"La guerra del Golfo no ha existido", afirma Jean Baudrillard
El pensador franc¨¦s expone en Madrid las tesis de su nuevo libro
Jean Baudrillard, soci¨®logo, 65 a?os, autor de libros como El intercambio simb¨®lico y la muerte, Cool Memories, La trasparencia del mal, acaba de publicar en Francia (editorial Galil¨¦e) un libro titulado La guerre du Golfe n'a pas eu lieu (La guerra del Golfo no ha tenido lugar), y sobre cuyo contenido pronuncia una conferencia hoy en el Instituto Franc¨¦s de Madrid. En opini¨®n del autor, vivimos, en las postrimer¨ªas del siglo XX, un espacio hiperreal donde los hechos, a¨²n los m¨¢s clamorosos, se comportan como simulacros y acaban siendo vividos como simple espect¨¢culo.
En los d¨ªas anteriores al estallido de la guerra, Jean Baudrillard escribi¨® un art¨ªculo en el diario parisiense Liberation titulado "La Guerra del Golfo no tendr¨¢ lugar". En plena conflagraci¨®n public¨® otro sobre el car¨¢cter espectral de ese enfrentamiento y, finalmente, cuando las hostilidades cesaron, redact¨® un nuevo texto bajo el r¨®tulo equ¨ªvoco que bautiza el libro reciente: La guerra del Golfo no ha sucedido (o no ha tenido "lugar"). Los tres se reunen en este volumen que ha lanzado la editorial Galil¨¦e.La tesis de Baudrillard en conexi¨®n con los an¨¢lisis de sus dos obras precedentes (Las estrategias fatales y La transparancia del mal, editados por Anagrama en Espa?a) es que los simulacros, las estrategias de simulaci¨®n determinan la actual condici¨®n del mundo social y pol¨ªtico. Nada parece real sino en una escena hiperreal asemejable al mundo del espect¨¢culo. Para asistir a "la madre de todas las batallas", la humanidad entera fue convocada, una y otra vez, tal y como se convoca al p¨²blico ante la celebraci¨®n de un gran acontecimiento deportivo, a la celebracion de una colosal representaci¨®n. Las muertes bajo las bombas son reales y Baudrillard se declara sensible a ellas, pero esas muertes se producen sobre un territorio casi fantasmal, mediatizado por los media, y traducido en emociones pr¨®ximas a la provisional afectividad del espect¨¢culo.
"La guerra ha sucedido. Pero en la conciencia colectiva, una vez terminada la guerra se tiene como no sucedida. M¨¢s que una guerra real se ha tratado de una guerra virtual. Una guerra cuyo final era predecible, cuya desproporcionada relaci¨®n de fuerzas hizo llamar "operaciones quir¨²rgicas" a los ataques aliados y en donde el enemigo se convert¨ªa en un parpadeo abstracto sobre la pantalla del ordenador. El desarrollo de lo que constitu¨ªa el mayor drama humano fue "cubierto" por la informaci¨®n."
En definitiva -agrega- "lo importante de esta guerra parece haber sido menos su propia tragedia que las derivaciones del conflicto, prolongado ahora (masacre de kurdos y chiitas) en un asunto que hace sospechar sobre los verdaderos fines que impulsaban al juego de retos y balandronadas previas".
El blanqueo de la conciencia
La progresiva configuraci¨®n de un nuevo espacio traspol¨ªtico, dudoso y vacilante, es la obsesi¨®n de Jean Baudrillard. La historia no ha terminado como proclama Fukiyama. Para Baudrillard la historia parece recomenzar desde una saturaci¨®n de sus interpretaciones. Y la falta de interpretaci¨®n, el vac¨ªo de sentido ideol¨®gico se sustituye por un mundo sucesivo donde el acontecimiento ocupa el lugar de la reflexi¨®n, y donde la noticia se hace omn¨ªmoda y opaca a un tiempo.
?No ha servido la guerra para mostrar, al menos, a trav¨¦s de sus secuelas, la pavorosa miseria de pueblos agonizantes? ?No vuelve a la conciencia de la humanidad la pat¨¦tica situaci¨®n del Tercer Mundo? Efectivamente, vuelve el rostro del Tercer Mundo en forma de kurdos o damnificados de Bangladesh. Pero regresa, como en los a?os ochenta, con et¨ªopes hambrientos, colombianos arrasados e hind¨²es envenenados, como texto y pretexto para colectas humanitarias y conciertos de rock. La miseria, qui¨¦n iba a decirlo, es reprocesada como la pasi¨®n de una velada.
?No hay, por tanto, remedio para esa parte de la Humanidad? Muy lejos de sus utop¨ªas de los a?os sesenta, Baudrillard no oculta su actual escepticismo. "El tercer mundo -dice- se ha convertido para la sociedad occidental en el m¨¢ximo espect¨¢culo de la cat¨¢strofe. Gracias al Tercer Mundo se obtiene la ocasi¨®n, mediante donaciones, peque?as ayudas presupuestarlas, env¨ªos medicinales, reuniones musicales, de que la sociedad opulenta blanquee su mala conciencia. Otra cosa, desde luego, es el Islam cuya cultura encarna una contestaci¨®n simb¨®lica y flagrante al modelo de Occidente. Pero en cuanto al Tercer Mundo en general recibimos el "espect¨¢culo" de su hundimiento como una parte inseparable del circuito de entretenimiento y refuerzo de nuestro sistema de existencia".
Babelia
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