Recuerdos de una emigraci¨®n intelectual
El d¨ªa 14 de abril se cumplen 60 a?os de la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica Espa?ola, producto de unas elecciones municipales. No se registr¨® ning¨²n acto de violencia ni una sola muestra de desagrado hacia la familia reinante, que en abril de 1931 sali¨® de Espa?a.El tiempo transcurrido permite efectuar valoraciones objetivas, hist¨®ricas. M¨¢s todav¨ªa, es obligatorio rendir acto de justa recordaci¨®n a quienes fueron indudables valores de Espa?a. Y entre ¨¦stos descuella el elevado n¨²mero de intelectuales espa?oles que emigraron a M¨¦xico -los "trasterrados", como definir¨ªa el fil¨®sofo espa?ol Jos¨¦ Gaos, quien jam¨¢s retorn¨® a su patria de nacimiento y que hace a?os hall¨® sepultura en tierras aztecas- y que no merecen olvido, sino un justo, cuanto m¨¢s sencillo mejor, acto de recordaci¨®n en este 60? aniversario.
Hay que tener presente que la emigraci¨®n republicana espa?ola sucedi¨® cuando la inmensa mayor¨ªa de quienes hoy gobiernan Espa?a todav¨ªa no hab¨ªan nacido. Pero a¨²n viven algunos de aquellos ilustres protagonistas.
Tristemente, el espa?ol es f¨¢cil para el olvido. Pero ?qu¨¦ pueblo no lo es? La memoria no es virtud generalizada entre los humanos, aunque, sin pensar hacia horizontes lejanos, ?qu¨¦ somos sino memoria? Memoria, debemos agregar, consciente. Huelga decir que esta memoria, la m¨¢s alta, est¨¢ reservada a los que toman la vida a conciencia, es decir, sin fraude y sin enga?o, con honradez total; quienes buscan y profesan la verdad en todo y ante todo y subrayan con una conducta ejemplar. ?Habr¨¢ en la historia alguna agrupaci¨®n como la de los 30.000 o 40.000 republicanos espa?oles que, trasladados lejos de su patria y perdidos sus hogares, hayan dado m¨¢s elocuente ejemplo de honradez sin tacha en m¨¢s de medio siglo?
Una ciencia visceral
A la historia debemos acercarnos siempre con cautela. Es una ciencia visceral, hecha y escrita por el hombre. El caso ejemplar de la emigraci¨®n de intelectuales espa?oles nos lo revela con sorprendente claridad. Ah¨ª est¨¢ bien tangible, todav¨ªa como historia viva y palpitante.
Encomiable es el esfuerzo que se est¨¢ realizando tanto en M¨¦xico como en Espa?a por recordar con homenajes justos a quienes pusieron en otras tierras, porque en la suya les estuvo vedado, su hombr¨ªa de bien, sus ideales de lucha por un mundo mejor, de trabajo, su profesi¨®n y en ocasiones, muchas, la vida.
Todos nuestros respetos a M¨¦xico. Los mexicanos han sabido tener el tacto de no olvidar a ning¨²n refugiado espa?ol de relieve que trabaj¨® con ellos, hermanadamente, en las diversas ramas del saber.
?Por qu¨¦, entonces, hay tantos olvidados? Involuntariamente nos preguntamos: ?qui¨¦n selecciona, qui¨¦n olvida, qui¨¦n antologa?
De acuerdo, no pueden ser mencionados todos los integrantes de la emigraci¨®n que quiz¨¢ m¨¢s han honrado el buen nombre de Espa?a. Pero ?ni siquiera los de verdadero prestigio?
