Un petardo valenciano

EN LA Comunidad Valenciana se da la extravagante circunstancia de que la gram¨¢tica de una lengua -el catal¨¢n en su variante valenciana- sufre los mismos vaivenes pol¨ªticos que las multas de tr¨¢fico. La llegada a la delegaci¨®n de Cultura del Ayuntamiento de Valencia de Vicente Gonz¨¢lez Lizondo, de Uni¨®n Valenciana, ha reabierto una pol¨¦mica ling¨¹¨ªstica que s¨®lo tiene su fundamento en la pertinaz b¨²squeda de una identidad folcl¨®rica por parte de la derecha valenciana. Ning¨²n ling¨¹ista que merezca este t¨ªtulo puede aceptar que el valenciano es un idioma distinto del catal¨¢n. Y las peque?as diferencias que ofrece son variantes dialectales de un mismo idioma, como lo son el barcelon¨¦s o el mallorqu¨ªn. Como lo son, respecto del castellano, el andaluz o el aragon¨¦s.Pues bien, a pesar de esta con sagrada verdad cient¨ªfica, todav¨ªa hay valencianos que defienden lo contrarlo, y Lizondo es uno de sus mas destacados l¨ªderes. Aprovechando el disfrute de una poltrona municipal, Lizondo ha empezado a imponer este curioso invento l¨¦xico y ortogr¨¢fico que es su valenciano. No s¨®lo utiliza esta peculiar graffia en sus actividades municipales, sino que pretende obligar al Festival de Cine del Mediterr¨¢neo a que subtitule los filmes hablados en catal¨¢n, d¨¢ndoles tratamiento de lengua extranjera.

Esta guerra ling¨¹¨ªstica ha respondido siempre a una monumental ceremonia de la confusi¨®n. Un partido pol¨ªtico como Uni¨®n Valenciana, trufado de ex altos cargos del franquismo y dirigido por un industrial de brochas como Vicente Gonz¨¢lez Lizondo, ha pretendido erigirse en portaestandarte de la "genuina cultura valenciana". Amparados en un discurso xen¨®fobo y al socaire de las crisis del Partido Popular, las huestes de Gonz¨¢lez Lizondo van sumando apoyos electorales. La cultura ha significado para Uni¨®n Valenciana una valiosa arma de campana pol¨ªtica.

Ahora, esta agresi¨®n pintoresca a una lengua -y a su propio desarrollo- se hace desde un Ayuntamiento gobernado por el Partido Popular. Lizondo fue retribuido con el citado cargo por su apoyo a Rita Barber¨¢, la candidata popular a una alcald¨ªa que de esta manera dej¨® de estar en manos socialistas. Mal podr¨¢ Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar intentar una aproximaci¨®n a los nacionalistas catalanes, como quiere hacer en vista a futuras matem¨¢ticas en el Parlamento espa?ol, si desde su partido se toleran agresiones tan chuscas ?al Idioma catal¨¢n. De hecho, esta guerra ling¨¹¨ªstica tiene un coste para el PP. En Catalu?a, el partido conservador ya ha criticado sin reservas la pol¨ªtica de Lizondo, mientras que la alcaldesa valenciana no sigue los dict¨¢menes gramaticales de su concejal pero tampoco, por ahora, le ha impuesto un correctivo contundente. Barber¨¢ intenta la cautelosa y poco resolutiva v¨ªa de disolver en lo posible la chapuza de su conc?lial restringiendo los m¨¢rgenes de aplicaci¨®n de este invento gramatical.

La operaci¨®n de Lizondo no es, sin embargo, un simple petardo fallero. Responde a un modelo liquidacionista de la cultura, valenciana a. base de negar su hist¨®rica fraternidad con la de Catalu?a. No se trata de un conflicto in¨¦dito: ya se vivi¨® durante la transici¨®n, y el a?o pasado volvi¨® a despuntar gracias a la personal y arbitraria decisi¨®n del director del canal de televisi¨®n auton¨®mico, Amadeu Fabregat, de prohibir que en la peque?a pantalla se pronunciaran 543 palabras por ser "excesivamente catalanas". Personaje, por cierto, invitado por la alcaldesa a participar en un consejo de cultura inventado por la alcald¨ªa para legitimar una tercera v¨ªa ling¨¹¨ªstica, para negociar, este espinoso asunto como si la identidad de una lengua fuera susceptible de retoques pol¨ªticos.