Pregunta a Gorbachov
Los cambios del Este, la recesi¨®n y la crisis del modelo del bienestar llevan a Suecia a la CE
"Preg¨²ntale a Gorbachov". ?sa es la respuesta favorita de pol¨ªticos, empresarios y sindicalistas suecos cuando tienen que explicar por qu¨¦ Suecia ha dado un giro de 180 grados y ha decidido pedir el ingreso en la Comunidad Europea. Los cambios en la Europa del Este y el fin de la pol¨ªtica de bloques en el Viejo Continente son las razones oficiales por las que este pa¨ªs n¨®rdico ha optado por llamar a las puertas de Bruselas. Sin embargo, detr¨¢s de esa hist¨®rica decisi¨®n se esconden otros motivos econ¨®micos y sociales.
El m¨ªtico modelo sueco del bienestar social hace agua. Las nuevas generaciones no est¨¢n dispuestas a entregar al Estado m¨¢s de la mitad de sus salarios, aunque a cambio puedan vivir en un para¨ªso de igualdad y seguridad. Adem¨¢s, la situaci¨®n econ¨®mica ya no es tan boyante como antes La recesi¨®n ha forzado al Gobierno a poner en marcha un duro plan de estabilizaci¨®n (all¨ª llaman a las cosas por su nombre), aun a costa de enfrentarse a su sindicato hermano. La decisi¨®n no se puede entender sin unir esos tres elementos.La noticia parti¨® del Ministerio de Finanzas. Fue el ministro Allan Larsson, el que confirm¨® lo que ya era poco menos que un secreto a voces: el Gobierno sueco iba a solicitar al Parlamento autorizaci¨®n para pedir el ingreso en la CE. Era la ¨²ltima semana de octubre de 1990 y a muy pocos pill¨® de sorpresa.
Larsson presentaba ese d¨ªa un paquete de medidas para estabilizar la maltrecha econom¨ªa sueca, que inclu¨ªa importantes recortes en el gast¨® p¨²blico y una reforma fiscal nunca vista en.Suecia (una aut¨¦ntica contrarreforma). Y tras explicar detalladamente por qu¨¦ el Gobierno socialdem¨®crata iba contra la mism¨ªsima esencia de un modelo de bienestar casi m¨ªtico, lanzaba el reto: en esta coyuntura ser¨ªa conveniente estar en la estructura de la CE.
El demonio de Bruselas (alineado con el bloque occidental, casado con el m¨¢s puro mercantilismo y sin una pol¨ªtica social definida) ya no era tan maligno como lo pon¨ªan desde Estocolmo. Las cosas hab¨ªan cambiado mucho, tanto en un lado como en otro. Cuando los pol¨ªticos suecos explican que las profundas reformas en la Europa del este permiten a su pa¨ªs integrarse en un club europeo sin bloques, parecen olvidar que dentro de la propia Suecia se est¨¢n produciendo cambios igualmente importantes.
Despu¨¦s de 60 a?os de ser el ejemplo mundial de para¨ªso del bienestar, los propios beneficiados se han revelado contra el sistema, forzando al Gobierno socialdem¨®crata a dar marcha atr¨¢s en algunos de los m¨¢s importantes postulados del modelo. Y, seg¨²n las ¨²ltimas encuestas, ni siquiera ese giro brutal permitir¨¢ al gabinete de Ingvar Carlsson revalidar su situaci¨®n el pr¨®ximo mes de septiembre, en las elecciones legislativas.
Club econ¨®mico
Los suecos se preguntan ahora si la decisi¨®n de entrar en la CE obedece a motivos pol¨ªticos o econ¨®micos. Y la respuesta no es sencilla. Sven Linder, subsecretario de Asuntos Pol¨ªticos del Ministerio de Asuntos Exteriores explicaba a EL PA?S que no se puede hacer una distinci¨®n entre decisi¨®n pol¨ªtica o econ¨®mica. A su juicio, pesan tanto los condicionamientos motivados por los cambios registrados en la Europa del este, como la necesidad de Suecia de pertenecer al club econ¨®mico europeo.
Algo parecido comentaba Michael Sohlman, secretario de Estado de Asuntos Exteriores. "La decisi¨®n", dice, "estaba can tada desde hace tiempo. El ¨²nico impedimento que ten¨ªamos para solicitar la adhesi¨®n -era la pol¨ªti ca de defensa y seguridad de la Comunidad Europea, en la que 11 de sus 12 miembros pertene cen a la OTAN. Desde el punto de vista econ¨®mico, siempre nos ha interesado pertenecer al Mer cado Com¨²n y una vez que la po l¨ªtica de bloques est¨¢ pasando a la historia en Europa, estamos en condiciones de solicitar la integraci¨®n en la CE sin riesgo de perder nuestra neutralidad".
Ese sentimiento parece ser mayoritario entre la poblaci¨®n sueca, a juzgar por las posiciones adoptadas por los partidos durante el debate parlamentario de diciembre pasado. Adem¨¢s de los socialdem¨®cratas, aprobaron la propuesta los tres partidos llamados burgueses (moderados, liberales y centristas), mientras que comunistas y verdes, que apenas suman un 15% de la c¨¢mara, se opon¨ªan frontalmente a la decisi¨®n. Unos y otros saben que la integraci¨®n en la CE ser¨¢ una de las banderas que ondear¨¢n en las elecciones del pr¨®ximo oto?o y es conveniente fijar las posiciones claramente.
Tambi¨¦n los agentes sociales y econ¨®micos han apoyado abiertamente el proceso de integraci¨®n. Gudrnund Larsson, responsable econ¨®mico del sindicato socialista sueco (LO), que agrupa a m¨¢s de 2 millones de trabajadores, declaraba a este peri¨®dico que "al principio, nuestro sindicato estaba en contra de entrar en la CE. Sin embargo, despu¨¦s de los debates que hemos realizado durante todo el a?o 1990, creemos que es conveniente la integraci¨®n, por motivos puramente pol¨ªticos. Con lo que no estamos de acuerdo, y as¨ª se lo hemos hecho saber al Gobierno, es con la forma en qu¨¦ se ha planteado la petici¨®n, dentro de un paquete de medidas econ¨®micas de estabilizaci¨®n".
Reacci¨®n empresarial
Los empresarios, agrupados en la Federaci¨®n de Industrias Suecas, son los que parecen m¨¢s satisfechos con la decisi¨®n. Dick Kling, economista de. esta organizaci¨®n, afirmaba tajantemente que "es bueno para Suecia", aunque precisaba que es necesario. realizar una dura pol¨ªtica de ajuste, "porque estarnos sumidos en una profunda crisis econ¨®mica, con una intlaci¨®n de dos d¨ªgitos, un creciente desempleo que ya ha llegado hasta el 4%, un crecimiento econ¨®mico pr¨¢cticamente estancado y un fuerte d¨¦ficit de la balanza de pagos".
Cada uno entiende la decisi¨®n de una forma y encuentra problemas diferentes, pero exceptuando a los comunistas y los verdes, todos est¨¢n dispuestos a apoyar la integraci¨®n. Las diferencias surgir¨¢n, sin duda, a medida que el proceso de negociador siga su curso. Los intereses econ¨®micos y las presiones pol¨ªticas surgir¨¢n entonces.
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