El ruso Nikita Mijalkov gana el Le¨®n de Oro con su pel¨ªcula 'Urga'
Manuel de Oliveira, Gran Premio del Jurado por 'La divina comedia'
Urga, dirigida por Nikita Mijalkov, bien conocido en Espa?a por Ojos negros, se llev¨® a la URSS la legendaria estatuilla del Le¨®n de Oro. La satisfacci¨®n era evidente entre quienes oyeron ayer cantar el premio en la sala de conferencias del hotel Excelsior del Lido veneciano. La sencillez y la emoci¨®n hab¨ªan triunfado en una Mostra llena de cine fr¨ªo, aparatoso, complicado y, finalmente, est¨¦ril y superficial. El farsante Peter Greenaway, al que se anunciaba ganador, fue literalmente barrido de la lista de premios: ni un solo eco.
Godard qued¨® arrinconado en un premio institucional conservador, la Medalla del Senado italiano, que ha debido humillar a sus pretensiones de cineasta disolvente y corrosivo. Y el Gran Premio Especial, el otro Le¨®n de Oro, se fue a Portugal, a las manos de Manuel de Oliveira, autor de verdad, con su pel¨ªcula La divina comedia, en esta muestra de impotente cine de autor.El jurado internacional que otorg¨®, con verdadero tino, estos grandes premios estuvo formado por el italiano Gian Luigi Rondi, el norteamericano James Belushi, el director brit¨¢nico John Boorman, la directora espa?ola Pilar Mir¨®, el cr¨ªtico franc¨¦s Michel Ciment, el alem¨¢n Moritz de Hadeln (director del Festival de Berl¨ªn), la guionista italiana Silvia d'Arnico y la estadounidense, viuda de Orson Welles, Oja Kodar.
El resto de los premios se reparti¨® de esta manera: Le¨®n de Oro especial a Gian Marla Volont¨¦, actor italiano protagonista de Una historia simple, por el conjunto de su obra; Le¨®n de Plata, ¨²nico concedido por unanimidad, a La linterna roja, dirigida por el chino Zhang Yimou, que tambi¨¦n gan¨® el muy prestigioso premio de la Cr¨ªtica Internacional o Fipresci; Le¨®n de Plata a No oigo la guitarra, obra dura y personal¨ªsima del joven franc¨¦s Phlilippe Garrel y ¨²nico verdadero, con el de Oliveira, filme de autor de esta Mostra de supuestos autores, y un tercer Le¨®n de Plata a El rey pescador, dirigida por el norteamericano Terry Gilliam.
La Copa Volpi a la mejor interpretaci¨®n masculina fue para el estadounidense River Phoenix, protagonista de Idaho, de Gus van Sant, y la Copa Volpi a la mejor interpretaci¨®n femenina fue concedida a la actriz brit¨¢nica Tilda Swinton por su trabajo en Eduardo II, una arriesgada y bella adaptaci¨®n de la tragedia isabelina de Christopher Marlowe, realizada por Derek Jarman.
Premios de consolaci¨®n
El cap¨ªtulo de los premios de consolaci¨®n, los llamados Osella, con los que el jurado suele atender a los compromisos y componendas destinadas a que todo quede al gusto de todos y acallar las protestas, tuvo el siguiente, y un poco contradictorio, resultado: una Osella de Oro, bien merecida, a Mississippi Masala, primera obra estadounidense de la cineasta india Mira Nair; una irrisoria Osella de Oro a la pretenciosa y frustrada pel¨ªcula del alem¨¢n Werner Herzog, El grito de piedra, y una tercera Osella, para que la beater¨ªa cinef¨ªlica que le ha endiosado no se alborote, a Jean-Luc Godard por su ba?o de culturina en p¨ªldoras titulado Alemania nueve cero.
La pel¨ªcula de Satyajik Ray, patriarca del cine indio y uno de los pocos supervivientes del clasicismo de este arte, El extranjero, se exhibi¨® fuera de concurso, pero su t¨ªtulo fue recordado por los componentes del jurado de Fipresci, que le dedicaron una menci¨®n honor¨ªfica, que el filme sin duda se merece por s¨ª mismo, al margen de la leyenda que su director arrastra en las p¨¢ginas de la historia del cine.
Pese a todas las componendas y parches, en cierto modo inevitables, que se observan en la lista de premios, en lo fundamental (los dos grandes a Mijalkov y Oliveira; los de interpretaci¨®n, discutibles pero merecidos, y los tres Leones de Plata) es justa, inteligente e incluso ejemplar en algunos aspectos.
Por ejemplo, la verdad y el talento que destilan los dos ¨²nicos filmes de autor presentados en esta Mostra, los de Oliveira y Garrel, est¨¢n en la lista de premios y cierran con su presencia el paso a la avalancha de imposturas que bajo el lema de cine de autor han invadido este festival, degrad¨¢ndolo d¨ªa tras d¨ªa con enga?o tras enga?o. Por otra parte, la unanimidad con que se ha subrayado la distinci¨®n al chino Zbang Yimou por La linterna roja, magnifica, bell¨ªsima pel¨ªcula, aunque no llegue a las alturas de Semilla, de crisantemo y Sorgo rojo, es m¨¢s que oportuna.
Y, finalmente, la concesi¨®n del Le¨®n de Oro a la rusa Urga, en la que Nikita Mijalkov, sin alquimias seudoculturales, a veces incluso con tosquedad y elementalidad de estilo y lenguaje, transmiten con sencillez y a raudales ernoci¨®n y amor por las gentes la vida humana en un rinc¨®n olvidado del planeta, como es la estepa de Mongolia, es m¨¢s; que ejemplar: es un severo toque de atenci¨®n del que debe tomar buena nota el cine de Europa occidental, cada vez m¨¢s perdido un enrevesamientos de intelectuales de segunda fila y concebido de espaldas a lo que en defiriliva m¨¢s importa: la lucha por la supervivencia de la especie humana, la alegr¨ªa y el dolor que corillevan las pasiones primordiales, imperecederas, que est¨¢n fuera de los vaivenes de las modas y de los modos: la identidad de los comportamientos humanos en un mundo cada vez m¨¢s hostil a lo eterno y acosado por una epidemia de lo efimero. Cine para la gente y sobre la gente, que ha barrido aqu¨ª al cine de laboratorio y de despacho, hecho contra la gente.
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