Galafates
Bueso / Sand¨ªn, Galindo, PlazaToros de Joaqu¨ªn Bueso, con trap¨ªo, mansotes, peligrosos y de juego desigual. Lucio Sand¨ªn: silencio en los dos.
Ra¨²l Galindo: ovaci¨®n; oreja. Jos¨¦ Mar¨ªa Plaza: vuelta; palmas.
Plaza de Torres de la Alameda, 13 de abril. Media entrada
La excelente presentaci¨®n de la corrida en cuanto a trap¨ªo, con unos galafates de los que no se ven normalmente ni en plazas de primera, salvo honros¨ªsimas excepciones, se vi¨® aderezada por las bellas estampas y la d¨ªversidad de pelajes y caracter¨ªsticas morfol¨®gicas de los morlacos. Serios, cuajados, badanudos, de armoniosas l¨ªneas y rizosa guapura de cara, eran la fina estampa de lo que debe ser externamente un toro de lidia.
Externamente, porque por desgracia tan bellas carrocer¨ªas no encerraban en su interior el motor de la casta, y en bien poco se prestaron al lucimiento de los diestros. Pese a todo, siempre hubo emoci¨®n en lo que acontec¨ªa en el ruedo, lo que trascendi¨® arriba y el cotarro no perdi¨® el inter¨¦s ni un momento, ya que enfrentarse a semejantes enemigos aument¨® los m¨¦ritos de una terna de toreros de cotizaci¨®n modesta y con escasos festejos.
A Sand¨ªn no le ha abandonado todav¨ªa el mal fario que caracter¨ªza hasta ahora su trayectoria, pues le correspondieron los dos bichos m¨¢s tardos. El casta?o primero, ¨¢spero; y el veleto cuarto, que iba directamente ar burto, como se?al¨® con acierto un espectador. Sand¨ªn los avi¨® sin complicaciones ni fatigas.
El lote de Galindo fue algo menos malo, que no mejor. Tal vez por ello, tambi¨¦n ¨¦l le ech¨® algo m¨¢s de decisi¨®n. El blando segundo se acamaba y defend¨ªa, por lo que todo qued¨® en los intentos de Galindo por aplicarle, con los pies clavados en la arena, su toreo de concepci¨®n elegante.
Devuelto al corral
El bocirrubio quinto embest¨ªa con codicia, pero era todav¨ªa m¨¢s d¨¦bil, y fue devuelto. A su sustituto, del mismo hierro, meleno y de testuz rizosa, le extrajo Galindo buenas series por ambos pitones y desde la distancia adecuada, hasta que se raj¨®. Tras se?alar un pichazo, volvi¨® a volcarse y enterr¨® espectacularmente la tizona, saliendo rebotado, y gan¨¢ndose a ley la oreja. A ambos los banderille¨® desigual.
Tampoco se aturull¨® el local Plaza, que ofreci¨® a sus paisanos el toreo de mayor enjundia frente al descaradote, bocinero y abrochado ¨²ltimo, de buen tranco al principio de la faena. Plaza lo aprovech¨® para someterlo y despu¨¦s torear por redondos y naturales perfectamente abrochados con pases de pecho vaciando al infinito la embestida. El galafate se raj¨® despu¨¦s, y Plaza ech¨® a perder todo con la espada. Al bronco tercero, largo como un tren, intent¨® encarrilarlo en su muleta, pero era imposible.
Babelia
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