No jugar¨¢n m¨¢s
Los nueve asesinados por ETA en Vic no merec¨ªan la muerte. Es claro. Su delito, ser guardias civiles o familiares de guardias civiles, caracter¨ªstica que en todo caso les honra por tratarse de trabajadores, de hombres que, siguiendo el pasaje b¨ªblico, se ganaban la vida con el sudor de sus frentes.Ya no sudar¨¢n m¨¢s porque, tras serles arrebatada la vida, nada deben hacer ya para gan¨¢rsela. Ni los adultos sudar¨¢n m¨¢s ni los ni?os asesinados jugar¨¢n m¨¢s. Probablemente ning¨²n ni?o jugar¨¢ en el patio en que los cuatro infantes asesinados perdieron la ilusi¨®n, la magia infantil y la vida. Porque hay hechos fatales e irreversibles que marcan para siempre, y si el juego de los ni?os es una diversi¨®n, malamente podr¨¢n divertirse otros ni?os sobre la sangre de sus amigos.
Cuando escribo estas l¨ªneas estoy en la sala de espera de un aeropuerto. A¨²n s¨®lo s¨¦ que han muerto cuatro ni?os y cinco adultos, v¨ªctimas de un coche bomba y la miseria moral de un grupo de an¨®nimos matones. No necesito saber m¨¢s.
El mundo ya no es igual. Le faltan nueve personas que deseaban continuar en ¨¦l. Al mundo le faltan nueve respiraciones, nueve miradas, nueve ilusiones, nueve razones para existir. Al mundo le faltan cuatro gritos puntiagudos, cuatro p¨ªcaros sin mala sa?a, cuatro ni?os juguetones audaces e incautos que han muerto sin saber c¨®mo se pone en funcionamiento un coche bomba. Al mundo le falta hoy un poco de cordura y verg¨¹enza.
Los hombres y mujeres que me acompa?an -ya en el avi¨®n- van a sus trabajos, a sus misiones. Los peri¨®dicos que nos han dado las azafatas para entretener el viaje est¨¢n abiertos en la misma p¨¢gina. Tal vez muchos est¨¦n pensando que cualquier coche explosivo, en cualquier lugar, les puede matar.
Sirvan estas l¨ªneas como homenaje a quienes han muerto de injusticia. Si alg¨²n dios, despu¨¦s de esta forma de morir, es capaz de condenarles, ser¨¢ un mal dios. Descansad en paz.
Y nada que decir de los que matan. Hace tiempo que al mundo le sobran. ?Ojal¨¢ se mueran!.-
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