La justicia francesa sienta en el banquillo a los 'supergendarmes' del presidente Mitterrand
JAVIER VALENZUELA La justicia francesa ha necesitado nueve a?os para sentar en el banquillo de los acusados a algunos de los implicados en el llamado asunto de los irlandeses de Vincennes, el primer gran esc¨¢ndalo de la d¨¦cada presidencial de Fran?ois Mitterrand. A partir de las 15.30 de ayer, tres de los supergendarmes de la C¨¦lula Especial Antiterrorista de Mitterrand responden ante un tribunal parisiense de una gigantesca manipulaci¨®n cometida en 1982. Con pruebas falsas, los mosqueteros del El¨ªseo acusaron de terrorismo a tres irlandeses.
"Este es el juicio a la llamada raz¨®n de Estado", afirm¨® ayer Antoine Comte, el abogado de los irlandeses, liberados desde hace ocho a?os y constituidos hoy en la acusaci¨®n civil del proceso. Una raz¨®n de Estado descubierta por Mitterrand con motivo del esc¨¢ndalo de Vincennes y practicada desde entonces con una asiduidad cuyo ¨²ltimo ejemplo es la expulsi¨®n del opositor marroqu¨ª Abdelmumen Diuri.En la noche del 28 de agosto de 1982, el El¨ªseo difundi¨® a bombo y platillo un comunicado de victoria. La C¨¦lula Especial Antiterrorista del palacio presidencial franc¨¦s acababa de detener en Vincennes, en las inmediaciones de Par¨ªs, a varios miembros de "un importante y peligroso grupo terrorista internacional". Los detenidos estaban en posesi¨®n de armas y explosivos y se investigaba su posible participaci¨®n en los atentados que ese verano sacud¨ªan Par¨ªs.
Mitterrand no cab¨ªa en s¨ª de gozo. D¨ªas antes, a ra¨ªz del atentado contra el restaurante jud¨ªo de la Rue de Roslers, el presidente hab¨ªa anunciado la creaci¨®n de su propio grupo de lucha contra el terrorismo. Dos supergendarmes muy apreciados por Mitterrand, Christian Prouteau y Patil Barril, dirig¨ªan ese grupo. El primer presidente de izquierda de la V Rep¨²blica desconfiaba de unos servicios secretos heredados.
El bal¨®n comenz¨® a deshincharse en seguida. Los detenidos no eran, como hab¨ªa cre¨ªdo la opini¨®n p¨²blica, terroristas de la dimensi¨®n de Carlos o Abu Nidal, sino dos hombres y una mujer simpatizantes del Ej¨¦rcito Irland¨¦s de Liberaci¨®n Nacional (INLA). Las armas que les hab¨ªan sido incautadas, dos pistolas y 500 gramos de explosivo, no constitu¨ªan el fabuloso arsenal que el El¨ªseo hab¨ªa anunciado.
El asunto de los irlandeses de Vincennes hubiera podido quedarse en un mero ejemplo de autobombo prematuro si un periodista no hubiera tenido la idea de contar el origen de las armas y explosivos encontrados en Vicennes. Atormentado por el remordimiento, ese periodista, Bernard Jegat, un simpatizante franc¨¦s de la causa irlandesa, revel¨® que ¨¦l hab¨ªa entregado a los supergendarmes el arsenal supuestamente encontrado.
Poco despu¨¦s, la declaraci¨®n fue confirmada por Jean-Michel Beau, un comandante de la gendarmer¨ªa que hab¨ªa participado en la captura de los irlandeses. Beau confes¨® que sus hombres no hab¨ªan encontrado nada en la casa de Vincennes. El capit¨¢n Paul Barril, n¨²mero dos de la C¨¦lula Especial Antiterrorista del El¨ªseo, hab¨ªa colocado personalmente en el domicilio de los irlandeses las pistolas y el paquete de explosivos que le hab¨ªan sido entregados por el periodista. Se supo as¨ª que los supergendarmes hab¨ªan pretendido conseguir "un ¨¦xito espectacular" en un momento en que el pa¨ªs viv¨ªa en plena psicosis antiterrorista. Lo m¨¢s grave es que desde el 31 de agosto de 1982 el propio Mitterrand sab¨ªa que sus mosqueteros, en concreto el capit¨¢n Barril, hab¨ªan fabricado las pruebas. Informado por el periodista Jegat, el escritor Regis Debray, entonces consejero personal del presidente, le puso al tanto.
Los irlandeses de Vincennes fueron liberados sin condiciones tras nueve meses de encarcelamiento. La C¨¦lula Especial Antiterrorista fue disuelta, aunque Mitterrand sigui¨® alabando "el coraje y el sentido de la verdad" de su jefe, Prouteau, y le nombr¨® prefecto encargado de la seguridad de los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno de Albertville. Desde ayer, Prouteau, Beau y un tercer gendarme responden ante la justicia.
Amor por una caja de cerillas
Todav¨ªa hoy Fran?ois Mitterrand alaba "el coraje" y el "sentido de la verdad" de Christian Prouteau, el hombre al que en 1982 encarg¨® la direcci¨®n de la fugaz C¨¦lula Especial Antiterrorista del El¨ªseo y que, pese al esc¨¢ndalo de los irlandeses de Vincennes, ha sido nombrado prefecto encargado de la seguridad de los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno de Alberville. Prouteau sedujo a Mitterrand en un momento, verano de 1982, en que el presidente franc¨¦s pretend¨ªa crear su propia guardia pretoriana. Campe¨®n de tiro, especialista en artes marciales, Prouteau y su amigo Paul Barril dirigieron en los a?os setenta la operaci¨®n de liberaci¨®n de cientos de rehenes europeos en Djibuti y la limpieza del santuario de La Meca, ocupado por extremistas musulmanes. Pero el argumento supremo de Prouteau y Barril, aspirantes a conseguir en exclusiva el favor presidencial, fue la colocaci¨®n de una caja de cerillas en el sill¨®n que el jefe del Estado franc¨¦s iba a ocupar en un Ted¨¦um celebrado en N¨®tre-Dame. Con esa artima?a ambos gendarmes pretendieron, y consiguieron, probar la ineficacia de los servicios ordinarios encargados de la seguridad presidencial.
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