Theo Angelopoulos y los hermanos Coen, por debajo de s¨ª mismos
El griego Theo Angelopoulos, tras el triunfo en el Festival de Venecia de 1988, y despu¨¦s en todo el mundo (salvo en Espa?a, donde inexplicablemente sigue sin estrenarse), de Paisaje en la niebla, vuelve a insistir en la misma met¨¢fora sobre la condici¨®n tr¨¢gica de la vida actual en El paso suspendido de la cig¨¹e?a. Los independientes norteamericanos Joel y Ethan Coen, tras su triunfo en el Festival de San Sebasti¨¢n en 1990, y despu¨¦s en todo el mundo, con Muerte entre las flores, han compuesto en Barton Fink una visi¨®n negr¨ªsima, infernal, de Hollywood, que sigue ignorando su existencia. Las dos pel¨ªculas son buenas, pero no est¨¢n a la altura de lo mejor de sus creadores.
Angelopoulos es ya un maestro en la construcci¨®n ritualizada de las escenas, con la cadencia y el ritmo directamente heredado de la tragedia cl¨¢sica de su pa¨ªs, que es un patrimonio universal. De ah¨ª que el cineasta, ambicioso y siempre afrontando riesgos, penetre en un universo tr¨¢gico contempor¨¢neo: el de la frontera, ese lugar que no es un lugar, sino el fin de todo lugar, en el que el tiempo parece haberse detenido y convertido en antesala de la muerte. Se oye en su filme esta pregunta de un ni?o: "?Cu¨¢ntas fronteras hay que cruzar para llegar a casa?".El horror de la frontera (en este caso la greco-albanesa) es visualizado por Angelopoulos sin pa?os calientes, con extrema sinceridad y crudeza: un infierno de este mundo. Considerado su director como un antipatriota por grupos integristas ortodoxos de la regi¨®n donde la pel¨ªcula ocurre, en la que manda y ordena como un reyezuelo el obispo Florina, boicotearon el rodaje, y una vez finalizado ¨¦ste organizaron manifestaciones para que el filme fuera quemado.
Barton Fink es la cuarta pel¨ªcula de los precoces Coen -35 a?os, Joel; y 32 Ethan- y como las anteriores posee una desconcertante originalidad. Es una historia incatalogable, imprevisible, enloquecida y al mismo tiempo medida al mil¨ªmetro.
Cuenta la historia de un joven escritor neoyorquino que en 1941 es contratado por un estudio de Hollywood para escribir pel¨ªculas destinadas al entonces popular actor Wallace Beery. El joven escritor -admirablemente interpretado por John Turturro- quiere aprender su nuevo oficio de un viejo escritor y guionista borracho y loco. El joven est¨¢ inspirado con toda evidencia en la figura de Clifford Odets y el viejo es una composici¨®n desgarrada, al mismo tiempo cruel y tierna, de la figura de WiIliam Faulkner. Cuando todo indica que la pel¨ªcula va a orientarse hacia el di¨¢logo entre los dos grandes escritores, la acci¨®n da un inesperado y violento vuelco, un brillant¨ªsimo giro, y el espectador se sumerge en el rev¨¦s del asunto: el Hollywood dorado Visto como otro infierno de este mundo, y no metaf¨®rico, como el de Angelopoulos, sino casi en sentido literal. Y aunque Barton Fink est¨¢ lejos de ser lo mejor de los Coen, es inequ¨ªvocamente suyo. A ambas pel¨ªculas, no obstante, se les nota la construcci¨®n y ah¨ª est¨¢ su punto d¨¦bil: son composiciones en las que la elaboraci¨®n se ve y, pese a estar llenas de estilo y, de inteligencia, en ellas el arte deriva un poco hacia el artificio.
La que no deriva a nada es la pel¨ªcula rusa Anna Karamazova: es en s¨ª misma la nada. Nadie se explica c¨®mo, en una selecci¨®n tan buena corno la de Cannes 91, se ha colado esta cosa inexplicable de puro mala.
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