n otro en Francia. Ha llevado a buen t¨¦rmino la modernizaci¨®n de sus medios de impresi¨®n y de su f¨®rmula: le queda por modernizar tambi¨¦n unas estructuras jur¨ªdicas y financieras que se han quedado para lo sucesivo desproporcionadas con la cifra de negocios, que ha aumentado en m¨¢s de la mitad en muy poco tiempo. Hace falta llevar r¨¢pidamente sus costes al nivel de sus ingresos, pasar a la edici¨®n electr¨®nica de sus p¨¢ginas, definir una estrategia de desarrollo en un entorno que en lo sucesivo estar¨¢ fuertemente marcado por el gran mercado europeo. Y no olvidar definir un procedimiento de sucesi¨®n que le proteja de los sobresaltos que un cambio de director ha causado, desgraciadamente, desde hace unos 15 a?os, cada vez que se ha producido.
es periodista y ex director del diario franc¨¦s Le Monde.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.