No se dejaban
Escolar/ Campuzano, Oliva, CarreteroToros de Jos¨¦ Escolar, muy serios, broncos en general; 4? bravo en varas, luego reserv¨®n; 5? manso y noble. Tom¨¢s Campuzano: estocada (ovaci¨®n y salida al tercio); tres pinchazos, estocada y descabello; la presidencia le perdon¨® un aviso (algunos pitos). Emilio Oliva: pinchazo, otro escandalosamente trasero bajo y 10 descabellos (pitos); media estocada trasera, rueda de peones y dos descabellos (vuelta con protestas). Jos¨¦ Antonio Carretero: tres pinchazos bajos, estocada corta baja y rueda de peones (silencio); tres pinchazos y bajonazo (silencio). Plaza de Las Ventas, 12 de mayo. Tercera corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
JOAQU?N VIDAL
Emilio Oliva fue al encuentro del quinto toro, que estaba en los medios, y sin m¨¢s pre¨¢mbulo se puso a pegarle derechazos. Estaba bien visto: al toro le corr¨ªa por el circuito sangu¨ªneo encastada nobleza; el toro ten¨ªa esos derechazos, e izquierdazos tambi¨¦n, como luego se llegar¨ªa a demostrar. Cuesti¨®n distinta era que se dejara. Los toros de casta no se dejan. Los toros de casta mujen que derechazos se los va a dar usted a su se?or padre, y torero que se les ponga delante con semejante pretensi¨®n, intentan com¨¦rselo con patatas.
Viene el asunto del taurinismo modernista. Dicen los taurinos modernos: "El toro se dejaba" (o "no se dejaba"), o dicen "El toro serv¨ªa" (o "no serv¨ªa"), que son conceptos de nuevo cu?o, inimaginables cuando en los ruedos se lidiaban toros enteros y verdaderos. Hay muchas ganader¨ªas especializadas en criar toros que se dejan (o sirven), y, naturalmente, no son toros, ni enteros ni verdaderos. Tienen sus cuernos y su rabo, pero por el circuito sangu¨ªneo no les corre casta, que es la caracter¨ªstica esencial y exclusiva del aut¨¦ntico toro de lidia.
Toro que se deja es toro domesticado; atributo ajeno a su estirpe, m¨¢s propio de la condici¨®n ovejuna. Aunque tambi¨¦n se puede encontrar en las plazas los d¨ªas de figuras, y de esa animalidad domesticada habr¨¢ unos cuantos en esta misma feria, salvo que las figuras hayan hecho ¨²ltimamente acto de contrici¨®n. En la corrida de autos, sin embargo, como no hab¨ªa figuras, tampoco hubo toros domesticados ni nada que se le pareciese. M¨¢s bien hubo toros asilvestrados. Los toros de la corrida de autos, aparte su imponente estampa, ten¨ªan siete gatos en la barriga y, bravos o mansos eran de los que se quer¨ªan comer a los toreros con patatas.
Emilio Oliva y Jos¨¦ Antonio Carretero intentaban dar derechazos a sus primeros toros, se encontraban con la desagradable sorpresa de que no se dejaban y se llevaban un disgusto muy grande. Un disgusto muy grande, despu¨¦s de un sobresalto m¨¢s grande a¨²n, porque los respectivos toros se tiraban fieros a los enga?os y si en una de esas se llevaban a Emilio Oliva o a Jos¨¦ Antonio Carretero por delante, pues all¨¢ penas; que hubieran despabilado. Lo cierto es que despabilaron, poniendo en pr¨¢ctica la teor¨ªa de El Gallo: "M¨¢s vale que digan de aqu¨ª se quit¨® que aqu¨ª le cogi¨®".
El quinto toro tambi¨¦n ten¨ªa esa casta y esa asilvestrada entereza, y cuando Emilio Oliva pretendi¨® pegarle derechazos, luego naturales, cual si fuera uno de aquellos espec¨ªmenes domesticados que se dejan, le desbordaba por todos lados. Hasta que el propio Emilio Oliva, en un arranque de decisi¨®n, seren¨® el ¨¢nimo, determin¨® citar a la distancia debida qued¨¢ndose quieto, y se puso a torear.
Y acaeci¨® el prodigio que se viene repitiendo a todo lo largo de la ya dilatada historia de la tauromaquia siempre que hay un toro de casta y un torero con decisi¨®n: que el toreo se produc¨ªa fluido, natural y bello. Tirando del toro, consintiendo la fuerte embestida, embarc¨¢ndola con templanza, mandando y ligando, Emilio Oliva se recreaba en el pase natural y el toro lo tamaba tan humilldo que parec¨ªa un bendito de Dios. Las tres tandas que dio Emilio Oliva alborotaron el cotarro, y si llega a torear as¨ª aquel encastado toro desde el primer pase, arma la revoluci¨®n.
El sexto desarroll¨® sentido y quer¨ªa empitonar a Jos¨¦ Antonio Carretero, que bastante hizo con intentar algunos pases y despacharlo pronto. Carretero estuvo voluntarioso toda la tarde, intervino en quites y prendi¨® banderillas, con m¨¢s entusiasmo que lucimiento. Primero y cuarto, bravos en varas, cambiaron en el segundo tercio, para acabar reservones y Tom¨¢s Campuzano estuvo muy valiente y muy torero, busc¨¢ndoles las vueltas, por si se dejaban. Pero no se dejaron en absoluto. Se dobl¨® con el cuarto a la antigua usanza y al primero lo tumb¨® de un soberbio estoconazo, sin que le importara para nada la opini¨®n que ambos toros pudieran tener al respecto. Porque en el ruedo no hay ni democracia ni contraste de pareceres. All¨ª, o manda el torero o manda el toro. Y santas pascuas.
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