Olor de amonal
QUE UNA obra p¨²blica tan importante como la autov¨ªa que unir¨¢ Pamplona y San Sebasti¨¢n vaya a construirse sin la interferencia de las bombas ser¨ªa una buena noticia. Pero el diputado general de Guip¨²zcoa, Eli Galdos, se precipit¨® al anunciarla el viernes, porque ni siquiera eso parece haber conseguido tras una negociaci¨®n dificil de explicar con una coordinadora que para la mayor¨ªa de los vascos no es sino una tapadera m¨¢s de los sumideros etarras. El Partido Nacionalista Vasco, al que pertenece Galdos, se ha quedado solo, y ni siquiera tiene los votos necesarios para sacar adelante en las Juntas Generales de Guip¨²zcoa el nuevo trazado de la autov¨ªa.A la espera de una m¨¢s exacta informaci¨®n de cuanto ha sucedido en las dos entrevistas entre Galdos y el portavoz de la coordinadora Lurraldea, tienen plena justificaci¨®n las reacciones de perplejidad y rechazo suscitadas en buena parte del entorno pol¨ªtico y social del Pa¨ªs Vasco y el temor de que pueda haberse producido una cesi¨®n injustificable ante quienes no ostentan otro m¨¦rito que su m¨¢s que ambigua relaci¨®n de vasallaje con los terroristas. El art¨ªfice de la operaci¨®n la ha justificado con el argumento de que el pol¨ªtico tiene el deber insoslayable de explorar todas las v¨ªas de arreglo en cualquier conflicto. Le falt¨® a?adir: siempre que tal exploraci¨®n no ponga en peligro -como ocurre en este caso- el consenso democr¨¢tico penosamente logrado frente a la amenaza terrorista.
El acuerdo alcanzado el viernes apesta a amonal. Galdos tendr¨¢ que explicar que no es as¨ª para que no se cumpla el severo diagn¨®stico de Garaikoetxea de que esto es "el asesinato del pacto de Ajuria Enea". El problema se agrava a¨²n m¨¢s por cuanto el patrocinador del acuerdo es el primer partido del Pa¨ªs Vasco, que encabeza el Gobierno de Vitoria y las tres diputaciones.
El nuevo trazado ya fue estudiado en su d¨ªa y desechado por razones t¨¦cnicas, de coste y -lo que es m¨¢s importante, dada la m¨¢scara ecologista que se le ha puesto al conflicto- por su mayor impacto medioambiental. La declaraci¨®n de Galdos en el sentido de que las dificultades t¨¦cnicas que planteaba la construcci¨®n de un t¨²nel de 900 metros de longitud fueron determinantes para el rechazo inicial son un insulto a. ingenieros y constructores. Tampoco le ser¨¢ f¨¢cil al PNV explicar c¨®mo al tiempo que el lehendakari Ardanza garantizaba que no se modif¨ªcar¨ªa el itinerario. otro dirigente penetivista se compromet¨ªa a modificarlo con una coordinadora cuyo papel s¨®lo alcanza sentido dentro de la estrategia de ETA.
La soluci¨®n negociada del problema de la autov¨ªa ya se ha producido en el marco de las instituciones, que han debatido en decenas de sesiones las distintas variantes del proyecto y la mejor forma de hacerlo compatible con el m¨ªnimo impacto maedioambiental. Hablar ahora de la necesidad del di¨¢logo, tras ocho a?os de incesantes debates en las instancias concernidas -singularmente las Juntas Generales, donde HB se niega a ocupar los esca?os que le concede el voto popular-, son ganas de confundir. El prop¨®sito de la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa de alejar a ETA del conflicto s¨®lo podr¨ªa adquirir legitimidad en el marco del pacto de Ajuria Enea, el foro que se han dado todos los partidos vascos en su intento por combatir el terrorismo.
El PNV ha terminado por facilitar a la organizaci¨®n terrorista una retirada honrosa en una batalla que ten¨ªa perdida pol¨ªticamente. Herri Batasuna ya se ha apresurado a apuntar la virtualidad de este pacto como un ensayo general de lo que puede dar de s¨ª una negociaci¨®n seria con el Estado. Pero lo ocurrido, desde que se estamp¨® el certificado de defunci¨®n sobre la central nuclear de Lem¨®niz ha demostrado con creces que, lejos de saciarse con aquella victoria parcial, ETA se limit¨® a cambiar su punto de mira. No hay ninguna raz¨®n que invite ahora al optimismo.
La iniciativa de Galdos puede suponer un grave retroceso en la estrategia com¨²n y solidaria de todas las fuerzas pol¨ªticas vascas frente a ETA. Es probable que, llegado el momento, el punto final de ETA y de su siniestra historia merezcan un esfuerzo y sacrificio colectivos para ayudar a cerrar todas las heridas. Pero resulta inaceptable la estrategia de facilitar una salida honrosa de ETA del conflicto de la autov¨ªa si ello implica que pueda reconstruir mejor el comando Catalu?a, sabotear con mayor capacidad el tr¨¢fico ferroviario, enviar m¨¢s paquetes bomba a las prisiones o disponer de mayores medios para preparar atentados contra las fuerzas de seguridad. En suma, si ello implica debilitar la ¨¦tica civil b¨¢sica que exige entender el terrorismo de ETA como una amenaza com¨²n e indivisible que afecta a toda la sociedad.
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