INI rentable
EL INSTITUTO Nacional de Industria (INI) ha celebrado d¨ªas pasados su 50? aniversario con la apertura de una pol¨¦mica fundamental sobre la funci¨®n de la empresa p¨²blica en el marco del inminente mercado ¨²nico europeo. Al margen de la necesidad de dise?ar una pol¨ªtica industrial global -como defienden unos- o pensar que la mejor es la que no existe -como se ha defendido desde algunas ¨¢reas del Ministerio de Econom¨ªa-, lo cierto es que Espa?a cuenta con un conglomerado de empresas p¨²blicas muy distintas que conviven en un Instituto que, hoy por hoy, tiene que definir claramente su objetivo y estrategia si no quiere perder el tren de Europa.El peso del sector p¨²blico industrial espa?ol, tomando indicadores como empleo, volumen de ventas o exportaciones, se encuentra m¨¢s o menos en la media de la CE. Su funci¨®n ha ido ,variando: en plena autarqu¨ªa se le encarg¨® dinamizar la industrializaci¨®n; se convirti¨® luego en sanatorio para empresas en crisis (socializaci¨®n de p¨¦rdidas), y ¨²ltimamente sigui¨® una pol¨ªtica de desinversi¨®n con arreglo a unos criterios que nunca quedaron claros. Como resultado de ello, hoy existe un INI que re¨²ne sectores tan dispares como el a¨¦reo o el papelero y situaciones tan diversas como la de Hunosa, que sobrevive a costa del presupuesto p¨²blico, o ENDESA, una compa?¨ªa rentable y agresiva en su competencia con las privadas.
Poner orden en todo ello es una ardua tarea, pero necesaria. El Instituto, que este a?o volver¨¢ a registrar p¨¦rdidas tras algunos a?os con beneficios, emplea en sus empresas a 145.000 trabajadores, lo que le convierte en la primera corporacl¨®n ndustrial del pa¨ªs.
As¨ª las cosas, ha de ser bien venida, de entrada, la intenci¨®n, adelantada por su presidente, de replantear la funci¨®n del INI de acuerdo con la real Idad de un mercado cada vez m¨¢s internacionalizado. La idea de partir el grupo en dos, reuniendo en una divisi¨®n las empresas rentables y en otra aquellas que dependen de los presupuestos del Estado, no parece descabellada. Si de lo que se trata es de que la industria espa?ola sea capaz de estar en ese mercado ampliado, habr¨¢ de dise?arse una estrategia que tenga en cuenta precisamente criterios de mercado.
Esos criterios incluyen la captaci¨®n de nuevos socios. No hay por qu¨¦ pensar que lberia, por poner un ejemplo, tiene que ser p¨²blica al ciento por ciento para poder competir en un mundo en el que dominan las alianzas. La experiencia de Repsol demuestra que privatizaciones parciales no comprometen la buena marcha de las compa?¨ªas p¨²blicas, sino que m¨¢s bien estimulan la mejora en ciertos aspectos de la gesti¨®n.
A este respecto es de lamentar la reacci¨®n sindical ante el primer intento serio de reorganizar el sector p¨²blico. Frases como "ola privatizadora", "reconversi¨®n encubierta" o "fiebre rentabilista" suenan m¨¢s a contestador autom¨¢tico que a an¨¢lisis serio sobre el futuro del sector p¨²blico, m¨¢s all¨¢ de la conclusi¨®n de que ¨¦ste debe existir. Tampoco los empresarios muestran mayor rigor cuando su ¨²nica contestaci¨®n a la propuesta del nuevo INI es la absurda exigencia de total privatizaci¨®n. Un sector p¨²blico solvente garantiza la existencia en manos espa?olas de sectores estrat¨¦gicos, aunque no sean rentables. Adem¨¢s, el Estado no tiene por qu¨¦ renunciar a conseguir empresas viables que empujen al resto del tejido industrial.
El ¨¦xito de lo que se ha denominado n¨²cleo de oportunidad (dicho de otra manera, el grupo de empresas rentables) pasa tambi¨¦n por otro tipo de cambios. La gesti¨®n debe hacerse m¨¢s acorde con el mercado, olvidando que se tiene al Estado por patr¨®n, y los sindicatos han de adoptar estrategias m¨¢s globales y a medio plazo, olvidando la inmediatez del aumento salar¨ªal, y para ello es conveniente aumentar su grado de participaci¨®n. El debate no ha hecho m¨¢s que empezar, pero supone una gran oportunidad no s¨®lo para reorganizar el INI con arreglo a los nuevos criterios, sino para, a partir de ah¨ª, pensar qu¨¦ hacemos con la industria en general.
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