Veinte a?os despu¨¦s
Los buenos d¨ªas perdidos tiene, m¨¢s o menos, 20 a?os. Entonces se hac¨ªa un teatro simb¨®lico, alusivo, con claves apenas disfrazadas: el viejo p¨¢rroco don Remigio, "gaga" -hoy se habla de Alzheimer o de demencia senil deja robar, dilapidar su parroquia. ?Franco! En unas obras aparec¨ªa como una pareja de planchadoras, en otras como un paterfamilias devorado por sus hijos. El p¨²blico entend¨ªa todo, y Los buenos d¨ªas perdidos obtuvo un ¨¦xito largo y caluroso. No s¨®lo por eso: por la escritura de Antonio Gala, por su enorme desparpajo -dentro de la literatura-, por su frescura -de fresco, o fresca, o personaje que suelta frescas de vecindona-. Unas moralejas: aqu¨ª se agolpan al final, unas sobre otras. Transmit¨ªan, entonces, un mensaje. Se puede aprovechar, ahora, lo que se quiera: esta ¨¦poca es abierta y suelta, como aqu¨¦lla era cerrada y l¨®brega. Antonio Gala no ha dejado de ser dicharachero, respond¨®n, frescach¨®n y moralista. Dentro y no fuera, repito, de la literatura dram¨¢tica.
Los buenos d¨ªas perdidos
De Antonio Gala. Int¨¦rpretes: Mari Carrillo, Teresa Hurtado, Luis Fernando Alves, Jes¨²s Bonilla. Escenografia:Francisco Nieva. Direcci¨®n: Angel F. Montesinos. Madrid. Teatro Reina Victoria. 21 de febrero.
Altura teatral
Quiere decirse que quiz¨¢ no todo llegue de lo que esta obra tan temporal y de circunstancias tuvo; pero que la obra parece brillar a gran altura teatral, hasta teatralera: la sostienen y la hacen ganar, Mari Carrillo y su hija Teresa Hurtado. Estos dos personajes, en los que parece hallarse mucho de la personalidad de Gala dominan el espect¨¢culo y pr¨¢cticamente la obra est¨¢ compuesta por sus mon¨®logos, uno a continuaci¨®n de otro, dejando la expresi¨®n de la moraleja a Jes¨²s Bonilla, que est¨¢ dotado para ello, mientras que a Luis Fernando Alves corresponde el papel de personaje-objeto, guapo y chulo, guardia y ladr¨®n: papel de servicio que cuesta mucho trabajo defender.Teresa Hurtado tiene un papel doble, de tragicomedia: tonta del bote -el recuerdo no es vano: a veces, parece Josita Hern¨¢n-, pero tambien con el esp¨ªritu que les llega a las chicas cuando aman y cuando imaginan; en ella est¨¢ la ternura, la esperanza y el suicidio, claro, cuando la imposible Orleans -el sue?o del pa¨ªs de Utop¨ªa, como en otra obra de este autor ser¨ªa Samarcanda- se aleja de sus sueflos. C¨®mica de casta y educaci¨®n, teatralera, sabe lo que tiene su papel y ning¨²n escr¨²pulo en sacarle el mayor partido posible: hace bien, lo consigue y la aplauden.
Mari Carrillo tiene esa parte de Antonio Gala que es la frescachona; el cinismo, el personaje de la antigua madam arruinada por el decreto contra la prostituci¨®n, fingiendo alcurnias y, naturalmente, enamorada tambien del personaje que llega, del achulado. Las dos actrices tienen la capacidad de sacar brillo al di¨¢logo que ya lo tiene de por s¨ª, incluso demasiado -las "frases de autor" pueden llegar a amontonarse: ellas las separan, le dan su valor a cada una, nos dejan re¨ªr con ellas cuando se trata de eso-, y la propiedad de "estar en escena".
Allanar el texto
Hoy se trata precisamente de lo contrario, de allanar el texto, como si todo lo hubiese escrito Ch¨¦jov; y de reducir la teatralidad: son reacciones l¨®gicas contra los excesos -cuando el teatro a veces se limitaba a eso- pero que tambi¨¦n est¨¢n costando la vida al arte teatral, a la preceptiva de lo dram¨¢tico.Esta obra nace en el lado de all¨¢ del teatro, y va a traspasarse muy bien a ¨¦ste: por lo que gust¨®, y fue re¨ªda, y aplaudida. Y ya se sabe cuando el p¨²blico amigo responde por amigo, y cu¨¢ndo, como en este caso, porque est¨¢ a gusto viendo y oyendo. No deja de ser curioso que, salvo alguna excepci¨®n, la cartelera est¨¦ dominada por lo escrito hace mas de 20 a?os: y lo que no, lo parece.
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