Un modelo en apuros
El gobierno socialdem¨®crata sueco se ve obligado a recortar los gastos sociales y plantear una contrarreforma fiscal
Muy pocos suecos se atreven a asegurar que el modelo del bienestar ha muerto, pero casi todos los ciudadanos reconocen que el para¨ªso socialista est¨¢ en crisis. Las nuevas generaciones se niegan a entregar al Estado m¨¢s de la mitad de sus ingresos, aunque con ello puedan vivir en un Estado que les cuida como una madre. La competitividad y la ambici¨®n personal est¨¢ calando hondo. Ya nadie acepta trabajos marginales u horas extraordinarias, en las que el Estado se lleva el 75% del sueldo. Adem¨¢s, la inversi¨®n extranjera no quiere ni oir hablar de un pa¨ªs en el que los costes sociales multiplican por dos o por tres el esfuerzo de capital. Ante esta situaci¨®n, el Gobierno socialdem¨®crata se ha visto obligado a plantear una dr¨¢stica reducci¨®n presupuestaria que afecta a los gastos sociales y poner en marcha una aut¨¦ntica contrarreforma fiscal.
El sindicato socialista lleva meses enfrentado al Gobierno de su partido hermano, mientras que el otro sindicato (el de trabajadores de cuello blanco) lucha por romper las ataduras del m¨ªtico modelo sueco. Suecia asiste a una aut¨¦ntica revoluci¨®n interna, que podr¨ªa acelerarse a partir de septiembre con la llegada al poder del bloque burgu¨¦s.Si Hansson, Erlander o el asesinado Olof Palme (los tres l¨ªderes que desarrollaron la moderna Suecia) levantaran la cabeza, no se lo podr¨ªan creer. El modelo sueco que los socialdem¨®cratas fueron tejiendo desde los a?os treinta, y que se convirti¨® en la envidia de toda Europa desde la posguerra hasta hace apenas dos o tres a?os, se est¨¢ agrietando. La crisis de muchos de los ideales que cimentaron el Estado del Bienestar en los pa¨ªses del norte y de centroeuropa est¨¢ poniendo en apuros al actual Gobierno y hace prever un golpe de tim¨®n en esta d¨¦cada. Y, lo que es m¨¢s grave, son los propios socialdem¨®cratas los que se han visto obligados a cambiar de rumbo.
?Qu¨¦ est¨¢ pasando en Suecia? ?Por qu¨¦ ha entrado en crisis un modelo casi m¨ªtico?. Las respuestas, una vez m¨¢s, son muy diversas. Los conservadores y la clase empresarial dicen sin rubor que el modelo ha fracasado y que con los nuevos tiempos hay que replantearse muchas cosas. Por su parte, los altos cargos de la Administraci¨®n, que han emprendido la reforma, se niegan a admitir la muerte del modelo. Aceptan, eso s¨ª, que el pa¨ªs est¨¢ en crisis y que hay que emprender una refundaci¨®n del Estado del Bienestar, sumando nuevas ideas a los viejos ideales.
Econom¨ªa recalentada
Dick Kling, economista de la Federaci¨®n de Industrias Suecas intenta explicar lo que ¨¦l califica de "fracaso del modelo", con planteamientos puramente econ¨®micos. "Hay que olvidarse de las viejas ideas. El Estado ya no puede solucionar todos los problemas en Suecia. Hay que dejar actuar al sector privado y eliminar las barreras que impiden crecer. En estos momentos, el problema est¨¢ en el recalentamiento de la econom¨ªa, que ha relanzado la inflaci¨®n. Aunque parezca una paradoja, el pleno empleo ha causado problemas al hacer subir los salarlos de forma descabellada, ayudado por las fuertes cargas fiscales y sociales. Adem¨¢s, hemos invertido much¨ªsimo en el exterior, sin recibir capital de fuera, el sector p¨²blico es excesivo, los impuestos suponen el 57% del PIB y el sector privado est¨¢ desanimado".
Este panorama desalentador que describen los empresarios justi ica el plan de estabilizaci¨®n anunciado en octubre por el Gobierno. La explicaci¨®n oficial es muy diferente. El secretario de Estado de Hacienda, Gunnar Lund, se niega a hablar de crisis del modelo, aunque reconoce que la situaci¨®n econ¨®mica requiere medidas de choque. "El plan de estabilizaci¨®n que hemos puesto en marcha supone un fuerte ajuste econ¨®mico, pero de ninguna manera se va a desmantelar el sistema del bienestar".
El paquete de medidas presentado por el ministro de Finanzas, Allan Larsson, intenta ,,estabilizar la econom¨ªa, mejorando el funcionamiento del sistema y frenando el crecimiento del gasto p¨²blico", seg¨²n el propio ministro. El proyecto se puso en marcha inmediatamente y ha culminado en los presupuestos de 1991-92.
Los planteamientos oficiales coinciden en parte con el diagn¨®stico del sector privado, al achacar el problema al recalentamiento econ¨®mico que ha descontrolado la inflaci¨®n y la balanza de pagos. Tambi¨¦n aceptan que el sector p¨²blico tiene que reducir su peso en la econom¨ªa. Este es precisamente el nudo gordiando de la reforma, o la revoluci¨®n, emprendida desde dentro del propio sistema. Y es que buena parte del recorte presupuestario emprendido afecta a los gastos sociales.
Son precisamente los gastos sociales los que han conformado durante a?os el estado sueco del bienestar, en el que los 8,5 millones de habitantes viven bajo el amparo oficial. Sanidad, educaci¨®n, servicios, transportes... todo funciona como una maquinarla perfecta bajo la mirada atenta del Estado, que recoge el dinero de los ciudadanos y lo re distribuye con criterios igualitarios, a trav¨¦s de un sistema descentralizado gestionado por lo 284 municipios existentes.
Sin embargo, con el paso de tiempo, el bienestar y la falta de problemas sociales ?an envicia do el sistema. El absentismo la boral se ha disparado en los ¨²lti mos a?os, auspiciado por la bon dad de los subsidios. La productividad ha dejado de crecer. Los trabajadores han re-nunciado a las horas extraordiri arias y los trabajos marginales, por los que tienen que entregar a la Hacien da el 75% de sus ingresos extra Los profesionales liberales han, puesto l¨ªmite a su actividad. Los sindicatos exigen mejoras salariales reales, al margen de las aportaciones sociales... En definitiva, el sistema hace agua.
Algunos hablan de p¨¦rdida de la conciencia social. Otros simplemente se refieren al envejecimiento del modelo, que no cala en las nuevas generaciones. Un joven taxista de Estocolmo, que conduce un lujoso Volvo de su propiedad comenta: "Yo esto del plan de estabilizaci¨®n no lo entiendo muy bien. Lo que yo pedir¨ªa de verdad es que reduzcan los impuestos sobre el alcohol y el tabaco, para que podamos disfrutar de la vida". Es un sacrilegio en el para¨ªso socialista.
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