Las parejas felices

Dos parejas, cada una en una habitaci¨®n de hotel. Historias, cuentos diferentes: el pol¨ªtico que atraviesa un trance de tentaci¨®n econ¨®mica contra su conciencia con la periodista que, para sonsacar una informaci¨®n, se hace pasar por visitadora de tarjeta visa, los dos maduros; y los dos reci¨¦n casados, virgen y dudoso ¨¦l, popular y rasgada ella. No hay m¨¢s relaci¨®n que la contig¨¹idad de las habitaciones; la dramaturgia de Ana Diosdado y la direcci¨®n de escena de Carlos Larra?aga, adem¨¢s de la preparaci¨®n del p¨²blico para estas sintaxis relativamente nuevas del teatro, permiten que los cuatro int¨¦rpretes y sus visitantes de segundos compartan el mismo espacio sin dar lugar a confusiones.Los contrastes y las afinidades salen solos. Son, en realidad, dos comedietas barajadas. Ana Diosdado siempre se las arregla para aproximarse a personajes o situaciones que pueden pasar por actuales; y todos resultan simp¨¢ticos, atractivos y, por tanto, merecedores del final feliz que desean, y capaces de recibir de cuando en cuando peque?as moralejas. Actrices y actores comparten ese trabajo por lo f¨¢cil, lo sentimental y lo agradable. Hay que destacar a Eva Isanta, jovencita pero con capacidad para llenar el escenario y hablar m¨¢s que nadie.

Y eso que todos hablan incesantemente. Con agrado del p¨²blico, eso s¨ª.

Vista la obra el s¨¢bado por la tarde, los espectadores ten¨ªan en su mayor¨ªa la edad de la raz¨®n, de much¨ªsima raz¨®n; y se sintieron felices.