Calle y Parlamento
CUANDO SE trata de diagnosticar las posibles causas del creciente desentendimiento ciudadano por la participaci¨®n pol¨ªtica, manifestado de manera especial en la abstenci¨®n electoral, el funcionamiento del Parlamento figura entre las principales. El sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas y la norma reglamentista que regula la vida del Congreso y del Senado han sido se?alados como los culpables del alejamiento de la C¨¢mara del sentir y de las preocupaciones del ciudadano. Una situaci¨®n que ha sido denunciada en numerosas ocasiones con la recurrente f¨®rmula de "el Parlamento vive de espaldas a la calle".La reforma del sistema electoral, sobre el que las fuerzas pol¨ªticas mantienen un acuerdo b¨¢sico desde 1977, si bien el Partido Popular (PP) parece inclinarse ¨²ltimamente por las listas abiertas, es una tarea que requiere un consenso que todav¨ªa est¨¢ lejos de alcanzarse. Y es l¨®gico que ello sea as¨ª. Tal reforma plantea de hecho casi tantos problemas como los que pretende resolver. Los expertos est¨¢n de acuerdo en que el sistema de listas abiertas tendr¨ªa un efecto positivo para la actividad parlamentaria: el diputado recuperar¨ªa su autonom¨ªa, y el grupo parlamentario dejar¨ªa de ser mero ap¨¦ndice de las ejecutivas de los partidos. Pero una mayor personalizaci¨®n del mandato popular implicar¨ªa optar por circunscripciones m¨¢s peque?as, con candidaturas uninominales, lo cual significar¨ªa aumentar la distorsi¨®n global voto-esca?o.
Pero sin necesidad de cambiar la esencia del sistema electoral vigente -que tambi¨¦n debe plantearse en cualquier momento- se puede hacer algo que est¨¢ m¨¢s al alcance de la mano para dar una mayor autenticidad a la vida parlamentaria: una reforma reglamentaria que agilice el funcionamiento de las c¨¢maras, que acerque lo m¨¢s posible el debate a la actualidad y que intensifique los mecanismos de control parlamentario sobre la actividad del Ejecutivo. A ello tienden, precisamente, las propuestas de reforma elaboradas por el PP y el Partido Nacionalista Vasco (PNV), con las que dichas formaciones pretenden reactivar en septiembre un debate que qued¨® en suspenso en octubre de 1989 por las elecciones generales y que tambi¨¦n el PSOE parece dispuesto a reanudar.
El actual reglamento del Congreso, aprobado en 1982, fue patrocinado por la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD), pero su principal beneficiarlo ha sido el PSOE. El entonces partido de Su¨¢rez pretendi¨® asegurarse los mecanismos para poder gobernar sin agobios con la mayor¨ªa relativa de que dispon¨ªa, atribuyendo amplios poderes a la presidencia y mesa del Congreso. Pero en una situaci¨®n de mayor¨ªa absoluta, como la que se producir¨ªa en octubre de 1982, los efectos negativos se har¨ªan sentir de inmediato: la ponencia, ¨®rgano parlamentario donde se preparan las leyes, deja de ser un lugar de debate; se burocratiza la producci¨®n legislativa; se obstruyen los conductos de informaci¨®n hacia los grupos de la oposici¨®n, y se facilita la aplicaci¨®n mec¨¢nica del criterio mayoritario a los distintos niveles y procedimientos de la actividad parlamentaria. El resultado es el encorsetamiento de las funciones del Parlamento y su falta de sinton¨ªa con el ritmo de vida vigente en la sociedad.
De ah¨ª que las propuestas del PP y del PNV sean la ocasi¨®n para enderezar una situaci¨®n criticada en los ¨²ltimos a?os. La agilizaci¨®n del sistema de preguntas e interpelaciones, la conveniencia de una mayor presencia y de un mayor control parlamentarios del jefe del Ejecutivo, la reordenaci¨®n de los debates sobre el estado de la naci¨®n o la ausencia del requisito de la mayor¨ªa para crear comisiones de investigaci¨®n, aunque se mantenga, obviamente, para la aprobaci¨®n de sus acuerdos, son cuestiones dignas de tenerse en cuenta si se quieren aproximar Parlamento y sociedad. De otro lado, el Congreso es un ¨®rgano tanto de la representaci¨®n mayoritaria como de la oposici¨®n, y esta doble caracter¨ªstica -permitir a la mayor¨ªa realizar su programa de gobierno y a la oposici¨®n criticarlo y elaborar alternativas- exige un derecho parlamentario que garantice mejor que en la actualidad el equilibrio entre una y otra funci¨®n.
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