Los que sobramos, ?ad¨®nde vamos?
JORDI SEVILLA SEGURAAlgunas interpretaciones de declaraciones del ministro de Agricultura sobre la necesaria modernizaci¨®n del sector han tendido a identificar de forma simplificada, pol¨ªtica de modernizaci¨®n s¨®lo con reducci¨®n de la poblaci¨®n activa agraria.
Se pretende aqu¨ª aclarar la idea completa para evitar, en la medida de lo posible, utilizaciones esp¨²reas que se desvanecen cuando se lee el discurso entero y no s¨®lo una parte del mismo. Con ello, no s¨®lo se procura centrar la discusi¨®n sobre la agricultura espa?ola y sus problemas, sino tambi¨¦n evitar que voces interesadas lleven miedo e inquietud a nuestros agricultores.La modernizaci¨®n de la agricultura espa?ola es un proceso complejo que entra?a reforma de las estructuras, incremento en la rentabilidad y eficiencia de las explotaciones, adecuada pol¨ªtica de investigaci¨®n y uso de la tecnolog¨ªa, mejora en la comercializaci¨®n y en general, todo un conjunto de medidas que provocan como consecuencia la reducci¨®n de la poblaci¨®n activa.
La reducci¨®n de la poblaci¨®n activa agraria como porcentaje del total de la poblaci¨®n activa no es pues un objetivo a conseguir, sino una realidad que se est¨¢ produciendo y se va a seguir produciendo como consecuencia de la evoluci¨®n de las cosas. Tampoco es una realidad nueva: no hace falta irse a la d¨¦cada de los sesenta (en el periodo 196466 abandonaron el campo espa?ol m¨¢s de 600.000 trabajadores) para observar que del l7,8'Yo de porcentaje de poblaci¨®n activa agraria que ten¨ªamos en 1980 hemos pasado al ll,2% en 1990.
Sin embargo, y a pesar de ello, no s¨®lo seguimos muy lejos de la media comunitaria (entorno al 7%), sino que la evoluci¨®n previsible del contexto internacional en que se desenvuelve nuestra agricultura permite asegurar que en el plazo de una d¨¦cada el porcentaje global de poblaci¨®n activa agraria en Espa?a, se ir¨¢ aproximando a esa media comunitaria.
Como se ve, hemos introducido ya tres matizaciones importantes sobre la afirmaci¨®n inicial tal y como la presentan algunos: no es tanto un objetivo como una realidad; se piensa en t¨¦rminos de una d¨¦cada; se habla de porcentajes globales dada la disparidad tan enorme que hay en las comunidades aut¨®nomas que ya est¨¢n por el entorno del 5% y otras que est¨¢n en el 25%), o lo que es lo mismo, en unas zonas puede sobrar gente mientras en otras hay aut¨¦nticos problemas para encontrar agricultores en determinadas ¨¦pocas del a?o.
Vientos competitivos
Pero adem¨¢s de una predicci¨®n as¨ª matizada, es tambi¨¦n la expresi¨®n de una necesidad, de algo que debe formar parte del necesario proceso de modernizaci¨®n de nuestra agricultura si queremos que ¨¦sta pueda hacer frente con ¨¦xito a los vientos competitivos que soplan en la Comunidad Europea.
Una Comunidad Europea que se est¨¢ viendo presionada por tres fuerzas potentes, hacia una profunda revisi¨®n de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) en la que el mercado y la competencia van a jugar un papel m¨¢s importante que en el pasado.
La primera de estas fuerzas es la propia crisis presupuestaria de la PAC que, a pesar de las correcciones introducidas en los ¨²ltimos a?os, se muestra incapaz de hacer frente a los gastos generados por algunas de sus organizaciones comunes de mercados.
La segunda es una presi¨®n interna procedente de pa¨ªses, como el nuestro, que ven injusta y desigual la actual distribuci¨®n del gasto agr¨ªcola comunitario que favorece, fundamentalmente, a muy pocos productos de muy pocos pa¨ªses.
La tercera, deriva de los compromisos negociadores de la Comunidad en la Ronda Uruguay del GATT donde el proteccionismo agr¨ªcola y la subvenci¨®n v¨ªa precios que caracteriza a la PAC est¨¢ siendo objeto de fuertes cr¨ªticas por EE UU y otros pa¨ªses de Am¨¦rica y Asia, por entender que distorsionan artificialmente los mercados internacionales.
Todo ello, como es conocido, ha llevado a la comisi¨®n de la CE ha presentar el llamado informe MeSharry de reforma de la PAC basado en la filosof¨ªa de que la agricultura eficiente no necesita de tantos apoyos y protecciones como existen hoy y para la no eficiente hay que introducir esquemas de ayuda directa a la renta del agricultor y no distorsionar los mercados v¨ªa precios.
