El clamor del Partido de Dios
Los seguidores del jeque Abdul Karim Obeid sue?an con la liberaci¨®n de su l¨ªder
"El clamor de nuestros rehenes es m¨¢s potente que la crueldad de los ocupantes israel¨ªes". Los ¨²ltimos acontecimientos podr¨ªan dar la raz¨®n al lema de los correligionarios del jeque shi¨ª Abdul Karim Obeid, m¨¢ximo l¨ªder religioso de Yibchit, en el sur de L¨ªbano, secuestrado por los israel¨ªes en julio de 1989. Bajo fuerte presi¨®n internacional, el Estado israel¨ª podr¨ªa liberar al dirigente espiritual de Hezbol¨¢ (Partido de Dios) en los pr¨®ximos d¨ªas. Pero la gente de Yibchit se pregunta con amargura por qu¨¦ Occidente ha ignorado su drama durante tanto tiempo.
"No somos terroristas. S¨®lo queremos liberar nuestra tierra de la ocupaci¨®n israel¨ª y hacer que vuelvan nuestros hermanos a sus casas. ?Es acaso eso un crimen?" La pregunta se queda flotando en el aire del r¨²stico sal¨®n donde Al Ataj Al¨ª Murtada, una de las figuras m¨¢s prominentes del grupo proiran¨ª Hezbol¨¢ en Yibchit, recibe a los periodistas extranjeros. "?Por qu¨¦ el mundo no comprende nuestra situaci¨®n y nuestros anhelos? ?Qu¨¦ diferencia existe entre los rehenes occidentales y el jeque Obeid?".
Desde la ventana del despacho de Murtada se puede ver la casa del jeque Obeid, un edificio de tres pisos, desde donde el carism¨¢tico dirigente shi¨ª de tupida barba negra dirig¨ªa el Partido de Dios hasta aquella madrugada del 28 de julio. Ese d¨ªa, Obeid se convirti¨® en el reh¨¦n m¨¢s emblem¨¢tico del L¨ªbano, a pesar de que Occidente le dio la espalda hasta hace muy poco.
Poco antes de las dos de la ma?ana, soldados israel¨ªes cercaron Yibchit. Agentes del Shin Bet (servicios secretos) forzaron la cerradura de la casa de Obeid, encerraron a sus cinco hijos en el cuarto de ba?o e irrumpieron en el dormitorio. Uno de los asaltantes se encarg¨® de encadenar las manos a la mujer del jeque, Um Muyahed. Minutos despu¨¦s, Obeid volaba en un helic¨®ptero militar hacia una c¨¢rcel israel¨ª. Fue un secuestro que parec¨ªa salir del manual de la Yihad Isl¨¢mica. Sin embargo, fue organizado y ejecutado por un Gobierno con asiento en la ONU y que cuenta con la amistad de las potencias occidentales.
No sorprende, por lo tanto, que para Gobiernos y algunos periodistas de Occidente, Obeid pasase a ser simplemente un "prisionero". El temor a ofender al Estado jud¨ªo acab¨® as¨ª por reservar la palabra "reh¨¦n" s¨®lo para los cautivos occidentales.
Represi¨®n brutal
"?Por qu¨¦ Occidente se fija s¨®lo en los 10 rehenes extranjeros y no dice nada de los nuestros, no dice nada de la brutal represi¨®n de la rebeli¨®n palestina, ni de la ocupaci¨®n israel¨ª en L¨ªbano?", se pregunta Murtada.
Tan s¨®lo dos semanas atr¨¢s, dice el dirigente de Hezbol¨¢, ocho civiles libaneses fueron asesinados por la milicia cristiana aliada de Israel cerca de la aldea musulmana de Frun, pr¨¢cticamente ante las narices de las fuerzas de paz de la ONU. "?Sali¨® esa noticia en los diarios de Occidente? Cuando hay una matanza de ¨¢rabes salen s¨®lo dos l¨ªneas en la ¨²ltima p¨¢gina. ?Por qu¨¦?".
La posibilidad de que Obeid recobre su libertad se acent¨²a. Los israel¨ªes podr¨ªan liberar al jeque, de 32 a?os, antes del s¨¢bado para facilitar la liberaci¨®n de los 10 rehenes extranjeros en manos de musulmanes radicales proiran¨ªes. El pr¨®ximo paso podr¨ªa ser el fin del encarcelamiento de los aproximadamente 400 ¨¢rabes que languidecen en la prisi¨®n de Al Jiam en territorio liban¨¦s controlado por Israel.
