El s¨¦ptimo viaje

Los PREPARATIVOS para la Conferencia sobre Oriente Pr¨®ximo, cuya inauguraci¨®n pretende Estados Unidos en el mes de octubre, sufren de la ya habitual obstaculizaci¨®n por parte del Gobierno de Israel. James Baker, secretario de Estado norteamericano, prepara su s¨¦ptimo viaje a la regi¨®n desde que concluy¨® la crisis del Golfo para intentar allanar de forma suficientemente definitiva las dificultades que opone el primer ministro israel¨ª, Isaac Shamir, a sentarse a una mesa de negociaci¨®n. En todos los periplos anteriores tuvo que dedicarse a Ia "diplomacia de puente a¨¦reo" para ir convenciendo a ¨¢rabes y jud¨ªos de que redujeran sus exigencias a un m¨ªnimo com¨²n denominador. As¨ª fue ocurriendo.Sin embargo, como de costumbre, a medida que se acerca la posibilidad (le una soluci¨®n, el Gobierno de: Tel Aviv va ech¨¢ndose para atr¨¢s. No es un secreto para nadie que el Likud, la formaci¨®n derechista que gobierna en Israel, tiene pocos deseos de negociar un arreglo de la crisis judeo-palestina. Cree poco razonable intercambiar paz por territorios: los ocupados en Gaza, Cisjordania y altos del Gol¨¢n, que le sirven de colch¨®n de seguridad y de desahogo para asentar, ilegalmente por otra parte, a su creciente inmigraci¨®n. Paz quiere decir la interrupci¨®n de hostilidades y la garant¨ªa de tranquilidad en el futuro. De ambas cosas recela el Likud desde que comprob¨® el poco respeto de Sadam Husein hacia su vecino Kuwait.

El problema es ahora de mayor complicaci¨®n. La desintegraci¨®n sovi¨¦tica, surriada a los temores suscitados por el fallido golpe de Estado inoscovita de agosto, ha estimulado los deseos de emigraci¨®n inmediata de algunas colonias dejud¨ªos sovi¨¦ticos. Israel se dispone a recibirlos en masa, cosa que su fr¨¢gil econom¨ªa no le permite hacer sin costes. Para hacer frente a ello necesita el apoyo imanciero de Estados Unidos. Nada menos que 10.000 millones de d¨®lares (algo m¨¢s de un bill¨®n de pesetas) en garant¨ªas de cr¨¦ditos. Y Washington amenaza con neg¨¢rselas. Baker ha pedido al Congreso que retrase, por cuatro meses la aprobaci¨®n de la medida. Pretende con ello dos cosas: quebrar la resistencia de Israel aseritarse a la mesa de la conferencia y demostrar a los ¨¢rabes que la confianza depositada por ellos en Estados Unidos tras la guerra del Golfo estaba justificada.

En efecto, aunque uno de los ternas de mayor dificultad de la conferencia sea la cuesti¨®n de los asentamientos jud¨ªos en territorios ocupados, y aunque no es concebible que se resuelva independientemente de los restantes problemas a tratar en el foro internacional, Washington hace bien en recordar a Tel Aviv que tales asentamientos son ilegales y que seguirlos estableciendo con independencia de cualquier discusi¨®n coritribuye a incrementar las tensiones regionales. Como era de esperar, Shamir, invirtiendo el argumento, ha afirmado que la actitud norteamericana pone en grave aprieto la celebraci¨®n de la conferencia. Se trata de un pulso pol¨ªtico de la mayor gravedad. Si EE UU cede, comprometer¨¢ graverriente su cr¨¦dito con los ¨¢rabes; si lo hace Israel, habr¨¢ perdido uno de los argumentos clave en su posici¨®n negociadora.