Un pacto oportuno
POR VARIOS conceptos es pol¨ªticamente rese?able la propuesta de un pacto medioambiental lanzada por el PSOE al resto de las fuerzas pol¨ªticas y a los agentes sociales y econ¨®micos al t¨¦rmino de las jornadas sobre naturaleza y medio ambiente celebradas a iniciativa de su grupo parlamentario. De entrada, es alentador que un partido de izquierda con pr¨¢ctica de gobierno sit¨²e el tema ecol¨®gico en el centro de su reflexi¨®n pol¨ªtica. M¨¢s vale tarde que nunca.La concepci¨®n cuantitativa del desarrollo econ¨®mico en aras de una mayor igualdad y justicia social, contradictoria en parte con las exigencias cualitativas de una vida mejor, ha hecho que tradicionalmente los partidos obreros y los sindicatos no hayan dado excesiva importancia a los efectos nocivos para el medio ambiente derivados del proceso productivo. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os, los principales partidos de la Izquierda europea -el SPD alem¨¢n, el Partido Comunista Italiano, los laboristas brit¨¢nicos y los socialistas franceses- se han apresurado a recoger el testigo sostenido en solitario durante mucho tiempo por los verdes y han sometido sus pol¨ªticas del pasado a una intensa revisi¨®n. Los socialistas espa?oles parecen sumarse ahora a esa revisi¨®n.
Pero, aparte de su significaci¨®n interna, la iniciativa supone tambi¨¦n un salto cualitativo en el tratamiento que se ha venido dando desde las instituciones pol¨ªticas y administrativas a los problemas de la ecolog¨ªa. Y ello a pesar de las dificultades innegables que plantea un pacto de esta naturaleza si se tienen en cuenta los distintos modelos de sociedad y de desarrollo que mantienen las diferentes fuerzas pol¨ªticas y los ingentes intereses econ¨®micos puestos en juego. A estas alturas, tal pacto constituye un imperativo social y econ¨®mico dif¨ªcil de eludir. La dimensi¨®n conflictiva de muchas de las medidas medioambientales y el alto grado de estabilidad que requiere su ejecuci¨®n hacen inevitable un cierto consenso entre fuerzas parlamentarias (partido del Gobierno y oposici¨®n), instituciones (administraciones p¨²blicas estatales y auton¨®micas), agentes econ¨®micos y sociales (sindicatos y empresarios) y movimientos ciudadanos sensibilizados por la protecci¨®n del medio.
En Espa?a, una iniciativa de este tipo viene exigida adem¨¢s por el enorme retraso acumulado durante lustros en materia ecol¨®gica y que s¨®lo a partir de la adhesi¨®n a la CE ha comenzado a reducirse. En este sentido, la homologaci¨®n espa?ola con Europa marca el inicio de una ¨¢spera batalla contra muy arraigados h¨¢bitos de conducta individual irresponsable ("ma?ana, Dios dir¨¢") extensibles a la actividad industrial, a menudo con la complicidad t¨¢cita de los sindicatos. Siendo as¨ª que la experiencia no s¨®lo demuestra los l¨ªmites de un desarrollo incontrolado, sino que las medidas protectoras del medio son a la larga un factor no desde?able de crecimiento econ¨®mico y de generaci¨®n de empleo. Pero este comienzo, exigido por el ?cta ¨²nica y concretado en directivas y programas de obligado cumplimiento, debe tener su continuaci¨®n en planes nacionales realistas que apuesten por esa nueva concepci¨®n cualitativa de las relaciones de producci¨®n.
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