"Al Jiam es la luz de nuestra lucha", dice Murtada. "El sufrimiento de nuestros hermanos nos hace cada d¨ªa m¨¢s fuertes en la campa?a contra la ocupaci¨®n israel¨ª".
No se sabe absolutamente nada acerca de los presos y rehenes de Al Jiam. Reiteradas peticiones de la Cruz Roja Internacional para visitar la prisi¨®n que funciona bajo supervisi¨®n de Israel a trav¨¦s de los milicianos del Ej¨¦rcito del Sur de L¨ªbano (ESL) han sido ignoradas desde hace a?os. Nada han hecho Israel y el ESL para desmentir o siquiera aclarar versiones seg¨²n las cuales en Al Jiam se practica la tortura de hombres y mujeres que viven olvidados en un submundo de crueldad y privaciones.
Se sabe m¨¢s, por ejemplo, del tipo de vida que llevan los rehenes de la Yihad Isl¨¢mica. Al menos, no existe la tortura, seg¨²n los occidentales liberados. El aventurero norteamericano Edward Tracy, el ¨²ltimo reh¨¦n que fue puesto en libertad, sugiri¨® incluso que quiz¨¢s va a llegar a extra?ar el men¨² al que se acostumbr¨® en cinco a?os de cautiverio. El periodista brit¨¢nico John McCarthy, que tambi¨¦n emergi¨® del calabozo isl¨¢mico de Beirut, no mencion¨® ning¨²n tipo de malos tratos.
?rabes liberados de Al Jiam en los ¨²ltimos cuatro a?os narraron a este corresponsal el trato brutal, las vejaciones y la absoluta falta de compasi¨®n que acompa?¨® su cautiverio. Un musulm¨¢n de 25 a?os cont¨® que vivi¨® dentro de una caja durante 27 meses sin ver siquiera la luz del sol. Ex¨¢menes m¨¦dicos posteriores demuestran que la estrechez le caus¨® una deformaci¨®n de la columna vertebral. "Vivo con la sensaci¨®n de que la vida se ha convertido en una perpetua camisa chica", dijo el hombre que, como todos los liberados de Al Jiam, prefiere mantener el anonimato para evitar represalias contra su familia en el sur de L¨ªbano.
La vida del jeque Obeid tambi¨¦n transcurre en el absoluto secreto. Se cree que ha pasado los ¨²ltimos dos a?os en la c¨¢rcel israel¨ª de Ashkelon, pero nada se ha vuelto a saber de ¨¦l desde que fue secuestrado. En su casa, donde no se han borrado los impactos de bala de sus secuestradores, ayer hab¨ªa cierta esperanza.
Muyajiba, la hija menor de Obeid, sali¨® al encuentro de los visitantes con una amplia sonrisa y blandiendo el retrato de su padre. La ni?a ten¨ªa seis meses cuando los israel¨ªes se llevaron a su padre. Um Muyahed, su madre, es una joven de una mirada tan intensa como el rigor de su chador negro. Habl¨® poco, pero dej¨® que dos de sus hijos, Fajed, de 9 a?os, y Mushtaba, de cuatro, saludaran y conversaran durante la reuni¨®n. Um Muyahed se disculp¨® cort¨¦smente por no responder a preguntas directas, pidi¨® que se le formulara un cuestionario escrito y prometi¨® respuestas a trav¨¦s de un pariente. Luego desapareci¨®.
"Tienen que ser fuertes
Eran preguntas b¨¢sicas: ?qu¨¦ es lo que dice a sus hijos cu¨¢ndo ¨¦stos le preguntan por su padre? "Mis hijos vieron c¨®mo los jud¨ªos se llevaron a su padre y saben que son crueles. Eso se les ha quedado grabado en sus corazones". Si tuviera oportunidad de verse con alguna, de las esposas de los rehenes occidentales, ?qu¨¦ les dir¨ªa? "Que tienen que ser fuertes y pacientes..., pero tambi¨¦n les hablar¨ªa de la maldad de los jud¨ªos".
"Espero que mi marido vuelva pronto", es lo ¨²nico que sale de los labios de Um Muyahed sin preparaci¨®n, ni consultas. Y con voz m¨¢s queda, en un tono apenas perceptible, se le escucha decir "todos".
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