Arrinconados
C¨¦sar Rinc¨®n, cuyo anuncio en ?vila hab¨ªa despertado tremendo inter¨¦s, s¨®lo pudo brillar a medias por la invalidez de sus bicornes, que se acamaban de continuo, como sus hermanos. Aun as¨ª, y como se?al¨® con gracejo un parroquiano, arrincon¨® a sus compa?eros de terna, superando a arribos ampliamente en torer¨ªa, y a Roberto Dom¨ªngez, adem¨¢s, en profesionalidad. El ¨²nico arte que flore¨® en la tarde con el percal fue el del colombiano, cuando lance¨®, embraguetado, a la ver¨®nica, a sus dos oponentes gan¨¢ndoles terreno. Tambi¨¦n aplic¨® un quite por chicuelinas, pero le salieron a la remanguill¨¦.
Con la pa?osa explic¨® parte de su lidia cl¨¢sica al segundo, cit¨¢ndole a distancia y someti¨¦ndole para extraerle con largueza y tersura los pocos pases que ten¨ªa. El quinto, nacido en 1985, desarroll¨® todo el sentido propio de esta edad. El a?ejado animal iba al bulto, por lo que Rinc¨®n se la jug¨® y al ver la imposibilidad de subyugar de nuevo al cotarro, lo mat¨® de una gran estocada. Su subalterno Monaguillo de Colombia tambi¨¦n se luci¨® con los rehiletes y hubo de saludar.
Arce/ Dom¨ªnguez, Rinc¨®n, Mart¨ªn
Toros de Ana Rodr¨ªguez de Arce, terciados e inv¨¢lidos. 2?, -sobrero, en sustituci¨®n de uno de la divisa titular, devuelto por inv¨¢lido, 5? y 6? de Antonio P¨¦rez, desiguales de presentaci¨®n, mansos y flojos.Roberto Dom¨ªnguez: silencio; aviso y pitos. C¨¦sar Rinc¨®n: oreja; ovaci¨®n. Ignacio Mart¨ªn: silencio; aviso y silencio. Plaza de Avila, 23 de junio. Corrida de beneficencia. Lleno.
Roberto Dom¨ªnguez, en una de sus m¨¢s bochornosas tardes, fue la ant¨ªtesis y ¨¦l mismo se autoarrincon¨® por su desgana revestida de falsa prosopopeya. Fue incapaz de acercarse m¨ªnimamente a la ortodoxia con el superinv¨¢lido que abri¨® el festejo, y con el que bull¨® bailar¨ªn y destemplado, provocando a otro aficionado, que le espet¨®: "El pico, pa la mina". Despu¨¦s lo engorrin¨® todo todav¨ªa m¨¢s con dos feos bajonazos.
Pero se super¨® en el otro, un mansote con relativo peligro, al que quiso hacer pasar por una de las peores alima?as de la historia. Lo envi¨® ocho veces a ambos hulanos, que se entretuvieron en jugar al tenis con ¨¦l, pues el bicho iba alocadamente de uno a otro. Dom¨ªnguez, con la faz demudada, mont¨® un mitin con la muleta y la tizona.
El local Ignacio Mart¨ªn se mostr¨® verde, cosa l¨®gica, por sus pocas actuaciones, pero alcanz¨® la dignidad profesional a base de echarle coraje y valor a dos enemigos complicados.
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