Las miniaturas publicitarias de Woody Allen clausuran la Mostra
Interesantes pel¨ªculas de los directores Marco Risi y Philippe Garrel
?NGEL FERN?NDEZ-SANTOS, ENVIADO ESPECIAL,Sin estar presente, Woody Allen ser¨¢ la estrella en la clausura de esta Mostra del Cinerna, que tendr¨¢ lugar ma?ana por la noche y ser¨¢ conducida por la actriz M¨®nica Vitti. All¨ª se proyectar¨¢n cuatro espacios publicitarios que el cineasta ha realizado para una cadena de supermercados italiana. Hay entre los puristas cierto esc¨¢ndalo a causa de esta comercializaci¨®n no disfrazada de la fiesta veneciana del cine, y Woody Allen sirve de coartada art¨ªstica al negocio con cuatro miniaturas. Mientras tanto, sigue el cine interesante con No oigo la guitarra, de Philippe Garrel, y El muro de silencio, de Marco Risi.
El arte es el arte y el negocio es el negocio. Esta grosera m¨¢xima del cine, que indica que uno y otro componente de la industria cinematogr¨¢fica no siempre emiten en la misma onda, parece que va a ser vulnerada en esta edici¨®n de la Mostra. La clausura saldr¨¢ de las estrecheces del Palazzo del Lido y se trasladar¨¢ al espectacular escenario abierto de la plaza de San Marcos, seguida con lupa por las c¨¢maras de la RAI, que trasladar¨¢n el acontecimiento a las cuatro esquinas del planeta, donde llevar¨¢ invitaciones al consumo procedentes de la cadena de supermercados italiana Coop, que, consciente de la gigantesca audiencia que puede adquirir este espect¨¢culo televisivo ha puesto talonario de cheques en blanco a disposici¨®n suya.El gran Woody Allen se encarga de poner picard¨ªa y arte en esta operaci¨®n comercial, para as¨ª tapar la boca a los puristas del ramo. Se proyectar¨¢n en San Marcos cuatro espacios publicitarios de Allen, que hace dos d¨ªas fueron presentados aqu¨ª a los representantes de la prensa italiana y que han desatado entusiasmos en todos los medios, incluido el peri¨®dico L'Unita, que dedica a este negocio filigrana una p¨¢gina entera de su, cada a?o menos rebelde prosa.
Lo malo abunda
Esta Mostra sigue sin darnos esa obra u obras magistrales que uno espera encontrar en un foco con su capacidad de convocatoria. Hasta tal punto es as¨ª que ayer dos pel¨ªculas simplemente interesantes, muy diferentes, casi opuestas entre s¨ª, agitaron el estanque.
Abunda tanto lo malo que cuando lo simplemente aceptable asoma es recibido con un suspiro de agradecimiento, como el que se oy¨® en la sala Perla tras la proyecci¨®n de una s¨®lida pel¨ªcula pol¨ªtica de Marco Risi, El muro de silencio, seria, bien ordenada, distra¨ªda, pero de consumo casi exclusivamente italiano, pues entra en las tripas de la corrupci¨®n de las altas esferas militares y pol¨ªticas de este pa¨ªs a trav¨¦s del enigm¨¢tico caso de un avi¨®n de pasajeros derribado por un misil durante unas maniobras de la OTAN en el estrecho de Sicilia. Esto ocurri¨® en 1980. Diez a?os despu¨¦s, un muro de silencio sigue ocultando las entretelas de esta tragedia.
J¨®venes en las cunetas
M¨¢s a ras de tierra, Philipp Garrel, en No oigo la guitarra, habla de otras corrupciones: la corrosi¨®n de los caracteres en las cunetas del mundo actual, el camino sin norte de cuatro j¨®venes que deambulan entre la apat¨ªa, la falta de horizontes, los horizontes so?ados desde la mentira de la droga, el amor y la disoluci¨®n del amor y la proximidad de ¨¦ste con las fronteras de la muerte. Cuestiones de siempre, abordadas por Garrel con sinceridad, tristeza y un despojo formal notable, que le permite decir muchas cosas con casi nada.
Al contrario que su maestro, Jean-Lue Godard, este casi aprendiz sabe emplear con moderaci¨®n las citas y los gui?os culturalistas que abruman esta Mostra. Mete en su celuloide, a la manera godardiana, a Heidegger, a Rilke, a Heine... Suelta de cuando en cuando tacadas ret¨®ricas c¨®mplices, pero absorbe esta culturina servida en p¨ªldoras en una composici¨®n coherente y no empachosa.
Piensen que este comentarista, a pie de pantalla en Alemania, nueve, cero, de Godard, apunt¨® referencias directas a Freud, Nietzsche, la Biblia, Don Quijote, Madame de Stael, Spengler, Hltler, Stalin, Karl Marx, Clara Zetkin, Murnau, Elsenstein, Vertov, Puchskin, Goebbels, Goering, Hess, Thomas Mann, Helen Veigel, San Mateo, Mathias Grunewa Id, Fritz Lang, Wolfgang Amadeus Mozart, H¨®lderlin, Jan Valtin, Lemmi Caution, Bach, Alberto Durero, Lutero, Maiakovski, Rossellini, BucheIwald, Martin Heidegger, Ludwig van Beethoven, Kafka, Milena, Reittman, Emil Jannings, Marlene Dietrich, Andr¨¦ Malraux, Von Stroheim, Kant y Savignyo, y se le escaparon otras tantas o m¨¢s. Y esto en s¨®lo 62 minutos de cine, que no hace falta decir que no ser¨¢n pagados a precio de Woody Allen. Si ¨¦ste se ha convertido en rey de la bisuter¨ªa cinematogr¨¢fica, Godard se ha convertido en monarca de los saldos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.