En memoria de Jos¨¦ Mar¨ªa Fl¨®rez, conde de Casa Fl¨®rez
En toda excursi¨®n hay dos. elementos determinantes: el prop¨®sito que se persigue y la gente que nos acompa?a. La excursi¨®n es un miniviaje. Mara?¨®n dec¨ªa que en ella la b¨²squeda era tan importante como el hallazgo. Porque serv¨ªa de est¨ªmulo al logro final, que era tambi¨¦n, esencialmente, el di¨¢logo libre con los compa?eros.Yo he perdido en estos d¨ªas a uno de los que con m¨¢s empe?o y solicitud se unieron a esos paseos vacacionales. Era Jos¨¦ Mar¨ªa Fl¨®rez conde de Casa Fl¨®rez y descendiente de un virrey de la Am¨¦rica hispana. Junto a su trato, de una afable y siempre bien dispuesta cordialidad, resplandec¨ªa el hecho de que una ligera claudicaci¨®n andarina representaba un suplementario esfuerzo en los senderos empinados que recorr¨ªamos. Nunca hac¨ªa menci¨®n a esa circunstancia, y, por el contrario, porfiaba para no quedar retrasado en el itinerario.Recuerdo nuestra ascensi¨®n a la soriana sierra del almuerzo, con un pastor, y su insistencia en conocer la misteriosa plataforma p¨¦trea, con los siete puestos prehist¨®ricos, esperando a los infantes de Lara. De all¨ª bajamos a conocer las siete puertas 0 arcos de Ome?aca, acabando en el campo de Araviana, tambi¨¦n protagonista de los episodios del romancero.
Casa Fl¨®rez se hac¨ªa contar una y otra vez lo que en la vieja tierra de Espa?a brota del suelo como una espont¨¢nea columna de humo dentro de la cual se adivinan formas y se escuchan palabras que traducen sin esfuerzo los que habitan y cultivan esos rincones. Casa Fl¨®rez estaba siempre disponible para la escapada dominical, hacia las serran¨ªas y bosques de Cuenca, a: los montes Universales, a los rastros del Graal y del Temple o a los escenarios geogr¨¢ficos de la bata a de las Navas. Amaba esa integraci¨®n del campo silencioso y de los personajes con que o pobl¨¢bamos en nuestros di¨¢logos. Nos confesaba que sent¨ªa un ¨ªntimo goce al rememorar el pasado de los que fueron, situados en el paisaje de la actualidad.
Una r¨¢pida enfermedad se llev¨® en pocos d¨ªas a este querido amigo, de tanta sensibilidad hacia lo nuestro: la tierra y el pueblo de Espa?a. Los secretos del ayer. La esperanza del ma?ana.
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