Y es para esta reforma de la PAC, en el contexto de una mayor competencia internacional de productos agr¨ªcolas, para lo que debemos poner a punto nuestra agricultura, todav¨ªa lastrada por algunas r¨¦moras hist¨®ricas entre las que destacamos: envejecimiento preocupante de su poblaci¨®n (el 52% de nuestros agricultores tienen 45 a?os o m¨¢s), predominio de la peque?a propiedad familiar con un tama?o medio reducido de las explotaciones (las de menos de cinco hect¨¢reas representan la mitad del total) y con un rendimiento m¨¢s bajo que la media de la CE.
Tras la pol¨ªtica de modernizaci¨®n de nuestra agricultura que incluye desde apoyo Financiero, hasta desarrollo tecnol¨®gico, mejora de estructuras, fomento del asociacionism0 y atenci¨®n especial a las fases de distribuci¨®n e industrializaci¨®n, subyace una absoluta confianza en las posibilidades de la misma que lejos de enfrentarse a un futuro de quiebra por derribo, lo hace a uno con grandes posibilidades de ¨¦xito si es capaz precisamente de adecuarse al nuevo entorno m¨¢s competitivo.
Y una de las necesidades conexas a esa modernizaci¨®n es reducir el porcentaje de poblaci¨®n activa que se dedica exclusivamente al campo. No hay novedad en esta afirmaci¨®n. As¨ª ha sido desde al menos, los comienzos de la industrializaci¨®n a mediados del siglo XIX, conforme se incrementaba paralelamente la productividad agr¨ªcola.
B¨²squeda de alternativas
Lo que s¨ª es novedoso es el inter¨¦s de que este proceso, inevitable si queremos salvar a nuestra agricultura, se produzca de forma ordenada y racional evitando dramas humanos y conflictos sociales, buscando alternativas de ingreso, condiciones de vida dignas para todos y la estabilizaci¨®n de la poblaci¨®n rural aunque no toda viva en el campo. Y, sobre todo, la garant¨ªa de que el proceso se incentivar¨¢ adecuadamente de tal forma que nadie que no quiera abandonar la actividad agr¨ªcola se vea forzado a hacerlo.
Pero intentar ocultar el hecho de que la poblaci¨®n activa agraria est¨¢ disminuyendo y va a seguir haci¨¦ndolo en el futuro, de que ya hay muchos que se est¨¢n yendo, es la mejor forma de no buscar soluciones para los que se van, con el resultado de que esa ida va a ser m¨¢s dura, dif¨ªcil y no puede dejar amplias zonas del pa¨ªs despobladas y al borde de la desertificaci¨®n.
Plantearlo claramente, es buscar soluciones entre todos que pasan tanto por la potenciaci¨®n de programas ya en marcha como la de jubilaci¨®n anticipadas, turismo rural y, en general, de desarrollo del medio rural, como por la reforma y desarrollo de otros como las indemnizaciones compensatorias, el apoyo: recto a rentas, pol¨ªtica de prestaci¨®n, etc.
Porque de lo que se trata es de que los que se van de la agricultura como actividad principal no se vayan del medio rural y encuentren en ¨¦l otra forma de vida digna. Es decir, la preocupaci¨®n es la b¨²squeda de alternativa s econ¨®micas y de vida para la poblaci¨®n que abandona la actividad agraria como principal.
Todo ello debe formar parte de un programa global de desarrollo del medio rural, previsto en la reforma de la PAC que, si bien prev¨¦ subvenciones cuando sean necesarias, debe intentar fomentar la diversificaci¨®n de ingresos provenientes del trabajo rural y no exclusivamente de la agricultura, siendo conscientes de que, en algunas zonas del pa¨ªs, la magnitud del problema es tal que s¨®lo puede encontrar soluci¨®n en el marco de una pol¨ªtica de desarrollo regional.
Programa que no puede ser exhaustivo y detallado por cuanto debe pactarse tanto con las comunidades aut¨®nomas como con las organizaciones profesionales agrarias para recoger no s¨®lo el impulso del Gobierno, sino del conjunto de la sociedad y adecuarse a las particularidades de cada zona y parte de nuestras diversas agriculturas.
Si la falsa pol¨¦mica sobre la reducci¨®n de la poblaci¨®n activa agraria sirve para concienciar a nuestra sociedad de este problema y a nuestras fuerzas pol¨ªticas y sociales sobre las soluciones, bienvenida sea. Si son otros los Fines perseguidos, habremos perdido otra oportunidad para consensuar la necesaria modernizaci¨®n de nuestra agricultura.
es director del gabinete del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n.
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