En la muerte de Victoriano Fern¨¢ndez As¨ªs
Su voz, que ten¨ªa mucha vida dentro, llegaba con esa certeza sabia de quien lo sabe casi todo y no cree en casi nada. Su lecci¨®n de periodismo o quiz¨¢ de periodistas, la magistral, era que hay que echar una sonrisa c¨¢lida y esc¨¦ptica al espect¨¢culo de nosotros mismos y de los dem¨¢s. Lo de Shakespeare: con una vaga sonrisa en los labios, y grand¨ªsima continencia puedes ser cualquier cosa. Y sobrevivir.Victoriario Fern¨¢ndez As¨ªs -don Victoriano para la mayor¨ªa de sus alumnos y de la gente que trabaj¨® con ¨¦l- ven¨ªa de muy lejos en el tiempo y en la experiencia. Hab¨ªa nacido en La Coru?a en 1906, y ya antes de la guerra practic¨® el oficio, quiz¨¢ arte, filo de la navaja quiz¨¢, de hacer peri¨®dicos. Su biograf¨ªa posterior, la que muchos a¨²n pueden recordar, enmarca su recia cabeza en la pantalla de un televisor entrevistando a ministros y otras notabalidades. Con aires de fe y trasfondo de despegue: un casi grandioso, ejercicio de escepticismo disfrazado de asentimientos que algunos advert¨ªan con gozo y, dados los tiempos que se viv¨ªan, con oculta admiraci¨®n.
Luego tambi¨¦n cre¨® esa carambola m¨²ltiple matinal que se llam¨® Espa?a a las ocho, en la radio (Buenos d¨ªas, Par¨ªs; buenos d¨ªas, Londres; buena,.-,, noches, Nueva York ... ), y apunt¨® nuevas f¨®rmulas de contar las cosas en la televisi¨®n. S¨ªempre con ese descreimiento apasionado que da el haber recorrido muchos caminos, visto muchas cosas, enfrentado muchas encrucijadas, salvado muchas situaciones y superado mucha insensatez.
Primero en Radiodifusi¨®n y luego en el Instituto de Radio y Televisi¨®n, puso todo su saber a disposici¨®n de quien supiera recogerlo. Sus clases fueron siempre dobles: una para tomar apuntes y otra para tornar vida. Nunca neg¨® ni el comsejo pertinente ni la mano que lo salvara de la propia estupidez. Su biografia, por supuesto, puede estar llena, de hecho lo est¨¢, con un largo relato profesional. Y tambi¨¦n que fue, como lo fue, un ense?ador de periodistas; es un dato. Pero si algo quiso ense?ar, sin duda, eso era su propio talento, aprendido de muchos a?os de brega y una pasi¨®n por la vida.
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