Los ¨²ltimos de Filipinas
El Parlamento de Manila vota hoy el desalojo de las dos bases norteamericanas en el pa¨ªs
ENVIADO ESPECIAL Anclada durante d¨¦cadas en la bah¨ªa de Subic, al abrigo de los violentos tifones tropicales y de los radares sovi¨¦ticos en el Pac¨ªfico, la Marina norteamericana deber¨¢ desalojar sus garitas insulares en Filipinas y buscar otros puertos seguros en Asia cuando el Senado de Manila apuntille hoy el tratado de amistad, cooperaci¨®n y seguridad con EE UU. Sus defensores temen que los nav¨ªos de guerra de la VII Flota zarpen precipitadamente de sus bases, cargando en las bodegas hasta los bloques de cemento que protegen la bocana del refugio militar.
Con la salida de la Navy, 80.000 asalariados filipinos unir¨¢n su destino hacia otros cuatro millones de parados que malviven en un pa¨ªs cubierto de calamidades y cenizas.El Gobierno de Coraz¨®n Aquino, cuyos torpes representantes en la renegociaci¨®n con Washington aceptaron por el alquiler de la bah¨ªa monta?osa una renta de 203 millones de d¨®lares anuales (unos 22.000 millones de pesetas), que incluso portavoces oficiales denunciaron como claramente insuficiente, ha intentado a toda costa romper la unidad de criterio de los 12 senadores contrarios a un tratado que garantiza a la VII Flota un f¨¢cil control mar¨ªtimo de las rutas asi¨¢ticas y el paso franco de sus destructores y fragatas en sus singladuras de patrulla, aprovisionamiento o combate.
Ren¨¦ Saguisag, promotor de una fallida soluci¨®n que propon¨ªa ampliar de uno a tres a?os el plazo para la retirada naval, ha comunicado a la presidenta que sus esfuerzos son bald¨ªos y que ninguno de los 12 legisladores cambiar¨¢ de postura. "Nuestra propuesta a Estados Unidos es ¨¦sta: qu¨¦dense ustedes tres a?os m¨¢s como nuestros hu¨¦spedes, pero, cumplido ese periodo, v¨¢yanse". Nada permite suponer que hoy los valedores de las bases consigan los 16 votos necesarios para imponer sus tesis en una votaci¨®n de 23 senadores. "?Por qu¨¦ esta paranoia norteamericana? ?Por qu¨¦ esta histeria que os empobrecer¨¢ m¨¢s?".
Alarma
El senador John Osme?a, uno de los m¨¢s activos defensores de la renovaci¨®n del compromiso militar, advierte cierta alarma en la opini¨®n p¨²blica norteamericana y un previsible deterioro de las relaciones bilaterales. "He recibido siete llamadas de larga distancia de muy buenos amigos en Nueva York, Washington y Boston y de un congresista de San Diego, a quienes conoc¨ª durante mi estancia en EE UU luchando contra la dictadura de Marcos. Todos me preguntan lo mismo: 'Pero ?qu¨¦ est¨¢is haciendo en Filipinas? ?Nos est¨¢is declarando la guerra?". Para explicar a sus atribulados interlocutores las posibles intenciones ocultas de los senadores que se oponen a las bases se le ocurri¨® a Osme?a citar una misteriosa reflexi¨®n atribuida a Francisco Franco. "En una ocasi¨®n le preguntaron si el objetivo de su pol¨ªtica exterior era declarar la guerra a los norteamericanos. Franco contest¨®: '?Y qu¨¦, si ganamos?".
El alto el fuego unilateral declarado el jueves en Filipinas por la guerrilla comunista, que mantiene en armas a 16.000 hombres, no parece haber modificado sustancialmente el curso de un intenso debate nacional, m¨¢s centrado en la trascendencia econ¨®mica de la revocaci¨®n del acuerdo que en la recuperaci¨®n de la soberan¨ªa en todo el archipi¨¦lago y su importante significado pol¨ªtico. Jos¨¦ Concepci¨®n, militante de uno de los grupos antibases, se pregunta c¨®mo es posible que pa¨ªses no considerados ni aliados ni amigos por Washington, China entre ellos, reciban cuotas de penetraci¨®n en el mercado norteamericano "muy superiores a las nuestras, despu¨¦s de muchos a?os de ratificar un tratado que se llama de amistad. Ocurre en el sector textil, donde los chinos han logrado un 11,6%, y nosotros, s¨®lo un 3,6%".
Seg¨²n el senador Saguisag, se trata de no perder la oportunidad de ser verdaderamente libres por primera vez en la historia de Filipinas, y evitar tambi¨¦n que, como ocurr¨ªa en a?os anteriores, la Administraci¨®n norteamericana no pueda impedir que buques de bandera polaca o sovi¨¦tica sean reparados en los astilleros filipinos de Subic. "Cuando los norteamericanos se vayan podemos convertir la base en un centro de reparaciones donde atracar¨¢n barcos de todos los pa¨ªses, incluido Estados Unidos".
John Osme?a, por su parte, parece confiar m¨¢s en la generosidad norteamericana que en los ambiciosos proyectos de reconversi¨®n industrial y buenas intenciones de los pol¨ªticos que anuncian un "periodo transitorio", de m¨¢s penurias, en el proceso hacia una mayor independencia econ¨®mica y pol¨ªtica. "Durante los a?os comprendidos entre 1981 y 1991 se firm¨® una renovaci¨®n de 2.100 millones de d¨®lares [unos 230.000 millones de pesetas], pero mediante otros acuerdos y contratos recibimos un total de 4.300 millones, m¨¢s del doble. Es de esperar que ahora ocurrir¨ªa lo mismo".
En opini¨®n de muchos filipinos, el agravamiento de la crisis econ¨®mica en unas islas que arruinaron las dictaduras, los volcanes, las inundaciones y la corrupci¨®n no parece aconsejar el despido de un inquilino de renta fija, aunque se niegue a pagar m¨¢s alquiler.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.