Una dama fiel a Mitterrand
Denise Chaveux, una joven diputada socialista, expres¨® en la tarde de ayer lo que sintieron muchas francesas al conocer la noticia de la designaci¨®n de Edith Cresson como primera ministra del pa¨ªs: "Muchos hombres se van a cabrear, lo que me da una gran alegr¨ªa". Michele Andr¨¦, secretaria de Estado para los Derechos de las Mujeres, lo dijo de otra manera: "Esta elecci¨®n es un triunfo de todas las francesas, el reconocimiento de que las mujeres pueden asumir las m¨¢s altas responsabilidades en la direcci¨®n de los asuntos p¨²blicos".
Edith Cresson sabe lo que significa ser una pionera. En 1981 fue nombrada ministra de Agricultura del primer Gobierno de la d¨¦cada mitterrandiana. Era la primera mujer que asum¨ªa en Francia ese puesto y tuvo que enfrentarse a una particular hostilidad por parte de los sindicatos agr¨ªcolas. En diversas ocasiones, airados manifestantes estuvieron a punto de agredirla fisicamente.Cuando se le pregunta por aquel per¨ªodo, la nueva Jefa del Gobierno franc¨¦s responde: "Entonces supe lo duro que pod¨ªa ser trabajar c¨®mo mujer y socialista en un mundo, el campesino, que sigue siendo profundamente conservador y mis¨®gino".
Pero como declar¨® una vez, Edith Cresson tiene miedo de "muy pocas cosas". M¨¢s bien le gustan los desaf¨ªos. El pasado oto?o, tras su dimisi¨®n del puesto de ministra de Asuntos Europeos en el gabinete de Rocard, un periodista le pregunt¨® si volver¨ªa a aceptar otra cartera. Edith Cresson respondi¨®: "Si se trata de un nuevo ministerio, me lo pensar¨ªa dos veces. Pero si alg¨²n d¨ªa el presidente Mitterrand quiere confiarme una tarea verdaderamente arriesgada, dir¨¦ que s¨ª de inmediato".
Edith Cresson se ha convert¨ªdo en el cuarto primer ministro socialista de Mitterrand (tras Pierre Mauroy, Laurent Fabius y Rocard) y el quinto si se incluye al neogaullista Jacques Chirac. M¨¢s importante que eso es el hecho de que va a ser el copiloto del presidente ante los desafios de las elecciones regionales del a?o pr¨®ximo y las legislativas de 1993. Dos citas ante las que el Partido Socialista (PS) franc¨¦s en una posici¨®n de caballo perderdor.La sonrisa fuerteEsta mujer cuya fortaleza f¨ªsica y psicol¨®gica se ve iluminada por una eterna sonrisa, est¨¢ convencida de que puede conseguirlo. Mitterrand tambi¨¦n. El presidente la conoce desde 1965, a?o en que la entonces economista ingres¨® en el reducido c¨ªrculo de personas que cre¨ªan en el destino pol¨ªtico de Mitterrand. Desde entonces, Edith Cresson ha sido uno de los lugartenientes del actual monarca republicano.
Edith Cresson naci¨® el 27 de enero de 1934, en Boulogne-Billancour, en la regi¨®n del Alto Sena. Su padre era inspector de Hacienda y militante de la SFIO (Secci¨®n Francesa de la Internacional Obrera, el viejo partido socialista). Edith, cuya apellido de soltera era Campion, sigui¨® la trayectoria paterna en los terrenos profesional y pol¨ªtico.
Diplomada en Altos Estudios Comerciales y doctora en Demografia, la futura primera ministra comenz¨® a trabajar como economista y se cas¨® con Jacques Cresson, que en la actualidad trabaja en la direcci¨®n de la empresa automovil¨ªstica Peugeot. Tiene dos hijas: Nathalie y Alexandra.
En 1979, Edith Cresson consigui¨® su primer puesto de responsabilidad pol¨ªtica. Fue elegida diputada en el Parlamento europeo. Dos a?os despu¨¦s, tras la primera victoria electoral de Fran?ois Mitterrand, asumi¨® la cartera de Agricultura.
Ministra de Comercio Exterior en un posterior Gobierno socialista, Edith Cresson dedujo de sus peregrinaciones a Alemania, Estados Unidos y Jap¨®n que la industria francesa no ten¨ªa sufiente empuje exportador. M¨¢s tarde, confesar¨ªa: "El peso pol¨ªtico de Francia en el mundo puede ir reduci¨¦ndose inexorablemente a causa de nuestra falta de movilizaci¨®n industrial".
El prestigio internacional de Edith Cresson procede del per¨ªodo en el que como ministra de Asuntos Europeos contribuy¨® de modo activo al ¨¦xito de la presidencia francesa de la Comunidad Europea. Fue en el segundo semestre de 1988. Los l¨ªderes de la CE descubrieron entonces a una mujer que con tanta energ¨ªa como buen humor les empujaba a profundizar sin desmayo la construcci¨®n europea.
El pasado oto?o, Edith Cresson comenz¨® a trabajar como especialista en asuntos internacionales de la compa?¨ªa de materiales para la construcci¨®n Schnelder. Acababa de abandonar voluntariamente el Gobierno dirigido por Michel Rocard. En primer lugar, Edith Cresson estaba en completo desacuerdo con lo que consideraba "debilidad francesa y europea" ante la "agresividad" de la industria japonesa del autom¨®vil. Pero el conflicto con Rocard era a¨²n m¨¢s grave. Edith Cresson ten¨ªa la sensaci¨®n de ser marginada por el hecho de ser mujer. Afirmaba que Rocard tardaba en concederle una cita dos veces m¨¢s del tiempo exigido a los miembros varones del ejecutivo. En aquel per¨ªodo, ironizando sobre el machismo que persist¨ªa en los medios pol¨ªticos franceses, Edith Cresson recordaba que una vez le sugirieron al general De Gaulle la posibilidad de incluir mujeres en sus gobiernos. El viejo le¨®n se lo tom¨® a broma y respondi¨®: "No es una mala idea. Y puestos en esa l¨ªnea, ?por qu¨¦ no creamos un ministerio del tricot?".
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