C¨®mo ver crecer un ¨¢rbol
Gene Hackman, atribulado detective y m¨¢s que celoso marido en un estimable filme de Arthur Penn, La noche se mueve, recibe de su c¨®nyuge infiel una invitaci¨®n para ir al cine. "?Qu¨¦ vas a ver?", pregunta Hackman. -Ma nuit chez Maud, le dice su esposa, Susan Clark. "No, gracias, una vez vi una pel¨ªcula de Rohmer y era como ver crecer un ¨¢rbol, responde el detective. La cita es un tanto de memoria, pero el esp¨ªritu es sin duda alguna fiel. "Para no ser viciosa, la digresi¨®n ha de ser motivada", dice el diccionario de la Real Academia. No tiene quien esto escribe otra excusa para hacer esta digresi¨®n que haber experimentado la misma sensaci¨®n que el personaje de Hackman atribu¨ªa a las pel¨ªculas del insigne franc¨¦s: ver Objeto de seducci¨®n hace v¨¢lidas todas las reservas que, injustamente, atribu¨ªa al cine de Rohmer. Contemplario es como ver crecer un ¨¢rbol.Objeto de seducci¨®n parte de una premisa tan atractiva como malograda luego por el desarrollo del filme: qu¨¦ le puede ocurrir a una pareja de cosmopolitas norteamericanos anclados en la treintena, sin m¨¢s oficio ni beneficio que dedicarse al mundo un tanto et¨¦reo de los grandes negocios internacionales al por mayor -¨¦l- y a vivir una vida excitante de tienda en tienda, de suite de hotel en suite de hotel y de regalo en regalo -ella-, si un buen d¨ªa les fracas~ la fuente generadora de su estilo de vida. ?Se comportar¨¢n como todo hijo de vecino? ?Las estrecheces econ¨®micas -lo de estrecheces es un decir, en este caso: los ricos, a la postre, siempre son ricos- dar¨¢n lugar a la terrible ceremonia de la degradaci¨®n de los sentimientos? ?Seguir¨¢n manteniendo hasta el final su educado fairplay?
Objeto de seducci¨®n (The object of beauty)
Direcci¨®n y gui¨®n: Michael Lindsay-Hogg. Fotografia: David Watkin. M¨²sica: Tom Bahler. Producci¨®n: John S. Denny para BBC Flims, Gran Breta?a, 1991. Int¨¦rpretes: John Malkovich, Andie MacDoweil, Lolita Davidovich, Rudi Davies, Joss Ackland. Estreno en Madrid: cines Arlequ¨ªn y Palafox.
Burgueses en crisis
El director Michael LindsayHogg, realizador televisivo despu¨¦s de haber hecho algunos trabajos cinematogr¨¢ficos en su Inglaterra natal -especialmente Let it be, canto f¨²nebre por los Beatles-, sirve la ficci¨®n con la misma convicci¨®n con que unmisionero, por ejemplo, predicar¨ªa las virtudes del ate¨ªsmo a una tribu de bant¨²es. En sus manos, las disquisiciones siempre pedantes de ese par de burgueses con crisis de identidad se convierten en cualquier cosa menos en la comedia elegante que el gui¨®n se esfuerza por presentar, y que siempre queda lejos de las posibilidades del realizador, aqu¨ª tambi¨¦n guionista.
Para colmo de males Michael Lindsay-Hogg, tampoco explota las posibilidades que la situaci¨®n de partida apunta, y por continuar con la digresi¨®n, se va por los cerros de ¨²beda, cargando enel haber de] filme una min¨²scula cuota de cotidianidad popular a costa de una imposible sordomuda que, vean, "oye hablar" a una estatuilla de Heriry Moore (el "objeto de belleza" del t¨ªtulo original) sobre la cual gira toda la ?acci¨®n? del filme. Socorrido apunte social supuestamente mordaz, sin el cual ning¨²n Filme ingl¨¦s es tal, por lo menos desde elfree cinema, por no Ir m¨¢s hacia atr¨¢s.
A la postre, ni la pel¨ªcula transita por los derroteros de Arriba y abajo que promete, ni resulta la comedia brillante que habr¨ªa querido ser, ni es tal el duelo interpretativo que su estructura, teatral hasta el exceso, sirve en bandeja. Malkovich y MacDowel] cumplen como buenos profesionales que son, qu¨¦ duda cabe, pero no les han pagado a los pobres para luchar contra los elementos.
Al final, con las luces ya encendidas y viendo las caras compungidas del respetable -que no siempre acierta, como quer¨ªa Adolph Zukor-, la sensaci¨®n era igual a la que experimentara el bueno de Hackman: como ver crecer un ¨¢rbol. Pero, eso s¨ª, en este caso era una sequoia gigante.
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