Material de trabajo
LAS DOLENCIAS profundas de la sanidad p¨²blica espa?ola son conocidas de siempre y, sobre todo, sentidas y vividas por sus usuarios. Ahora, la comisi¨®n de expertos presidida por el ex vicepresidente Fernando Abril Martorell las ha examinado durante un a?o y aporta las posibles soluciones: descentralizaci¨®n y privatizaci¨®n de los mecanismos de gesti¨®n de los grandes complejos hospitalarios; recorte de algunas de las prestaciones sanitarias m¨¢s avanzadas y de sus actuales niveles de gratuidad, y un esfuerzo de los ciudadanos para que conozcan, en cada uno de sus actos, la dimensi¨®n de lo que cuestan y el esfuerzo individual y social prestado.Es decir, la comisi¨®n Abril ha realizado, adem¨¢s de un trabajo t¨¦cnico, tambi¨¦n un esfuerzo did¨¢ctico, tan caro a Fernando Abril.
En realidad, no puede decirse que esta comisi¨®n haya descubierto con su informe el Mediterr¨¢neo si se tiene en cuenta que los remedios que propone son, b¨¢sicamente, los que la mayor¨ªa de los pa¨ªses de nuestro entorno -a los que aspiramos a unirnos- han aplicado a sus sistemas p¨²blicos de salud en un intento de controlar la escalada del gasto sanitario y de reorientar sus dispositivos asistenciales al servicio del usuario. Es decir, su principal mensaje es la sensatez para unos tiempos en los que hay que combinar adecuadamente la austeridad con la universalizaci¨®n de los servicios. Por ello, hay que demandar esa misma sensatez y moderaci¨®n en algunas de las reacciones m¨¢s desaforadas que ha habido sobre las recomendaciones de la comisi¨®n.
Ello no quita para que algunas de las propuestas, sobre todo las que afectan a la gratuidad de la prestaci¨®n, puedan ser consideradas impopulares y contrarias a los principios equitativos, que conforman el sistema nacional de salud. El Parlamento y el Gobierno deber¨ªan valorar socialmente las mismas y no esquivar el debate. No puede suceder con el informe Abril lo mismo que con otros estudios encargados por la Administraci¨®n -por ejemplo, sobre el paro en Espa?a- que, por ser pol¨ªticamente inoportunos, pasan a engrosar los cajones de alg¨²n alto funcionario.
En el sistema de la sanidad espa?ola es cierto que la opacidad del c¨¢lculo del coste del servicio recibido induce en muchas ocasiones a la utilizaci¨®n irracional de los medios p¨²blicos por parte del usuario y, tambi¨¦n, al exceso de consumo (fundamentalmente en el cap¨ªtulo de los medicamentos); que la burocratizaci¨®n y el corporativismo de la administraci¨®n sanitaria dificultan su adaptaci¨®n a las necesidades reales de la demanda y que la confusi¨®n existente entre las responsabilidades p¨²blicas de protecci¨®n y financiaci¨®n y las de organizaci¨®n, gesti¨®n y prestaci¨®n de servicios crea graves disfunciones en el sistema.
Pero es m¨¢s pol¨¦mico, por ejemplo, que la evaluaci¨®n del coste del servicio para el usuario deba traducirse en un recorte de su gratuidad mediante la implantaci¨®n del llamado tiket moderador, una propuesta por la que el ciudadano deber¨¢ pagar una parte de la asistencia sanitaria que recibe. E igualmente es dudoso que la extensi¨®n del pago del 40% del coste de los medicamentos a los seis millones de Jubilados -otra de las propuestas de la comisi¨®n- conduzca a tal clarificaci¨®n. Si se trata de concienciar al paciente sobre el coste real del servicio recibido y de que los centros sanitarios puedan realizar con mayor correcci¨®n sus balances, bastar¨ªa con que dicho tiket tuviera un car¨¢cter simb¨®lico, sin afectar al bolsillo de quienes ya pagan la prestaci¨®n mediante los impuestos y las cuotas a la Seguridad Social.
Cuando se afirma para justificar la imposici¨®n de tasas que la base social que financia la sanidad p¨²blica es la misma que recibe sus prestaciones, y que lo que paga por un lado se lo ahorra en un posible aumento de impuestos, se olvida el que, al menos en el caso de jubilados y pensionistas, dicho colectivo no paga cuotas a la Seguridad Social y, en su mayor¨ªa, est¨¢ exento del impuesto del IRPF a causa de sus bajas pensiones. En cualquier caso, todo ello es valioso material de base para un amplio debate en la sociedad. No es concebible que nueve a?os despu¨¦s de la presencia de los socialistas en el poder no exista un modelo de sanidad estrat¨¦gico con el que llegar al a?o 2000. El informe de la comisi¨®n Abril es un intento para lograrlo y, aunque sus conclusiones no tengan que ser asumidas por nadie m¨¢s que por sus autores, ser¨ªa lamentable que pasaran al sue?o de los justos y que dentro de un tiempo esta Administraci¨®n u otra posterior encargasen un nuevo trabajo que a?adir a la gran historia de la burocracia espa?ola.
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