Un usi¨¢ dadivoso

EMILIO MART¨ªNEZPor la facilidad con que el us¨ªa, Emilio Bl¨¢zquez, disparaba su moquero en el palco, hubiese o no petici¨®n suficiente en los tendidos o m¨¦ritos en el ruedo, llev¨® a una festiva tarde triunfal en cuanto a orejas. La autoridad, poco vigilante de las sospechosas y c¨®modas astas de los cornicortos funos, lleg¨® a premiar con la vuelta al ruedo al primero, que recibi¨® una varita sin demasiada entrega y cuya embestida era pajuna y atontilada. Quiz¨¢ al us¨ªa le deslumbraron los aplausos que Emilio Mu?oz tribut¨® a tan choch¨®n colaborador.

Cierto es que el trianero le correspondi¨® con una faena variada y pasional en la que intent¨® la pureza de] toreo, sin lograrlo siempre, y en la que la mayor¨ªa de las suertes tuvieron ortodoxia, con un empaque especial en la ¨²ltima serie de sedosos y mandones naturales de frente. Pero falt¨® emoci¨®n y transmisi¨®n por la endeblez del bicho. El cuarto tambi¨¦n repet¨ªa sus embestidas y Mu?oz destell¨® nuevos arrebujos, ahora faltos de reposo.

A Espartaco le correspondieron los dos toros m¨¢s asticortos, aunque el segundo sobrero no deb¨ªa estar previsto y sali¨® astifino. Frente a este arisco enemigo el de Espartinas no anduvo cicatero ni en la cantidad de los pases ni en el valor de sus desplantes, aunque ya se cisc¨® m¨¢s al ver sus afiladas agujas cuando entr¨® a despenarlo. Esa cantidad tambi¨¦n fue la caracter¨ªstica de su faena a destajo al segundo, con el que tampoco acert¨® a espadas.

Juan Mora alcanz¨® la puerta grande merced a los ¨®bolos presidenciales. No hubo fuerte petici¨®n tras su lerda y encimista faena al esmirriado sexto, -banderillerado excelentemente por Carlos Mora- al que el diestro castig¨® con un cabezazo a falta de otros aromas toreros, ni en la m¨¢s entonada al escurrido y anovillado tercero, donde dio alguna buena pincelada entre abundantes frusler¨ªas de toreo.