Ajenos a los ajetreos de la publicidad, por deuda de amor, deber de lealtad, de conciencia, tenemos que impedir que caiga en el olvido un grupo de extraordinarios refugiados con muchos de los cuales tuvimos el honor de trabajar. Eran, sin saberlo, un poco-mucho mexicanos, pero conservando como mudo estandarte la memoria del origen, la poes¨ªa de las primeras jornadas de lucha, los valores intr¨ªnsecos de aquella emigraci¨®n. Muchos no regresaron a su primera patria, a la que, no obstante, dedicaron sus cenizas: un viaje ¨²ltimo y primero.
Con estas l¨ªneas del deber pretendemos hacerles justicia, sacar a la luz del d¨ªa a aquel exiliado que se presentaba con unas tarjetas que dec¨ªan: "Se?or equis y zeta. Ocupaci¨®n: refugiado espa?ol". ?Pase seguro para el trabajo en tierras extra?as! (?Extra?as?)
Citaremos a refugiados, la mayor¨ªa fallecidos, relevantes hombres de la cultura que laboraron en la editorial UTEHA (Uni¨®n Tipogr¨¢fica Editorial Hispano Americana), quiz¨¢ la m¨¢s importante casa editora en libros t¨¦cnicos y cient¨ªficos en idioma espa?ol en el continente. Infortunadamente, cerr¨® sus puertas en 1977 por muerte de su propietario, aun cuando los verdaderos propietarios deber¨ªan haber sido ellos, los refugiados, quienes desde la avenida de la Universidad de la capital mexicana hicieron y difundieron cultura a todos los rincones de Am¨¦rica, a Espa?a, a la mayor¨ªa de las bibliotecas de todo el orbe.
No mencionaremos la extraordinaria colecci¨®n de Manuales UTEHA, centenares de t¨ªtulos que, en su conjunto, adquir¨ªan el valor de una gran enciclopedia de ciencia y t¨¦cnica universal. Nos referimos a la obra maestra de UTEHA, su Diccionario enciclop¨¦dico en 10 vol¨²menes y dos ap¨¦ndices con sus caracter¨ªsticas de instrumento actualizador.
Es el m¨¢s alto exponente de la labor cultural de la emigraci¨®n republicana espa?ola desde 1939, que incluye un sinn¨²mero de datos e informaci¨®n relativos a las luchas por la independencia de los pa¨ªses hispanoamericanos.
Eminentes refugiados
Tal obra fue redactada, desde la A hasta la Z, por eminentes refugiados espa?oles. ?Sus nombres? Lean (y faltan muchos):
Agust¨ªn Miralles Cralos, erudito y escritor, catedr¨¢tico de Paleografia y Lat¨ªn Medieval en la Universidad de Madrid, acad¨¦mico de Historia, profesor de la Universidad Aut¨®noma de M¨¦xico y del Colegio de M¨¦xico.
Enrique Rioja, doctor en Ciencias Naturales, investigador y profesor de la Universidad Aut¨®noma de M¨¦xico.
El naturalista Od¨®n de Buen, director del Instituto Espa?ol de Oceanograf¨ªa.
Vicente Guarner, militar y escritor.
Miquel y Verg¨¦s, escritor, doctor en Letras, miembro del Colegio de M¨¦xico.
Ceferino Palencia, diplom¨¢tico, escritor y pintor.
Luis Recasens Sitges, jurisconsulto, catedr¨¢tico de universidad en Espa?a y M¨¦xico.
Marcelo Santal¨®, astr¨®nomo y matem¨¢tico.
Miguel Santal¨®, ge¨®grafo.
El poeta Juan Jos¨¦ Domenchina.
Mariano Granados Aguirre, presidente de Sala del Tribunal Supremo de Espa?a y presidente de la Comisi¨®n Codificadora, as¨ª como del Consejo Superior de Protecci¨®n de Menores.
Pedro Carrasco, astr¨®nomo, director del Observatorio Astron¨®mico de Madrid, decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid, miembro del Colegio de M¨¦xico.
Leoncio G¨®mez Vinuesa, profesor de Bot¨¢nica en Espa?a.
Julio Luelmo, abogado del Estado, director general de Administraci¨®n Local en Espa?a, autor de muy conocidas obras.
