Viejos abandonados

Mi historia es muy triste. Soy agente censal, estudio periodismo v llevo tan s¨®lo dos d¨ªas pate¨¢ndome las calles. En el transcurso de mi caminar me he estrellado con el drama de este pa¨ªs, me lo he encontrado de frente, sin tapujos, y me he llevado la bofetada m¨¢s grande de mi vida. Me he encontrado con gente anciana, con personas de m¨¢s de 80 a?os. ciegas, enfermas, sin una peseta, con fotograf¨ªas en la entrada de sus maridos ya muertos.Viven solas, las atracan, tiene miedo hasta del panadero. A un de ellas, tras atracarla y desvalijarle la casa, la han dado como muerta en la Seguridad Socialno percibe la pensi¨®n desde hace cinco meses. Si no es por un cuenta personal, c¨®mo hubiera podido vivir esta mujer?

Pero mi historia ha calado muy hondo cuando me he encontrado con Luisa, una persona de ochenta y tantos a?os, que ha sido funcionaria del Estado durante casi toda su vida y que ha sido operada recientemente de cataratas y la han dejado ciega. Ya no puede leer ni escribir y le cuesta distinguir de lejos. Su vida se le ha escapado en unas horas

Ahora no puede ir a tribunales -"?para qu¨¦?"-, el tiempo de espera de la justicia le asusta y los doctores cierran filas a su compa?ero. Me confiesa llorando que ha pensado suicidarse, tirarse por la ventana y acabar de una vez.

A m¨ª me gustar¨ªa gritar al cielo que nuestros mayores se mueren. Y se mueren de pena, solos, abandonados, atracados, sin una mala perra que llevarse al bolsillo- Carlos L¨®pez Morante.