Incultura ecol¨®gica
Sin cuestionar ni una coma al art¨ªculo de Rosa Montero sobre la tremenda agresividad de los espa?oles con su medio ambiente, tras su lectura, me gustar¨ªa a?adir unas acotaciones.Es muy cierto que, pr¨¢cticamente sin excepciones, no existe ciudad, pueblo, parque, bosque, camino, barranco, playa, carretera de nuestra dilatada geograf¨ªa ib¨¦rica sin su correspondiente, peligroso y antiest¨¦tico basural. Es una constante vergonzosa y desgraciada de nuestra relaci¨®n con la naturaleza.
La ignorancia no s¨®lo exacerba el individualismo m¨¢s ruin y egoista. Tambi¨¦n degrada la condici¨®n humana y social de todos. Desconocimiento, negligencia y una consiguiente pobreza racional llevan a los seres humanos a prescindir de sus relaciones con el medio social o ecol¨®gico. Por lo menos a simplificarlo miserablemente. Para la mirada de quien no aprecia el valor de un ¨¢rbol, el fuego que calcina d¨ªa a d¨ªa nuestro bosque es simplemente una incidencia televisiva, un hecho aislado y lejano sin repercusiones para su existencia.
Es cierto. Esta ceguera convierte nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestra monta?a, playa o r¨ªo, en una indecente porquer¨ªa. Todos conocemos a respetables vecinos que sin rubor hacen defecar a sus perritos en la puerta ajena. ?Conocen esto se?ores la significaci¨®n cient¨ªfica de la mierda? ?Saben acaso que ponen en peligro su propia salud? ?Est¨¢n ciegos nuestros gobernantes? ?Saben que en much¨ªsimos bares y cafeter¨ªas la gente arroja colillas, servilletas, sobres de caf¨¦ y az¨²car, etc¨¦tera, hasta el punto de convertir el suelo en reguero asqueroso de inmundicias? ?Saben las autoridades de la pasividad de muchos propietarios de bares que creen que un buen estercolero junto a la barra es un indicador del ¨¦xito de ventas?
?Se imaginan los economistas del Estado lo que opinan los turistas de nuestra irrecusable degradaci¨®n ambiental?
?Por qu¨¦ no se realizan campa?as serias y duraderas de concienciaci¨®n ciudadana sobre el valor ecol¨®gico de nuestro entorno?
Detengamos entre todos esta est¨²pida destrucci¨®n antes de que entremos definitivamente en un suicidio colectivo irreversible-
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.