Luis Doporto Marchori, director del Instituto Geogr¨¢fico Catastral y de Estad¨ªstica, gobernador civil en varias provincias espa?olas, ministro plenipotenciario de Espa?a en Brasil y director del diccionario UTEHA.
Juan Sapi?a, licenciado en Filosof¨ªa y Letras, diputado socialista en Espa?a, subdirector del diccionario UTEHA y gerente de la editorial Renacimiento en M¨¦xico.
Antonio Ranmos Espin¨®s, licenciado en Derecho, juez de Menores, magistrado de la Audiencia de Alicante y fiscal del Tribunal de Espionaje y Alta Traici¨®n de Catalu?a, secretario y vicepresidente del Consejo Espa?ol de la Paz, director del Departamento de Diccionarios y Enciclopedias de UTEHA.
Doctor Julio Col¨®n Manrique, teniente coronel del Cuerpo Farmac¨¦utico Militar de Espa?a, jefe del Departamento de Ciencias de UTEHA, autor de diversos libros sobre el idioma ingl¨¦s.
Jorge Hern¨¢ndez Millares, profesor de la Escuela Nacional Superior de M¨¦xico y autor de varias obras de texto, geogr¨¢ficas e hist¨®ricas.
Gabriel Garc¨ªa Narezo, poeta premiado internacionalmente, jefe del Departamento de Ilustraci¨®n y Diagramaci¨®n del diccionario UTEHA.
Coronel Fe ?lvarez, segundo jefe del Estado Mayor durante la guerra civil espa?ola.
La cient¨ªfica Mar¨ªa Teresa Toral, qu¨ªmica.
El distinguido periodista Abraham Polanco.
El ingeniero Santiago Alonso, director del Departamento de Ciencias Exactas de UTEHA.
El economista y escritor Mar¨ªn Divera, gerente de producci¨®n.
El escritor catal¨¢n Carlos Cabruja.
Angel Gaos, economista y abogado (ex condenado a muerte por el franquismo).
El ingeniero Manuel Tag¨¹e?a, comisario del Ej¨¦rcito en Espa?a.
Doctor Alberto Folch.
El ingeniero Estanislao R. Ponset¨ª, primer gerente general de UTEHA, a quien reemplaz¨® en la gerencia general el periodista Julio Sanz Sainz, presidente de la C¨¢mara de la Industria Editorial y redactor jefe de la revista Tiempo.
Textos de estudio
La lista podr¨ªa ser interminable, relaci¨®n de brillante historia cultural. Habr¨¢ omisiones, puesto que las valoraciones subjetivas nunca suelen ser del todo objetivas. Pero la obra por ellos realizada no podr¨¢ ser omitida. Est¨¢ en las bibliotecas del continente y allende las fronteras, en las universidades; fueron textos de estudio en todos los centros de cultura de Hispanoam¨¦rica, en los hogares de quienes desean afirmar y diversificar su cultura, sus conocimientos. Sorprendente ser¨ªa que, a la hora de conmemorar, es decir, de hacer memoria, Espa?a pueda olvidar la labor cultural llevada a cabo por tan numeroso grupo de grandes intelectuales.
?En verdad somos tan olvidadizos? No es menester subrayar que el juicio del exilio espa?ol se debe al tiempo. Otros, los no participantes, dir¨¢n la ¨²ltima palabra. Para que ¨¦sta sea justa, la informaci¨®n, igualmente, deber¨¢ ser justa.
En cuanto a quien suscribe, cumplo con estas l¨ªneas el deber que tenemos los hijos de refugiados espa?oles para con nuestros mayores: la obligaci¨®n de poner en claro, hacer saber lo que nos toc¨® presenciar, porque fuimos parte de aquel desgarrador y memorable exilio.
escritora y traductora, es Doctora en Ciencias Sociales y Econ¨®micas
Babelia
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