Despu¨¦s del golpe
CON LA derrota del golpe, y una vez alejados los peligros involucionistas, la URSS entra en una nueva etapa, con problemas de suma gravedad que exigen soluciones r¨¢pidas. No se trata de una simple vuelta al ayer, excluida por las caracter¨ªsticas mismas del grupo faccioso que intent¨® tomar el poder. En ¨¦l figuraban el primer ministro, miembros del Gobierno con tropas bajo su mando y otros altos cargos ejecutivos nombrados a principios de a?o por el S¨®viet Supremo, a propuesta de Gorbachov. En su conferencia de prensa de ayer, el presidente insinu¨® que su intenci¨®n al confiar en esas personas fue evitar "soluciones cruentas", pero finalmente reconoci¨® haberse equivocado. Ahora esas personas se hallan encarceladas, salvo el ministro del Interior, que se ha suicidado.Sustituirlas poniendo a los segundos de a bordo, como ha hecho ya Gorbachov en alg¨²n caso, no resuelve el problema, que tiene una profunda carga pol¨ªtica. La estrategia centrista de Gorbachov, equidistante entre conservadores y radicales, y apoy¨¢ndose para gobernar en funcionarios del aparato comunista, ha fracasado y ha tenido efectos dram¨¢ticos, facilitando que el golpe se gestase en la propia c¨²pula del Estado. Hoy el triunfo de la democracia aconseja incorporar a las tareas gubernamentales a personalidades como Shevardnadze, Shatalin, Y¨¢kovIev, Popov, Sobchak, que apoyaron a Gorbachov en los primeros a?os de la reforma y se alejaron de ¨¦l cuando cambi¨® su rumbo hacia los conservadores.
Al margen de las responsabilidades jur¨ªdicas, es preciso clarificar las pol¨ªticas. Por ejemplo, la del PCUS, que como instituci¨®n no ha movido un dedo para pedir la puesta en libertad de Gorbachov, su secretario general. Su complicidad con el golpe ha sido obvia: varios miembros del Politbur¨® est¨¢n encarcelados como elementos de la junta facciosa. Los textos de ¨¦sta eran remedos de los llamamientos del sector conservador, tan influyente en el PCUS. ?Qu¨¦ va a ocurrir ahora? Es evidente que la p¨¦rdida de influencia de los comunistas va a acelerarse a¨²n m¨¢s. Ello plantea a Gorbachov un problema que hubiese debido resolver en etapas anteriores. ?Qu¨¦ sentido tiene que el jefe del Estado sea a la vez secretario general del PCUS? En la actualidad s¨®lo le resta popularidad. Como dijo ayer el alcalde de Mosc¨², Popov, en el grandioso m¨ªtin para celebrar la victoria, lo m¨¢s sensato por parte de Gorbachov ser¨ªa dejar el PCUS como han hecho Yeltsin, Shevardnadze, Y¨¢kovIev y otros de sus antiguos colaboradores.
?Y el KGB? ?Va a seguir igual, colocando simplemente al segundo o tercero de a bordo en lugar del encarcelado Kriuchkov? Ello no ser¨ªa aceptado por los dem¨®cratas, que han comprobado una y otra vez el peligro que esa instituci¨®n entra?a para la reforma, al margen de qui¨¦n sea su m¨¢ximo jefe. Muchas personas piensan que la coyuntura tan especial creada por la derrota del golpe hace posible una reconversi¨®n profunda de los servicios de informaci¨®n y polic¨ªa que el KGB centraliza, con los debidos controles parlamentarios para reducir el peligro de actividades antidemocr¨¢ticas.
Pero entre los numerosos problemas que exigen soluci¨®n en esta fase de posgolpe, el m¨¢s acuciante es, sin lugar a dudas, el de las nacionalidades.. El golpe ha acentuado las tendencias centr¨ªfugas, como lo confirman las declaraciones de independencia de Estonia y Letonia. Si bien, en el caso de las rep¨²blicas b¨¢lticas, no puede sorprender que den nuevos pasos hacia una separaci¨®n que vienen preparando desde hace a?os. M¨¢s preocupante es que el propio Yeltsin, tal vez dej¨¢ndose llevar por su fogosidad, afirmase ayer que Rusia debe ser independiente, tesis poco compatible con el Tratado de la Uni¨®n, en cuya elaboraci¨®n ¨¦l ha sido el primer protagonista, m¨¢s incluso que Gorbachov, precisamente por la capacidad de di¨¢logo que se ha ganado con diversas rep¨²blicas. Hoy, con el enorme prestigio que se ha ganado, su posici¨®n ser¨¢ decisiva para la firma de dicho tratado. Firma que ¨¦l no ha excluido, lo que puede indicar que la palabra independencia se emplea con bastante elasticidad en la actual fase de la pol¨ªtica rusa.
En todo caso, no parece que pueda retrasarse la firma del Tratado de la Uni¨®n. El golpe se dio para impedir esa firma. Ser¨ªa absurdo que ahora los vencedores no le den prioridad absoluta. Entre otras razones, porque la firma de dicho tratado es necesaria para poder celebrar elecciones a un nuevo parlamento de la Uni¨®n, elecciones imprescindibles a no largo plazo. Hay un abismo entre el actual S¨®viet Supremo -con muchos diputados no elegidos por el pueblo- y los electores de hoy. El propio presidente del S¨®viet Supremo, Luki¨¢nov, est¨¢ bajo sospecha de participaci¨®n en la conspiraci¨®n. Para poner en hora el reloj de la vida pol¨ªtica en la URSS no existe otro m¨¦todo que la convocatoria de unas elecciones que den la palabra al pueblo. Lo exige el contenido popular que ha tenido la victoria sobre los enemigos de la libertad.
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