Powell acaba con los 23 a?os de leyenda de Beamon
SANTIAGO SEGUROLA Estadio Nacional de Tokio. Las 19.06. Un hombre inicia la primera de sus 26 zancadas para la historia. Son seis segundos. Luego se eleva y cae sobre la arena: 8,95 metros, nuevo r¨¦cord mundial de longitud, 23 a?os despu¨¦s de los 8,90 de Bob Beamon en los JJ OO de 1968. El hombre ha salido de la sombra. Se llama Mike Powell, cuenta 27 a?os y es norteamericano. En ese breve lapso de siete segundos, Mike Powell destruy¨® los dos grandes mitos del atletismo: el r¨¦cord de Beamon y la presunta condici¨®n invencible de Carl Lewis. En medio qued¨® la hora m¨¢s memorable que ha vivido el atletismo. Lewis estuvo a la altura de su leyenda. Rebas¨® en cuatro ocasiones los 8,80 metros, y en una de ellas alcanz¨® los 8,91. Pero su demostraci¨®n qued¨® enterrada por el vuelo de Powell.
Todo comenz¨® a las 18.37. Hasta ese momento, el concurso segu¨ªa el manual previsto. Carl Lewis hab¨ªa iniciado la serie con su contundencia habitual: 8,68 metros. Nada parec¨ªa amenazarle. El estadio s¨®lo dirig¨ªa su mirada hacia el campe¨®n americano. Powell era una preocupaci¨®n lejana. Hab¨ªa llegado al concurso con excelente historial, pero era un perdedor, uno de esos atletas que se gana el jornal en Europa y apenas merece una entrevista. La estrella era Lewis. Cinco d¨ªas antes, Lewis hab¨ªa batido el r¨¦cord mundial de 100 metros. Sin duda, gozaba de la mejor condici¨®n f¨ªsica de su vida. La suma de su velocidad y el talento natural garantizaban un asalto al r¨¦cord de Beamon. Powell s¨®lo era un actor secundario.El primer salto de Powell, 7,85, hab¨ªa sido desalentador. El calor era agobiante y la humedad a?ad¨ªa un factor de gran pesadez a la tarde. "Fue una broma de salto. Ten¨ªa tanta ansiedad que no pod¨ªa respirar. Cuando vi la marca me dije que aquello no pod¨ªa continuar as¨ª. Ten¨ªa que relajarme, as¨ª que me levant¨¦, comenc¨¦ a hablar con la gente y perder la tensi¨®n", dijo Powell.
Su segundo salto le coloc¨® en la segunda posici¨®n: 8,54 metros, a 14 cent¨ªmetros de Lewis. Powell mir¨® a un juez y luego hizo un gesto con la mano, como si midiera su diferencia con Carl Lewis. Media palmada. Luego sonri¨®. Estaba relajado y dispuesto a luchar. Y entonces comenz¨® una hora inolvidable.
La respuesta de Lewis
Eran las 18.36. Carl Lewis sent¨ªa la presi¨®n de Powell y necesitaba un salto ganador, uno que se acercara a los l¨ªmites de Beamon. Su carrera fue rapid¨ªsima, llena de potencia; 45 metros hasta llegar a la tabla. Con una energ¨ªa terrible impuls¨® su cuerpo hacia el aire, realiz¨® su doble tijera y cay¨®. Lewis sab¨ªa que hab¨ªa su cedido algo grande. El marcador lo confirm¨®: 8,83 metros. Nunca hab¨ªa llegado tan lejos. Sin embargo, Lewis no pudo ocultar su decepci¨®n. El viento -2,9 metros por segundo- superaba el margen legal permitido -2 metros- Pero la codicia por el r¨¦cord estaba all¨ª. Lewis lanz¨® el concurso por un rumbo nuevo. Probablemente, la bomba de aquel salto estall¨® en las manos del campe¨®n. Powell se encontr¨® en una situaci¨®n ideal para intentarla proeza.
El cuarto intento de Powell fue tremendo, aunque nulo. Lewis contest¨® con un salto que parec¨ªa coronar su carrera deportiva: 8,91 metros en el cuarto intento. El estadio sufri¨® una con moci¨®n. Por primera vez, alguien hab¨ªa superado la marca de Beamon. Sin embargo, Lewis sufri¨® una nueva decepci¨®n. El viento, favorable, era de 2,9 metros por segundo. En cualquier caso, la victoria parec¨ªa asegurada. Y entonces lleg¨® el turno de Powell. Eran las 19.06 y estaba a punto de llegar uno de los grandes momentos del deporte. Powell se detuvo en el callej¨®n de saltos. Muy quieto, con las manos en las caderas. La mirada fija en la arena. Luego baj¨® los brazos y solt¨® un gru?ido. Su gesto era de una tensi¨®n suprema. Comenz¨® a murmurar palabras. Hab¨ªa llegado el momento. Dio tres peque?os pasos y comenz¨® una carrera de 40 metros. Fueron 26 zancadas. Su aproximaci¨®n a la tabla fue perfecta. De alguna manera record¨® la estampa de Beamon en M¨¦xico. Lejos de acortar los tres ¨²ltimos pasos, como hacen todos los saltadores para encontrar m¨¢s fuerza de impulsi¨®n, Powell estir¨® su ¨²ltima zancada y golpe¨® con fuerza, de arriba abajo. A ese punto hab¨ªa llegado con una velocidad aproximada de 10,8 metros por segundo. Su elevaci¨®n fue perfecta, hasta los l¨ªmites de 1,90 metros. Su doble tijera fue espectacular, como su ca¨ªda, con el cuerpo recogido. En el aire estuvo poco m¨¢s de un segundo. El tiempo total de la operaci¨®n hab¨ªa sumado siete segundos.
Powell sinti¨® de inmediato el poder de la marca. Mir¨® el marcador del viento: 0,3 metros por segundo de ayuda. Correcto. S¨®lo quedaba la marca. Fueron unos instantes de ansiedad. Luego, el resultado: 8,95. El gran mito estaba roto. Veintitr¨¦s a?os despu¨¦s, un hombre hab¨ªa superado los 8,90 metros, el m¨¢s c¨¦lebre de los r¨¦cords.
Todo lo que sigui¨® fue inolvidable. Lewis busc¨® dentro de su cuerpo las reservas necesarias para afrontar el momento m¨¢s duro de carrera. A las 7.15 realiz¨® su quinto salto: 8,87, con un viento contrario de 0,3 metros por segundo. Era la mejor marca de su vida, pero insuficiente. Le quedaba la ¨²ltima oportunidad. Powell se coloc¨® la mano sobre el pecho. "Se me sal¨ªa el coraz¨®n", dijo. Con toda su alma, Lewis sali¨® a por su ¨²ltimo intento. Desde el 27 de febrero de 1981 no hab¨ªa perdido en salto de longitud. Sesenta y cinco victorias. Una leyenda en peligro. Su salto fue extraordinario: 8,84. Hab¨ªa conseguido cuatro de las siete mejores marcas de la historia. Pero hab¨ªa perdido en el peor momento. Su talento s¨®lo hab¨ªa servido para provocar el triunfo de Powell. S¨®lo un gran salto, contra el abanico de Lewis. Pero el cielo era suyo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.