Golpe en Tailandia
LOS MILITARES han vuelto a tomar las riendas del poder en Tailandia por temor a perder la influencia pol¨ªtica que siempre tuvieron y para saldar la pelea que manten¨ªancon Chatichai Chocinhavan, desde que este antiguo militar fuera elegido primer ministro en agosto de 1988, en los primeros comicios democr¨¢ticos habidos en m¨¢s de 10 a?os. Le acusan, entre otras cosas, de tolerar la corrupci¨®n que el fuerte dinamismo de la econom¨ªa ha impulsado hasta l¨ªmites insospechados.La Junta Militar, integrada por los jefes de los tres ej¨¦rcitos y de la polic¨ªa nacional y autodenominada Comit¨¦ Nacional para el Mantenimiento de la Paz Interior, trat¨® desde el primer momento de tranquilizar a la poblaci¨®n civil. Asegurando su adhesi¨®n al muy popular rey Bhumibol, sus l¨ªderes prometieron reinstaurar r¨¢pidamente la democracia, fij¨¢ndose un plazo de seis meses para elaborar una Constituci¨®n que ponga coto a la corrupci¨®n y que permita la posterior convocatoria de elecciones libres. Hasta ahora, sin embargo, las promesas han quedado oscurecidas por la imposici¨®n de la ley marcial, la suspensi¨®n de las garant¨ªas constitucionales y la imposici¨®n de la censura previa a los medios de comunicaci¨®n.
Chatichai hab¨ªa llegado al Gobierno con la idea de potenciar al m¨¢ximo la econom¨ªa de mercado en el sureste asi¨¢tico y emular el desarrollo de Corea del Sur, Taiw¨¢n, Singapur y Hong Kong. Quer¨ªa que su pa¨ªs dejara de ser "campo de batalla para convertirse en plaza comercial" y se trasformara en el veh¨ªculo econ¨®mico de la reconstrucci¨®n de los Estados vecinos de Laos, Burma, Vietnam y Campuchea. Para ello no dud¨® en olvidar viejas rencillas con sus vecinos, incluso a costa de alg¨²n aventurerismo que le vali¨® hace dos a?os una reprimenda de Pek¨ªn.
La estabilidad pol¨ªtica atrajo inversiones extranjeras, puso en. marcha m¨²ltiples planes de infraestructura y propici¨® un fuerte crecimiento del turismo. Pero, al mismo tiempo, Chatichai no supo atajar el clima de corrupci¨®n econ¨®mica que se cre¨® dentro de la propia Administraci¨®n: la vida pol¨ªtica y parlamentaria se convirti¨® pronto en sin¨®nimo de irregularidades y esc¨¢ndalos. Casi desde el principio, Chatichai mantuvo con la c¨²pula militar un torpe enfrentamiento, rode¨¢ndose de colaboradores que criticaban corruptelas pasadas del Ej¨¦rcito, hostig¨¢ndoles o excluy¨¦ndoles de los negocios. A ello se ha unido el error de su ruptura con el vicepresidente del Gobierno, el poderoso general retirado Chavalit Yongchaiyudh, que decidi¨® el pasado junio crear un partido y cuya amistad con los golpistas puede facilitar ahora su ascenso pol¨ªtico.
Es seguro que la presencia de militares en el poder tendr¨¢ un efecto negativo en la imagen internacional del pa¨ªs y que empeorar¨¢ la situaci¨®n interna. Como es habitual en el reino, corresponder¨¢ al monarca maniobrar para hacer posible una vuelta de la administraci¨®n civil. Los militares golpistas siempre dicen que volver¨¢n a sus cuarteles tras eliminar la corrupci¨®n, pero la experiencia demuestra m¨¢s bien que ellos mismos son maestros en esas pr¨¢cticas y que, una vez instalados, se resisten a abandonar el poder. Las presiones internacionales deber¨ªan ayudar a ello.
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