La diplomac¨ªa m¨²ltiple en la URSS
Los l¨ªderes de las rep¨²blicas sovi¨¦ticas preparan su propia pol¨ªtica exterior
"El primer problema es c¨®mo felicitarle". De este modo, un diplom¨¢tico europeo occidental acreditado en Mosc¨² abordaba el conjunto de cuestiones que la elecci¨®n de Bor¨ªs Yeltsin como presidente de la Federaci¨®n Rusa plantear¨ªa ante la comunidad internacional y, especialmente, ante los pa¨ªses que han apostado fuerte por Mija¨ªl Gorbachov. Y es que Yeltsin, adem¨¢s, tiene su propia pol¨ªtica exterior. La diversificaci¨®n de la URSS en rep¨²blicas que reivindican su soberan¨ªa y aspiran a establecer sus propias relaciones internacionales es un tema actual para los pa¨ªses occidentales, que tienen un mayor o menor grado de adaptaci¨®n y sensibilidad ante una realidad din¨¢mica y la situaci¨®n de las rep¨²blicas b¨¢lticas y perif¨¦ricas.
Las aspiraciones de soberan¨ªa de Rusia, sin embargo, han chocado con resistencia e incomprensi¨®n en Occidente. Esta actitud, que se manifest¨® en abril, durante la visita de Bor¨ªs Yeltsin al Parlamento Europeo en Estrasburgo y a Par¨ªs, tiene por lo menos tres causas. En primer lugar est¨¢ la simpat¨ªa por Mija¨ªl Gorbachov, que ha llevado aparejado como contrapartida un rechazo hacia Yeltsin, percibido como un elemento distorsionador en el proceso reformista. Le sigue la dificultad occidental para comprender a un pol¨ªtico de provincias, cuyos modales recuerdan los de Nikita Jruschov y que se maneja m¨¢s toscamente que Gorbachov en el extranjero. Por ¨²ltimo, est¨¢ la transferencia mec¨¢nica que algunos pa¨ªses, con problemas nacionalistas propios, hacen de la situaci¨®n en la URSS a sus propias circunstancias.Para acabar de completar el cuadro, el entorno del presidente Gorbachov ha echado mucha le?a a la pira destinada a Yeltsin en el periodo transcurrido desde la elecci¨®n de ¨¦ste como presidente del S¨®viet Supremo de Rusia, en mayo de 1990, y el llamado pacto de Novo Ogoriovo, firmado por Yeltsin y Gorbachov el 23 de abril de 1991.
De ser elegido presidente en primera vuelta, Yeltsin iniciar¨ªa su actividad internacional la semana pr¨®xima con una visita a EE UU, durante la cual ser¨¢ recibido en la Casa Blanca. Yeltsin podr¨ªa conversar con Bush antes de que Gorbachov lo haga en Londres o en la cumbre sovi¨¦tico-norteamericana.
"El prop¨®sito del viaje es decir al presidente y al Congreso norteamericanos que la elecci¨®n de un presidente (de Rusia) democr¨¢tico, y no comunista, supone la estabilizaci¨®n de los procesos democr¨¢ticos en una importante parte de la URSS, y que ello abre nuevas formas de colaboraci¨®n", dec¨ªa a EL PAIS VIadimir Lukin, jefe de la Comisi¨®n Internacional del Parlamento de la Federaci¨®n Rusa.
Lukin, un funcionario que hizo carrera en las instituciones sovi¨¦ticas, cree que "Yeltsin es hoy la personificaci¨®n del proceso de democratizaci¨®n", y que el 'f¨¢ctor Rusia" es el 'f¨¢ctor clave" para la victoria de una determinada evoluci¨®n en la URSS. Lukin asegura no tener "ninguna euforia" sobre los resultados de la presencia de Gorbachov en la cumbre de los siete grandes en Londres en julio. Rusia no quiere cr¨¦ditos, o, por lo menos, no quiere las cantidades a las que aspira Gorbachov. Prefiere las inversiones.
Incomprensi¨®n
Ofendido en Estrasburgo por el presidente del grupo socialista, Jean Pierre Cot, y recibido con despego por el presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, Yeltsin percibi¨® por primera vez el peso de Gorbachov m¨¢s all¨¢ de las fronteras rusas. Y, aparte de enfadarse con quienes le prepararon la visita, sac¨® conclusiones. Guenadi Burbulis, representante de Yeltsin, se quejaba de que "no todos" en el Parlamento Europeo comprendieron la posici¨®n "consecuente" que Yeltsin tiene en la cuesti¨®n de la "desintegraci¨®n de la URSS", que tanto "asusta" a muchos.
Burbulis opinaba que Yeltsin hab¨ªa actuado como un pol¨ªtico que intentara lograr y probar "suderecho" a "una actividad completa independiente que respete las obligaciones de la URSS y los intereses de otras rep¨²blicas".
Entre la pol¨ªtica exterior de la URSS y la orientaci¨®n de la pol¨ªtica exterior rusa existen algunas diferencias. Rusia habr¨ªa querido una b¨²squeda m¨¢s activa de soluciones en la guerra con Irak, una actitud m¨¢s constructiva en el cumplimiento de los acuerdos internacionales firmados el pasado oto?o en Par¨ªs por la URSS y tambi¨¦n "restablecer la prioridad" en las relaciones con Europa del Este, afirma Lukin. Tras la visita de Yeltsin a Checoslovaquia, el presidente V¨¢clav H¨¢vel ha sido invitado por los dirigentes rusos, que quieren sincronizar su integraci¨®n en Europa con la de los pa¨ªses ex socialistas.
La cita con Bor¨ªs Yeltsin comienza a figurar en los programas de los dirigentes occidentales que visitan la URSS, como el presidente portugu¨¦s, Mario Soares. ?ste ha invitado a Yeltsin a visitar Portugal en oto?o, y le ha pedido disculpas por el comportamiento de los socialdem¨®cratas franceses en el Parlamento Europeo, afirma Lukin.
Una entrevista en la Casa Blanca que sea algo m¨¢s que el apret¨®n de manos con el que Bush despach¨® a Yeltsin en 1989 dar¨ªan a ¨¦ste un nuevo protagon¨ªsmo. Durante su visita a Mosc¨² en marzo, en plena crisis entre Gorbachov y Yeltsin, James Baker invit¨® a ¨¦ste a una reuni¨®n colectiva con presidentes de las rep¨²blicas sovi¨¦ticas. Yeltsin, ofendido por no tener un trato diferenciado, no acudi¨®.
A la mayor receptividad que Washington tiene hoy hacia Yeltsin ha contribuido la visita del ex presidente Richard Nixon a la URSS. Nixon, dice Lukin, "cornprend¨ªa m¨¢s claramente que los representantes del Departamento de Estado la situaci¨®n aqu¨ª". El acuerdo de Novo Ogoriovo ha simplificado las cosas y ha dado luz verde a los dirigentes occidentales para hablar con Yeltsin sin miedo a molestar a Gorbachov.
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