Casta, poder y trap¨ªo
Concurso / Espl¨¢, Campuzano, CastilloConcurso de ganader¨ªas. Toros de Sep¨²lveda, Eduardo Miura, Concha y Sierra, Mar¨ªa Luisa Dom¨ªnguez, Ferm¨ªn Boh¨®rquez (ganador del concurso) y marqu¨¦s de Albaserrada, todos de gran trap¨ªo, poderosos, con casta y bravos en distintos grados, excepto el miura, manso. Luis Francisco Espl¨¢: pincliazo y estocada corta baja (silencio); estocada corta atravesada y cuatro descabellos (silencio). Tom¨¢s Campuzano: estocada (silencio); estocada (ovaci¨®n y salida al tercio). Pedro Castillo: bajonazo (silencio); estocada ladeada (aplausos). Plaza de Las Ventas, 2 de mayo. Segunda corrida de la Miniferia de la Comunidad. Dos tercios de entrada.
JOAQU?N VIDAL
Interesant¨ªsima corrida ofreci¨® la Comunidad de Madrid para celebrar el 2 de mayo. La propia determinaci¨®n de institucionalizar en esta fecha una corrida concurso de ganader¨ªas ya es un acierto, en concordancia con los gustos toristas de la afici¨®n. Y, adem¨¢s, estuvo muy bien programada; las ganader¨ªas, elegidas con acierto; los toros, irreprochablemente presentados, y el cartel de toreros era el adecuado para que la prueba de la bravura luciera en plenitud. S¨®lo falt¨® que acompa?ara el tiempo, y eso ya no es atribuible a la Comunidad. En la Comunidad mandan mucho, mas no tanto que puedan decir al sol "?Detente!", como en el pasaje b¨ªblico, y el sol, vaya, y se detenga.
El sol ni se notaba siquiera pues ten¨ªa m¨¢s fuerza el viento helado, que llegaba de los infiernos. El viento, helado, y huracanado, y traidor, iba a matar de pulmon¨ªa unos cuantos aficionados madrile?os, y si hoy los aficionados no llenan hasta la bandera los ambulatorios de la Seguridad Social, milagro ser¨¢. Toreros, en cambio, no pudo llevarse por delante el viento. Y no ser¨¢ por falta de intenci¨®n. Porque bajaba por los tejadillos del coso, barr¨ªa los tendidos abatiendo aficionados y otras gentes de bien, entraba turbulento en el ruedo, y ya tomaban los toreros las precauciones debidas para sujetar capotes y muletas, cuando pegaba un brusco giro y los dejaba al descubierto. El toro iba a por la capa, pero le desaparec¨ªa s¨²bitamente de su campo visual y entonces entraba en ese campo el torero, m¨¢s exactamente la ingle del torero, donde pretend¨ªa hincar el pit¨®n.
Los seis ejemplares tuvieron casta, ninguno se cay¨®. En cualquier feria, sale un mont¨®n de corridas de distintas ganader¨ªas, y todas se caen, todas parecen la piara. En cambio, llega esta corrida concurso, y los seis toros, de diferentes procedencias y crianzas, son una hermosura de estampa y de poder. Algo pasa aqu¨ª (o pasa all¨¢, en esas ferias). Y a¨²n habr¨ªan lucido m¨¢s, de no lidiarlos al rev¨¦s. Pues, en la prueba del caballo, no hay que situar al toro en Barcelona, como hac¨ªan los lidiadores; hay que ponerlo cerquita de las rayas y despu¨¦s irlo alejando progresivamente, para comprobar hasta donde alcanza su bravura. Y si de primeras se descubre su mansedumbre -caso del Miura-, ya no hay que colocarlo lejos, sino picarlo donde mejor convenga. Hubo toros espl¨¦ndidos. El Boh¨®rquez fue bravo. El Guardiola tuvo enorme inter¨¦s y quiz¨¢ desvirtu¨® su comportamiento que entre la primera y la segura vara, por culpa de un caballo que derrib¨® y no lo pod¨ªan poner en pie, transcurrieran 10 minutos. El Concha y Sierra parec¨ªa sacado de una l¨¢mina de La Lidia. Las arrancadas del Albaserrada constituyeron todo un espect¨¢culo. El Sep¨²lveda luci¨® casta de la buena.
Y los diestros fueron h¨¦roes, en medio del vendaval. Espl¨¢, maestro lidiador, y Castillo, que estuvo hecho un jabato, prendieron emocionantes pares de banderillas. Campuzano embarc¨® con pundonor y garbo al noble Boh¨®rquez, cuando el viento no le embarullaba la muleta o se la mandaba a freir esp¨¢rragos.
Organiz¨® la corrida Juan Antonio G¨®mez-Angulo, y esa fue su ¨²ltima gesti¨®n como Director del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad, cargo del que ha dimitido. O sea, que se ha cortado la coleta dando una magn¨ªfica tarde de toros. Todo un detalle.
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